El Virus de la Purga

Capítulo XVI

Cada centímetro cubico de corteza cerebral la sentía embotada, me encontraba en un estado de ebriedad aparente, ese instante en el cual no quieres escuchar a nadie más que a ti mismo. La palabras del capitán flotaban a mi alrededor como moscas que transportan en sus peludas patas el excremento que usan para alimentarse, así de incomoda eran para mí toda palabra expulsada de esa boca mentirosa y vil. Claro estaba que el capitán sólo servía a intereses personales y nadie de los que ahí, tendidos sobre el frío metal del autobús nos encontrábamos, le interesaba. La primer persona con la que él capitán había hablado fue Flavio, y él es, la segunda persona a la cual le tengo una profunda desconfianza. Las ideas me daban vueltas todas juntas y no podía aterrizar una sola.

—¿Te sientes mal, Marcos? —Preguntó el capitán al darse cuenta que era ignorado.

—No he dormido bien, señor; necesito descansar un poco.

—En la guerra nunca se duerme o se come bien, muchacho. Deberías descansar un poco sino quieres dormir en combate. He visto muchos que caen rendidos por el cansancio y mueren a manos del fuego enemigo, a muy buenos soldados. Pero insisto en que escuches lo que tengo que decir. De todos los aquí presentes, eres en quien más confío y creo que la información que poseo, te dará cierta ventaja si sabes utilizarla.

Asentí levemente y fijé la mirada en la suya, para aparentar una atención que no estaba dispuesto a prestar, al menos le oiría, mas no le escucharía con la atención que deseaba.

—Antes de que todo esto se fuese al carajo —continuó el capitán—, antes siquiera de que los animales, más antes aún, de que algunos insectos empezasen a desaparecer de la tierra, escuche que había aparecido un nuevo virus, una enfermedad que siempre había estado en la tierra, pero que apenas se atrevía a salir. Las grandes esferas temieron por sus vidas; principalmente por la estabilidad económica. Pero desde la aparición del dinero, no hay nada que no pueda ser comprado o creado. Entonces científicos empezaron a crear una cura, en algún lugar de México…

—¿Por qué en México y no en otro lado? —Dije extrañado.

—Dicen que nadie en su sano juicio crearía un arma dentro de su casa, pero, dependiendo de la necesidad, lo haría en su patio trasero. Así se tendría a mano si se tuviese que ocupar. Nuestro territorio es el patio de ese monstruo.

—¿Habla de Estado Unidos?

El capitán asintió con la mirada.

—Ahora no me cabe duda de que los rumores eran ciertos. Una semana antes de que los animales pequeños empezaran a caer raramente muertos, los grandes círculos empezaron a vacunarse en secreto. Nadie supo de esto. La cura solo estaba a manos de gente poderosa o muy adinerada. La sociedad jamás supo de esta vacuna, se nos dijo que la enfermedad no afectaba humanos. Entonces no sé por qué ellos se vacunaron.

—Disculpe capitán, pero habla con la persona menos indicada. Si quiere respuestas, debería hablar con Jorge o Flavio…

El capitán me dirigió una mirada severa y prosiguió.

—No son respuestas lo que busco, porque seguro que hay nadie sobre la tierra que las tenga. Lo que debes entender muchacho es que, la enfermedad no te transforma, solo te mata y ya. He visto a hombres mordidos por murciélagos gigantes y por esos humanos que habitan la ciudad y ninguno de esos hombres se ha convertido. Simplemente mueren a causa de una gran fiebre que los hace desvariar hasta morir.

>>Las criaturas que habitan la ciudad ya no son humanas y mucho menos producto de la naturaleza. Y te diré por qué.

>>Desde la aparición de las vacunas, de los fármacos, dejamos de ser naturales. Desde el nacimiento ya venimos contaminados por químicos que nos permitirán sobrevivir a enfermedades, que antes nos matarían. Infinidad de químicos entrando y saliendo de nuestros cuerpos a lo largo de nuestras vidas que, si dejamos de consumirlos, seguro enfermaríamos. Tal vez crees que he perdido el juicio. Pero piénsalo por un instante. La raza humana ya había entrado en un limbo rumbo a una artificialidad química. Si todo esto no hubiese pasado, estoy seguro que en un par de cientos de años más, el hombre hubiese llegado a rozar la inmortalidad.

>>Seguro te preguntas cómo es qué llegué a esta conjetura. Pues bien. Hace tiempo conocí a un hombre, le decíamos Crazy, era un tipo extraño. Se apartaba del resto, como si la compañía humana le diera salpullido. Hablaba poco, pero seguía las órdenes al pie. Había entrado al ejército, como muchos de nosotros, para no morir de hambre. Y si sabíamos algo de él, eso era el profundo asco que le tenía a las vacunas y pastillas, pero jamás puso un solo pero para tomarlas.



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En el texto hay: apocalipsis, virus, pandemia

Editado: 08.09.2019

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