El vínculo mágico - Libro 1

Capítulo 10 – Parte 2

  —No entiendo por qué la elegida Lawrence le añadió fuego a la punta de su cola.

  —Los tres símbolos tienen un animal y un elemento que los representa. Por eso tiene fuego en lugar de pelo.

  —¿Y qué representa?

  —Los sentimientos.

  —Pues no lo entiendo.

  —Quería que lo tuviéramos siempre presente. Es lo más poderoso.

  —Como el fuego —comentó, al pensar en lo devastador que podía llegar a ser—. ¡Ah, ya lo entiendo! El sentimiento que su cola representa es el amor, ¿verdad?

  —¿Por qué todas las chicas enlazáis el rojo con el amor? —se quejó Leo.

  Nathaly bajó la mirada y ahogó las ganas de reír con una sonrisa, volviendo a observar los tapices para que Leo no acabara regañándola. Fijándose en el de Swarzof, no tardó en darse cuenta de que la corona era de oro, con incrustaciones de diferentes gemas preciosas.

  —¿Qué representa la corona de Swarzof?

  —Responsabilidad. De los tres grupos, los Swarzof son los que más necesitan recordarlo.

  —Por el poder de sus sentimientos negativos, ¿verdad?

  —Sí. Y la pluma de Zarswok —se adelantó a la lógica de Nathaly— representa la magia. La elegida Zaya quería que tuvieran presente que, a pesar de ser los menos útiles a la hora de combatir a cualquier cara del mal, tienen la magia más pura que existe.

  —Creía que los Swarzof serían los menos útiles.

  —Para los espectros que todavía no tienen forma definida, sí, pero para el resto de caras del mal son perfectos en combate, porque son los más difíciles de enfadar o confundir. Si a eso le añades los mejores sentimientos y la magia más pura, tendrás una buena ventaja en batalla.

  —Los sentimientos de un Leozwort y la magia de un Zarswok —pensó en voz alta, contenta de empezar a entender por qué eran esenciales las divisiones.

  —Me alegro de que tu lógica sirva para algo más que para preguntar de manera insaciable.

  Nathaly le sonrió con un ligero rubor en sus mejillas y desvió la mirada hacia el tapiz de la elegida Zaya.

  Mientras Nathaly observaba que las puntas de las blancas crines del caballo, que eran de un dorado deslumbrante, esparcían un fino polvo del mismo color, Leo no era capaz de apartar la mirada de ella. Su sonrisa acompañaba a la perfección a sus sentimientos, y de lo radiantes, suaves y delicados que eran, le fue imposible no pararse a admirarlos. Percibía con claridad cómo a Nathaly le gustaban los ojos ámbar del caballo de Zarswok, y también los toques dorados que la pluma tenía por todo su borde. Estaba tan hipnotizado por todo lo que estaba sintiendo que no se dio cuenta de que Nathaly giró la cabeza para mirar al león de Lawrence, que estaba sentado de lado con una postura digna de un rey. Al menos hasta que un intenso sentimiento irrumpió en él y, sin piedad, se apoderó de toda su alma.

  —¿Tú crees que la elegida Lawrence se basó en un crizwort en lugar de un león? —preguntó Nathaly con emoción, girando la cabeza.

  En cuanto vio que Leo se estaba agarrando el pecho con la mano derecha, Nathaly se asustó y quiso ir hacia él, pero Leo extendió la mano izquierda hacia ella y tuvo que parar.

  —¿Estás bien? —preguntó Nathaly preocupada.

  Leo, con la cabeza gacha, cerró los ojos y no dijo nada. Y no porque no quisiera responderle, sino porque estaba ocupado en calmar su agitado interior. Aplacarlo lo suficiente como para respirar no le llevó más que unos segundos, pero, si quería quitarse de encima la parálisis y pesadez que le estaba provocando la angustia de Nathaly, debía lograr que se calmara.

  —No creo que Lawrence se basara en su crizwort. No lo conoció hasta más tarde, y fue el primero que se encontró cuando empezó a explorar su territorio.

  Nathaly relajó parte de su angustia y eso mejoró muchísimo el estado de Leo. Un momento. ¿Muchísimo? Para cuando quiso darse cuenta, fue demasiado tarde. Nathaly ya había dado rienda suelta a su imaginación recreando un hermoso encuentro entre Lawrence y Arwok, y de él nació un cariñoso sentimiento de pura ternura que lo envolvió por completo. Menos mal que lo acompañaba un suave y agradable sentimiento de atesoramiento, perfecto para protegerlo de los efectos de otros sentimientos. Si no, no lo habría soportado.

  —Rodric me ha dicho que Nathaly también puede venir —dijo Moony, nada más entrar—. Dice que la presencia de dos preciosas mujeres siempre es mejor que una. Leo, ¿estás bien? No tienes buena cara.

  —Él y sus galanterías —se quejó, poniéndose en camino de inmediato.

  —Ya veo que sí —se relajó Moony—. Nathaly, ¿te apetece venir con nosotros?

  —Claro.

  Saliendo de la sala, las dos torcieron a la izquierda y caminaron detrás de Leo. Poco antes de llegar al final, entraron por una de las dos enormes puertas macizas que había en el lado izquierdo. Quedaban casi enfrente de la sala de profesores y, según le contó Moony, daban a la sala principal de Zhorton. Fuera de los días de escuela se usaba como sala de reuniones, y para los días que había clases se usaba como comedor.

  Siguiendo las indicaciones de Rodric, todos se pusieron manos a la obra, pero la torpeza mágica de Nathaly no hacía más que retrasarlos. Por eso Leo se hartó y la sermoneó, y por eso Zarco discutió con él al no conseguir defenderla. Cuando Moony vio que Rodric no era capaz de frenarlos, no le quedó más remedio que intervenir.

  No queriendo ser una molestia para nadie, Nathaly salió al pasillo. Como el gobernador le había dado permiso para ir donde quisiera siempre que no saliera fuera, decidió explorar la escuela para poder orientarse mejor.

  Según le había contado su tío el día anterior, en esa misma planta había una biblioteca, y lo más probable es que estuviera tras la única puerta doble que quedaba en el pasillo: la que había entre el comedor y la sala de curaciones. Pasando dentro, vio asombrada que era más grande de lo que pensó. Tenía dos plantas repletas de altísimas estanterías de caoba, y también unas cuantas mesas al frente para estudiar. Pero… ¿cómo se llegaría a los libros que no alcanzabas con la mano?




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