—Tengo hambre, ¿en dónde estará la comida? —pregunta Santiago.
—¿Cuándo no?...— Dice algo burlona Luciana.
—Capás encontras algo por ahí —le responde Jonathan a Santiago apuntando con el dedo mientras sigue manejando la lancha. Súcare es su copiloto ahora que observa el mapa que sostiene con la mano. A Roberto se lo observa reflexivo mientras se encuentra sentado al lado de las demás personas, quienes se perciben un poco nerviosas. Enzo también se encuentra pensativo desde su lugar sentado en una esquina.
—Si vamos a esta velocidad por ahí llegamos en la noche a tierra, lo más probable es que estemos volviendo a Uruguay o tal vez lleguemos a Brasil— Dice Súcare mientras sigue mirando el mapa.
—Por favor... todo menos Uruguay o Argentina— Les dice uno de los pasajeros que se encuentra más cerca de ellos.
—Por fin coincido en algo con alguien, todo menos Argentina— Dice Santiago que sigue buscando su comida.
—Bueno, entonces tal vez vayamos a las Malvinas— Le dice Jonathan.
—¡Opa!, es buena idea eh. Por ahí no hay zombies en ese lugar, u otra isla un poco más chica en donde no haya tantas personas para mí estaría bien... —dice Santiago.
—Para eso tendríamos que buscar un transporte un poco más grande, con este no creo que lleguemos bien, más después de ver a esos tiburones...— opina Luciana.
—Sí... tenés razón... – Dice Santiago – ... Ahora que lo pienso, esos tiburones arrasaron por completo al toro zombie en mi lista que creé la otra vez, ahora ellos están en el top 1... —
—¿En serio seguís con eso?— Le pregunta algo enojada Luciana.
—Claro que sí, alguien tiene que hacerlo...— le responde y se toma un trago de agua que encontró buscando la comida.
—Ay Dios, dame eso que también tengo sed...— Dice ella acercándole la mano...
*EN ALGÚN LUGAR DE URUGUAY*
Sebastián se encuentra sentado sobre una roca revisando su herida, ya se está recuperando por completo. El lugar está desierto, hay más árboles que casas.
—Che, está bien que me ignores por unas horas, pero ya van a ser dos días que no me mandás ni a la mierda. ¡Decíme que seguís vivo por lo menos hijo de re mil puta! – Grita mientras apoya el dedo índice sobre la oreja derecha. Espera unos segundos así, al no escuchar una respuesta, suspira mientras mira para abajo y cierra los ojos. – Bien, los voy a encontrar yo solo —se levanta y camina hacia la derecha tomando una ruta de tierra.
Llega a la ciudad de Montevideo. El lugar está desierto, no se ve ni un zombie. Algunas aves vuelan en lo alto, hay todo tipo de vehículos destruidos en el camino, algunos edificios están derrumbados, la mayoría de los otros edificios se encuentran con varios vidrios rotos, hay cuerpos extirpados en todos lados que de a poco ya empiezan a notarse su mal olor.
—Esto es nuevo...— Piensa en voz alta Sebastián mientras sigue caminando y mira de un lado para otro. Llega a la costa del mar, inhala fuerte por la nariz y exhala fuerte por la boca mientras mira hacia el horizonte...
Son las veintiuna horas y veinte minutos, Jonathan sigue manejando el bote.
—Creo que veo algo...— Dice John. Se acerca Santiago y mira hacia adelante.
—¿Esos son edificios?...— Se pregunta al ver.
—Creo que sí— Responde John.
—Hay que prepararnos y ver dónde podemos bajar...— Dice Súcare.
—Sí...— Responde Santiago.
Llegan a la costa de una playa.
—¿Dónde creen que estamos?— Pregunta Santiago al bajar del bote, el resto de las personas también empiezan a bajar. Toda la costa está desierta, no se ve ni un zombie.
—¿En serio no sabes? —le pregunta Luciana mientras se le acerca.
—Eeh... ¿Se supone que sí? —pregunta confundido.
—Claro, es de los lugares más famosos del mundo— Le responde algo sarcástica.
—Es Río, ¿no? –pregunta Santiago, aún confundido. Luciana lo mira a los ojos mientras levanta una de sus cejas y baja la otra – Sí, está bien, ahora ya sé, confirmado, es Río, listo.—
—Bien... La idea nuestra es buscar un refugio para descansar esta noche, si quieren acompañarnos tienen que estar preparados. Son libres de irse cuando quieran, nosotros no nos vamos a quedar en un sólo lugar hasta estar seguros de que no hay zombies y esas cosas, vamos a salir en la mañana hacia el norte— Les dice Jonathan a las personas que no son de su grupo.
—Nosotros queremos ir con ustedes— Le responde una señora con dos hijas adolescentes que en todo momento la abrazan.
—Yo también— Le dice un señor. Todos le dan el okey para poder seguir juntos el camino.
Pasan por un barrio de manera sigilosa, Jonathan está adelante apuntando con una pistola de nueve milímetros, todo el lugar aún está desierto. De pronto escuchan ruidos a lo lejos.
—Ustedes vayan a ese edificio y espérenos, nosotros vamos a ver qué es eso. Si no volvemos salgan en la mañana hacia el norte, nosotros los alcanzamos— Le dice John en voz baja a Súcare, ella le asiente con la cabeza.
Editado: 04.06.2024