Él Viste De Negro

¿Qué pasó aquí?

Joaquín

- De verdad te duele?- le dije tan cerca para que nadie más que no fuera ella escuchara.

- Sí, me duele, pero ahora disfrutaré de la sensación- dice Marcia con un tono particular que solo ella podría usar.

- No logro entender si tanto duele al principio ¿por qué lo sigues haciendo?- toco mi labio inferior con mi dedo pulgar. 

- No solo duele al principio de hecho sigue doliendo en todo el día pero de verdad es inexplicable que este dolor es algo que considero delicioso- me parece que ella está mas loca de lo que la gente cree que soy.

Marcia es la única amiga que tengo desde que tengo memoria y nuestra amistad comenzó hace tres meses aproximadamente cuando ella me pidió un cigarro, a lo que yo ignoré y seguí mi camino sin siquiera mirarla. Ella no soportó eso y con un movimiento rápido me tiró al suelo.

- Estas sordo, niño sombra?- Jamás había sido llamado así , por lo que sonreí aun cuando me dolía la espalda por la caída que ella provocó.

La empujé quedando ahora yo arriba, la miré muy de cerca y tenía los ojos color miel , eran atractivos aunque opacados por las grandes ojeras que tenia alrededor, su rostro estaba sucio, bueno no solo su rostro todo su cuerpo estaba sucio y que decir de su cabello, era un caso perdido.  Ella trató de empujarme pero yo fui más rápido y tomé con una de mis manos sus muñecas llevándolas arriba de su cabeza.

- Qué haces?- preguntó con su respiración agitada.

Me acerqué otro poco y percibí que había un olor desagradable en ella, me acerqué otro poco y ella apartó su rostro del mío, yo sonreí, me levanté y me fui dejándola ahí tirada. No me arrepiento.

Estamos en un callejón oscuro donde suelo venir a verla, ella es una de las personas que la sociedad tacha de basura, de algo que nadie debe ver ni tocar, pero en realidad es una chica genial, sabe escuchar y en ocasiones me hace reír. 

- En qué piensas?- me saca de mis pensamientos.

- Recordaba la primera vez que te vi, fue... peculiar.

- Cállate, siento vergüenza de eso- se queda pensativa un rato- ah cierto- chasquea sus dedos- recuerdo que cuando te fuiste dejándome tirada llegué a pensar que eras mudo y me querías violar.

- Todos creen que soy mudo, que soy...

- Arg duele- guiña su ojo izquierdo de una manera dramática por el dolor que siente en su labio.

- Qué suce... a el limón hizo daño en tus labios- respiro hondo- No deberías de quitarte los cueritos y así evitarías hacer esa horrible cara.

- Ya te dije que es como una adicción el quitarme esa piel muerta de mis labios, al principio duele un poco pero me encanta sentir el ardor. Es raro pero me gusta.

- Debo irme, la basura debe estar buscándome.

- Todavía no entiendo como es que tú y...

- Por favor, ya hablamos de eso y no deseo repetirlo- voy hasta donde se encuentra Marcia, la abrazo y beso su mejilla - No andes hasta tarde por ahí, sabes que puedes dormir en mi casa si no haces mucho ruido- ella solo me sonríe.

- Espera- me dice y volteo hacia ella, está nerviosa- yo...- traga saliva y retoma la palabra- yo quiero salir de todo esto, yo quiero cambiar- sonrío ante esas palabras.

Desde que nos hicimos amigos le dije que la ayudaría en todo, por lo que le conseguí ropa, comida y hasta un techo donde pasaría la noche las veces que quisiera. Hoy me dice que quiere dejar la vida de la calle y yo la ayudaré en esto también.

- Crees que la gente aceptará a una ex presidiaria?- dice y yo la abrazo.

- Qué importa la gente?- la abrazo mas fuerte- Tú solo brilla tanto como puedas- pongo mis manos sobre sus mejillas y hagomque me mire a los ojos - brilla por mi, ya que yo no puedo hacerlo.

Cuando voy a abrazarla nuevamente se escucha un ¡Bang! y yo quedo perplejo mientras que Marcia se estremece hacia delante de pie frente a mi. Yo la sostengo fuerte para que no caiga. Estoy con mis ojos muy abiertos sin entender que está pasando. Aun la sostengo cuando ella comienza a botar sangre por su boca y su cuerpo se debilita tratando de caer pero yo le sostenía más fuerte. Miraba por encima de su hombro pero no había nadie, no veía nada. 

- Gra... gracias, Ardila.

- Espera- le miro a los ojos que se empiezan a apagar-no te despidas, no morirás, lo prometo- ella como puede hace una mueca de sonrisa, me siento angustiado. En ese momento suena otro ¡Bang! y de inmediato ella cae al suelo y yo junto a ella tratando de que su cuerpo no se maltrate. Sí, en ese momento ya era estúpido pensar que su cuerpo se maltrataría cuando era claro que estaba muerta.

Corro con ella en brazos hasta llegar al hospital dejando su cuerpo cerca a la puerta y luego en la distancia tiro piedras para llamar la atención del vigilante y hacer que se de cuenta del cuerpo sin vida que hay en la entrada. Sé que no tiene vida pero deseo que algún familiar le de la santa sepultura que ella se merece.

<Perdón, Marcia>

Voy camino a casa a mi miserable casa, estoy lleno de sangre pero debido a mi ropa oscura puedo pasar desapercibido. Me siento mas miserable que de lo normal pero es algo que no puedo cambiar, extrañaré mucho a Marcia pero no lloraré, solo lloré una vez y fue por una sola mujer y esa fue mi madre.

Abro la puerta de entrada de mi casa y mi padre el gran Maximiliano está en su sofá viendo la televisión. 

- Hasta que se digna en llegar - dice sin siquiera mirarme. - Empaca tus cosas mañana saldremos temprano de esta ciudad.

- ¿Qué? ¿por qué?- no deseo irme. Ir a un lugar donde nadie me conoce significaría escuchar preguntas absurdas sobre como me visto, significaría ver el horror en las caras nuevamente.

- No preguntes y empaca- dice con su tono neutro- no quiero que pienses en escapar o en querer quedarte porque bien sabes que eres menor de edad y sino te vas conmigo te iras al lugar que tanto odias.




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