El olor a café recién hecho invadió la habitación y fue la primera señal de que la mañana comenzaba. Jasmine abrió los ojos lentamente, aún sintiendo la ligera sensación de incomodidad en las articulaciones, pero la cabeza, aunque pesada, estaba más clara. La habitación de la UCI parecía ahora distante, como una pesadilla que la realidad había dejado atrás. Estaba en un pequeño apartamento, en el mismo lugar donde había despertado, pero ahora el mundo exterior estaba un poco más nítido.
Noah estaba sentado a su lado, mirando el balde de café, con una expresión que aún llevaba la marca del cansancio. Pero sus ojos no se apartaban de ella. La observaba con una intensidad que ella no sabía si era preocupación o algo más profundo, algo que no podía ser explicado. La vio despertar y, por un breve momento, una sombra de alivio pasó por su rostro.
— ¿Cómo estás? — preguntó él, con voz suave, pero con un toque de cautela.
Jasmine sintió el peso de la pregunta, pero aún así intentó sonreír. Era la sonrisa más débil que había dado, pero aún así era sincera.
— Mejor... — dijo, con voz ronca. El dolor no se había ido, pero estaba más distante. La sensación de estar con él, allí, parecía ayudarla a aguantar un poco más.
Noah se levantó y fue hasta la mesa de café que había preparado para ella, colocando la taza con cuidado al lado de su cama. Se quedó allí por un momento, como si no supiera qué hacer a continuación.
— ¿Me vas a dejar beber en paz hoy? — bromeó ella, intentando aliviar la tensión en el aire.
Él la miró, la expresión seria, y luego una leve sonrisa apareció.
— Claro, si no me matas de curiosidad. ¿Cómo te sientes ahora?
Jasmine miró la taza de café y, por un momento, se quedó en silencio. Sus pensamientos estaban tratando de organizarse, intentando no perderse entre los recuerdos y las sensaciones de la noche anterior. Finalmente, dio un sorbo de la bebida caliente y sintió que el líquido caliente ayudaba a dar algo de normalidad. No estaba al 100%, pero estaba allí. Estaba viva.
Fue cuando la puerta se abrió. Jasmine no se dio cuenta de inmediato, aún enfocada en su café, hasta que una voz familiar y molesta la hizo girar la cabeza.
— ¡Mira quién despertó! — dijo Lilith, entrando con un ramo de flores en las manos, su postura exuberante como siempre. La mujer estaba perfecta, como si hubiera salido de una portada de revista: cabello impecable, maquillaje bien hecho y una sonrisa que más parecía una máscara de lástima.
Lilith avanzó hacia la cama de Jasmine con pasos delicados, pero con un toque de arrogancia inconfundible, y colocó el ramo de flores sobre la mesa al lado de la cama. Las flores estaban hermosas, pero la apariencia artificial de los pétalos llamaba más la atención que cualquier otra cosa.
— Pensé que necesitarías algo para alegrar tu día. — dijo Lilith con una sonrisa amplia y falsa, que no pasó desapercibida.
Jasmine la observó por algunos segundos, la sonrisa que había intentado mantener desapareciendo poco a poco. Noah, por su parte, parecía incómodo, sus ojos fijos en Lilith con una mezcla de sorpresa y cansancio.
— Lilith... — comenzó Jasmine, su voz un poco más áspera de lo que pretendía. La sensación de incomodidad que Lilith siempre causaba se instaló nuevamente, y su mente, que aún intentaba recuperarse del shock, se sentía irritada por la visita inesperada.
Lilith, sin embargo, no parecía notar la creciente tensión. Sonrió y se inclinó para darle un beso en la frente a Jasmine, pero su toque fue frío e impersonal, como si fuera solo un gesto calculado para mantener las apariencias.
— Sé que este periodo ha sido difícil para todos nosotros, pero quiero que sepas que estoy aquí. Si necesitas algo, solo llámame. — Las palabras de Lilith sonaban amables, pero la forma en que las dijo era claramente un intento de dominar la situación, de mantener el control.
Jasmine no pudo evitar la sonrisa irónica que se formó en sus labios. Lilith siempre jugaba el papel de víctima, pero nada parecía más falso que su simpatía ahora.
— Aprecio las flores, pero... — Jasmine hizo una pausa, la franqueza tomando el control. — No necesito tu lástima, Lilith. No vine aquí a recibir visitas de quienes tienen tanto interés en ver mi caída.
Lilith no perdió la postura, pero sus ojos vacilaron por un instante. Se enderezó, reforzando su sonrisa perfecta, pero no pudo esconder completamente la incomodidad en su mirada.
— Yo... solo quería ser educada, Jasmine. No es fácil ver a las personas pasar por dificultades. Y tú... bueno, sabes cómo es. — respondió Lilith, ahora con una ligereza que parecía forzada, como si intentara enmascarar cualquier signo de inseguridad.
Jasmine sintió que Noah se retorcían en silencio a su lado, la incomodidad evidente en su rostro. Miró las flores y luego volvió su mirada hacia Lilith.
— Lilith, tal vez necesitamos un tiempo... — dijo Noah, su voz más firme de lo que él mismo esperaba, dejando claro que también estaba cansado de esta dinámica.
Pero Lilith no parecía afectarse. Simplemente asintió, su sonrisa suavizándose un poco.
— Claro, claro. No quiero interrumpir. — Miró a Jasmine una vez más, sus ojos ahora un poco más fríos, como si el gesto de lástima hubiera cumplido su objetivo. — Solo no quería que estuvieras sola aquí. Cualquier cosa, estoy por ahí.
Se giró para salir, dejando la atmósfera en la habitación aún pesada. Jasmine observó a Lilith irse, un sentimiento de alivio invadiendo su pecho al verla partir. Sabía que aún quedaba una batalla de egos allí, pero en el fondo, no le importaba. Lo que importaba era que ella estaba despierta, viva y con Noah a su lado, por más complicado que todo fuera.
— ¿Estás bien? — preguntó Noah, después de un momento de silencio, con los ojos fijos en ella.
Jasmine lo miró y sonrió de nuevo, ahora con más sinceridad. A pesar de todo lo que había sucedido, sabía que no estaba sola.
Editado: 30.05.2025