El aire de la habitación parecía más denso de lo habitual. Jasmine, sentada en la cama, intentaba concentrarse en las palabras que Noah le decía, pero su mente parecía distorsionada. El café que había tomado ya no tenía el sabor reconfortante de antes. Todo parecía perdido en el humo de una nube invisible, oscureciendo su entendimiento. Hasta que el médico entró, con su expresión seria y un papel en la mano.
Tenía la mirada de alguien acostumbrado a dar noticias que nadie quería escuchar, pero aún así, se aseguró de sonreír antes de acercarse.
— Jasmine, buenos días. ¿Cómo te sientes hoy? — preguntó, con voz calmada, pero con una leve tensión. Sabía que la conversación siguiente no sería fácil.
Ella lo miró, intentando responder, pero sintió como si las palabras estuvieran atrapadas en su garganta. Ese ambiente, el hospital, el olor a desinfectante en el aire, todo parecía un recordatorio de que nada había vuelto a la normalidad.
— Mejor, supongo. — dijo, sin mucha convicción.
Noah estaba a su lado, observando atentamente, sus ojos fijos en el médico. Sentía que algo no estaba bien, que la ligereza del momento estaba a punto de romperse.
El médico se sentó en la silla al lado de la cama de Jasmine, colocando el papel sobre la mesa con un suspiro. La miró por un instante, como si estuviera ponderando cómo elegir las palabras correctas, pero sabía que no había manera fácil de decir lo que necesitaba decir.
— Jasmine, los exámenes confirmaron lo que temíamos. Tienes lupus. Tu sistema inmunológico está atacando tu propio cuerpo. — Su voz sonó más distante mientras las palabras se instalaban en el espacio alrededor de ella.
Esa única frase resonó en la mente de Jasmine como un trueno. El sonido amortiguado de las palabras hacía eco, pero todo parecía extraño. No podía entenderlo, no podía creer lo que estaba escuchando.
— ¿Lupus? — Susurró, la expresión desconcertada. La palabra parecía vacía, sin peso, como si no fuera real. Pero la realidad la golpeó como una ola implacable. — ¿Qué significa eso? ¿Es... serio? ¿No tiene cura? — Su voz vaciló, los ojos comenzando a llenarse de lágrimas, pero intentó mantenerse firme.
El médico asintió, con una mirada grave.
— Sí, lamentablemente no hay cura. Existen tratamientos para controlar los síntomas y prevenir complicaciones, pero el lupus es una condición crónica. Necesitarás seguimiento constante y cambios significativos en tu estilo de vida. — Dijo eso con la sinceridad de quien ya no tiene palabras amables que ofrecer.
Las palabras del médico se transformaron en un torbellino dentro de Jasmine. El aire parecía desaparecer de sus pulmones. Lo que más temía estaba allí, frente a ella, una sentencia que no sabía cómo aceptar.
Noah la observaba con una mirada llena de solidaridad, pero también de impotencia. Sabía que eso la estaba destruyendo por dentro, pero no sabía cómo ayudarla, cómo devolverle la calma que ella había perdido. Extendió la mano, queriendo tocarla, pero dudó. No sabía qué decir, y el silencio entre ellos parecía aumentar el peso de la noticia.
Jasmine, por su parte, sintió que el suelo bajo sus pies se deshacía. Se quedó paralizada por un momento, con los ojos fijos en el médico.
— Yo... no entiendo. ¿Por qué me está pasando esto a mí? ¡Yo no... no soy así! — Su voz se quebró mientras las palabras salían de su boca, ahora llenas de desesperación. Las lágrimas comenzaron a caer libremente. — ¡No es justo, Noah! ¡No puedo... no puedo vivir así, siempre con miedo de lo que va a pasar!
El dolor en su voz era palpable, y Noah no pudo contener el impulso de tomar su mano. No sabía qué decir, pero el simple acto de tocar su piel parecía ser lo único que podía darle algo de consuelo, aunque fuera insignificante.
— Jasmine, mírame — dijo él, con voz firme, pero suave. Estaba tratando de transmitir fuerza, intentando anclarla en medio del torbellino que estaba viviendo. — Vamos a superar esto juntos. Te lo prometo. No importa lo que pase, no estarás sola.
Jasmine lo miró, el desesperación aún en sus ojos, pero ahora algo más parecía encenderse en ella. Una chispa de esperanza, tal vez, que no sabía si era real, pero a la que se aferró. Porque en el fondo, sabía que la lucha recién comenzaba.
— No sé si lo voy a lograr... — dijo entre sollozos, respirando de manera irregular.
— Lo lograrás, Jasmine. — dijo Noah, con una confianza que él mismo no sabía de dónde venía. Pero en ese momento, sabía que no había otra opción. Ella necesitaba creer, y él haría todo lo posible para que tuviera fuerzas.
Jasmine negó con la cabeza, intentando contener sus propios sentimientos, pero las palabras del médico seguían resonando en su mente, y el peso del diagnóstico parecía crecer con cada segundo. Pero Noah estaba allí, y, por más incierto que fuera el futuro, sabía que él no la dejaría ir sola.
Respiró hondo y se recostó en la cama, con la mente aún girando en busca de algún tipo de comprensión. Pero, por ahora, no necesitaba entenderlo todo. Lo que importaba era que no estaba sola.
Editado: 30.05.2025