Él Viste De Negro

ÉL ES RARO

Joaquín.

Hoy debo ir de compras ya que el gran señor de la casa no pudo hacerlo por estar tomando toda la noche. No es tan malo salir de compras, lo malo es tener que aguantar todas esas miradas de miedo y desaprobación por la manera y color en la que visto. 

Cada vez que salgo de casa a hacer algo en lo que se requiere usar la voz uso un método que las madres usan cuando mandan a sus niños a la tienda de la esquina. Sí, llevo conmigo un papel que le entrego al que atiende y este me hace el mercado pensando que soy mudo, no es tan malo esperar que te echen todo a la canasta y que solo tú debas pagar. 

Llego hasta un pequeño punto de supermercado que está cerca a casa, al entrar muchas miradas se posan en mí pero como de costumbre yo hago caso omiso. Llego hasta donde se encuentra una joven que tiene un suéter que dice el nombre de la tienda y le extiendo el papel, ella no lo mira sino que levanta su mirada para observar mi rostro y al verme sonríe y mira mi nota. 

- Por favor podría conseguirme estos productos ya que... - mira de nuevo hacia arriba pero esta vez no sonríe - Por qué no los pides tú -me dice en un tono despectivo-le señalo la nota con mi índice derecho, ella vuelve a leer - por favor podría conseguirme estos productos ya que tengo problemas con el habla, le agradezco su ayuda- vuelve a mirar hacia arriba y veo en ella una mirada de lastima que no me causa absolutamente nada. - Por favor espere ahí- me señala un pequeño banquito rojo - ya le traigo su encargo.

Llego a casa y veo a varias vecinas barriendo su terraza muy lento y mirando en mi dirección, son las 11 de la mañana, nadie barre su casa a las 11 de la mañana, es más que claro que estas mujeres estaban esperando mi regreso. Cuando estoy abriendo la puerta alcanzo a escuchar algo.

- Es muy apuesto ese joven- dice una - porqué estará de luto? habrá perdido a un ser querido -menciona una voz diferente - seguro a su mamá, yo me fijé que solo entraron dos hombre a esa casa- esta es la voz de la primera mujer que habló -es raro, pero sigue siendo apuesto.

volteo mi cabeza hacia ellas y las mujeres abren sus ojos de una manera muy exagerada y comienzan a barrer de nuevo. Cuando entro a casa mi padre ya no está en el sillón donde lo había dejado antes de salir, supongo que está en la habitación, bueno no debe de importarme. Pongo todo lo que compré en sus respectivos puestos, las carnes y verduras las metí al refrigerador y otras cosas en los cajones de la cocina. Preparo la comida y voy a mi cuarto, no quiero ver a ese hombre.

Se hacen las seis de la tarde y es hora de subir a la azotea. Es el momento en que todo se oscurece y eso me encanta. No suelo hablar con nadie, siempre he sido solo en todo, bueno solo hasta que mamá y Marcia me dejaron. Eran las únicas con las que hablaba abiertamente. Con Maximiliano he cruzado palabras pero no me interesa hablarle a él o a cualquier otra persona. Si hablo con alguien eso significa que me harán preguntas y no deseo responder estupideces que pasan por la cabeza de los que me ven. Me recuesto en el suelo de la azotea para apreciar el cielo de la noche. Escucho voces que provienen del otro lado, levanto mi tronco y veo de nuevo a aquella niña que salió corriendo hace un par de noches, bueno supongo que es ella, está de espalda. Señala hacia acá y luego hacia el cielo. Ah está con una señora y esa señora se va dejándola  sola en la azotea, está mirando hacia acá. Supongo que no puede verme ya que no enciendo las luces y mi vestimenta no ayuda tampoco, ahora se está sentando y... espera porqué la sigo viendo, sacudo mi cabeza y me vuelvo a recostar sobre mi espalda.

Cuando llegará el día en que me largue de aquí, y no hablo de esta casa o del lado de mi padre, hablo de este mundo. 

 




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