Danica.
Anteriormente odiaba mi nombre por sobre todas las cosas, todos los niños de la primaria se reían al escuchar mi peculiar nombre, algunos me llamaban Canica, otros decían que porqué mis padres no hallaron otro nombre más feo. En ese entonces me molestaba y lloraba mucho por mi horrible nombre pero hoy siendo toda una mujer de 16 años me siento orgullosa de tener un nombre poco común.
- Oye Dani, subamos a la azotea- de inmediato poso mi mirada en mi amiga Rosa- siento que allá te inspiras para aconsejarme mejor- se levanta de mi cama y camina hacia la salida. Como puedo la halo tomando su muñeca izquierda y tiro de ella, cayendo esta de espalda. - Auuch- se queja.
- Perdón, es que no deseo salir de mi habitación- ella me mira horrible y vuelve a poner su cuerpo completo en mi cama.
-Entonces dime qué te pasa, no me estas prestando atención- es cierto que no la he estado escuchando pero es que ese rostro lo tengo clavado en mi mente, no lo puedo sacar y no quiero hablar de eso porque lo más probable es que piensen que estoy loca.- será por lo del desmayo de aquella noche.
- Supongo que sí- miento - estoy cansada, quisiera dormir un poco -vuelvo a mentir.
- Esta bien, me iré, cualquier cosa me escribes- Rosa se levanta y sale de mi habitación.
Estoy boca arriba con mi espalda pegada a mi cama, ya han pasado dos días después del suceso de la azotea y me da un poco de miedo subir en horas de la noche, qué tal y vea a ese hombre de nuevo o qué tal y aparezca de este lado de mi azotea, ay no que miedo. Debería de ir a un Psicólogo para saber si lo que vi fue real o no. Y si le...
-Hija- doy un salto en mi cama por el susto.
- ¡Ay mamá!- me pongo la mano en mi pecho- me asustaste.
- Perdón, es que Rosa me dijo que estabas cansada e ibas a dormir- Rosa nunca puede cerrar su boca - quería saber si todo está bien, apenas son las seis de la tarde, te duele algo?
- No madre, solo tengo algo de sueño, pero mejor saldré a caminar.
- Me parece perfecto- me sonríe y se va.
No quiero caminar, no quiero hacer nada, solo tengo esa rara imagen de ese hombre o no sé. <Ok Danica tú no eres una cobarde, porqué tendrías que temer a un muerto o fantasma, qué te podría hacer un fantasma ah? O... que no podría hacer. >
-Aaaaaissh- me despeino con ambas manos debido a la confusión- Saldré, no puedo quedarme toda una vida en esta habitación.
Tomo un rápido baño y decido subir a la azotea, espero y esta vez no me de el beriberi. Tomo valor y subo el primer escalón de las escaleras que da a la azotea cuando voy al quinto escalón me devuelvo.
- Mamá quiero que veas algo en la azotea, me acompañas?- mi mamá me mira raro pero no se niega- Llegamos a la azotea y el aire en esta parte de la casa es refrescante, tiene ese no se qué que me encanta.
-Qué es eso que querías mostrarme?- pienso rápido para poder saber si mamá ve algo del otro lado, para ser exacto en la azotea vecina.
- Este... mamá que ves de aquel lado?- señalo la azotea vecina sin mirar- ella echa hacia un lado su cabeza y niega.
- No veo nada- cuando ella dice eso me entra un aire de alivio, yo volteo y efectivamente no hay nada, todo está oscuro como de costumbre.
- No, mamá hacia allá no, digo hacia allá- señalo el cielo hermoso y estrellado de la noche- te quería enseñar lo bella que se ve la noche desde la azotea- mamá sonríe. - Es hermosa cierto?
- Sí, es hermosa, pero más hermosa quedará la carne si se quema por estar acá- comienza a irse - nos vemos abajo. De nuevo estoy sola aquí y tengo miedo.
<Dani, no tencas miedo, eres una guerrera pendeja> <pero tengo miedo> <no mires hacia allá boba> <diga eso no existe, todo fue producto de tu imaginación>
Esas voces en mi cabeza hace que me de rabia, hasta hablar conmigo misma me genera estrés. Me siento en la silla de siempre y me pongo a molestar en mi teléfono, de vez en cuando tiro ojito para aquel lado pero afortunadamente no hay nada, no hay nadie. Es un alivio saber que podré volver a subir a mi lugar favorito sin miedo. Se hacen las ocho y diez de la noche, decido que es hora de bajar a comer, antes de tocar el primer escalón vuelvo a mirar hacia aquel lado y sonrió al no ver nada, respiro hondo y bajo a comer.
Lo espeluznante ya pasó Danica.