Lucia se encontraba sentada en la mesa de su cocina, tomando un café, mientras repasaba todas las actividades que tenía pendiente para ese día. Era lunes, la semana apenas estaba empezando y la mejor manera de hacerlo, era revisando su agenda, para así corregir a tiempo, cualquier detalle que pudiera tener. Era una mujer muy organizada y estructurada, a la que le gustaba tener todo bajo control. Tanto en su vida privada, como personal.
Ese día en particular, se encontraba un poco ansiosa. Edgar Monsanto, dueño de la empresa donde ejercía como Gerente de Finanzas, había citado a todos los jefes de departamento, a una reunión extraordinaria, con la finalidad de presentar al nuevo Gerente de Marketing y Ventas. Motivo por el cual tuvo que reprogramar todas las actividades que tenía dispuestas para ese día.
Edgar, no solía visitar la sede de Oviedo con frecuencia, solo lo hacía en ocasiones puntuales y de suma importancia. Y al parecer, el traer un nuevo Gerente para el área de ventas lo era. No entendía porque hacer tanto alarde para presentar a un nuevo empleado, mayormente, era Recursos Humanos quien se encargaba de hacer ese tipo de presentaciones. Pero si algo no se cuestionaba, era las órdenes del jefe, así que debía asistir a la bendita reunión le gustase o no.
El nuevo Gerente, no había llegado y ya había armado todo un revuelo en la oficina. No solo porque hubiesen citado una reunión extraordinaria, solo para presentarlo, sino por los fuertes rumores que corrían de un lado a otro. Alex Meyer, tenía fama de ser un Don Juan, un mujeriego al que le encantaba ir de flor en flor. Las malas lenguas decían, que había copulado con la mayoría de sus compañeras de trabajo. La verdad, eso era algo que poco le importaba. Nunca se había interesado la vida personal de ninguno de sus compañeros y esta no sería la excepción. Lo que realmente le preocupaba, era que, por el tipo de actividades que desarrollaban ambas gerencias, debían trabajar a la par y era fundamental mantener una buena comunicación para que todo fluyese en beneficio de la empresa.
Esperaba no tener ningún tipo de inconveniente con el Sr. Meyer. Mientras mantuviera su distancia y se limitará a tratarla con profesionalismo, todo estaría bien. En el tiempo que llevaba trabajando en la corporación, jamás había tenido algún tipo de problema o altercado con algún compañero y esperaba continuar de esa manera. Amaba su trabajo, amaba lo que hacía. Aunado a eso, tenía una buena relación con Edgar Monsanto, y no quería defraudarlo. Él fue amigo de su padre y honrando aquella amistad, le dio la oportunidad de crecer laboralmente en su empresa.
Vio el reloj que estaba en una de las paredes de la cocina y terminó de tomarse el café que le quedaba en la taza. Eran las siete de la mañana y tenía el tiempo justo para ducharse y arreglarse, si pretendía llegar una media hora antes de que comenzara la dichosa reunión.
Se disponía a entrar a la ducha, cuando su teléfono celular sonó. Era un mensaje de Álvaro, su actual pareja.
Buen día, guapa. ¿Cómo amaneces?
Leyó el mensaje y no pudo evitar hacer una mueca. Álvaro era un buen hombre y le quería, pero no como se debería querer a un novio, a tu pareja. En ese momento, no sabía realmente en qué estatus se encontraban. Tenían un año saliendo, y sin embargo, no se sentía completa, ni enamorada, a pesar de los esfuerzos que él hacía por complacerla. Para ella, era solo una relación que le servía de distracción, en medio de la vida ajetreada que llevaba.
Buen día guapo, ya alistandome para ir al trabajo.
La respuesta de Álvaro no tardó en llegar.
Mmmm, pensé que podría pasar a darte los buenos días de una manera más animada.
Ni hablar, sabía perfectamente lo que él quería decir con eso. Ese día ya lo tenía muy liado como para perder el tiempo en un encuentro sexual matutino. Así que le respondió:
Lo siento, hoy debo llegar temprano al trabajo. Tengo una reunión muy importante y no puedo llegar tarde.
Esta vez, la respuesta tardó un poco más en llegar.
Está bien, te escribo más tarde a ver si coincidimos y podemos vernos. Te echo de menos. Que tengas un lindo día.
Ella también lo echaba de menos, pero no de la misma manera. Lo extrañaba como amigo. Podía charlar con Álvaro durante horas y no aburrirse. En ese año se habían hecho cercanos, él siempre la escuchaba y le daba los mejores consejos sobre la parte laboral, ambos tenían la misma profesión y por eso congeniaban tanto. Además de que ambos eran igual de organizados y estructurados. Álvaro era un amante de las reglas y sentía que todo se debía regir por ellas.
Tras responder un simple, Gracias. Igual para ti, dejó el teléfono sobre su cama y entró al baño a darse una ducha. Ese día no podía permitirse ningún tipo de distracción. Ya después le diría para hablar. Debían poner un alto a su situación, de lo contrario se vería afectada la bonita amistad que existía entre ellos.
***
En otro lado de la ciudad, Alex se preparaba para su primer día de trabajo en Oviedo. Mientras se ajustaba el nudo de la corbata, le pidió a Mateo que se apresurara, pues no quería llegar tarde, no podía permitirse dar una mala impresión a sus subalternos.
El niño trataba de seguir el ritmo de su padre, pero se encontraba tan nervioso por su primer día de clases en su nuevo colegio, que quiso hacerse el enfermo para no tener que ir. Pero, ya no podía hacer ese tipo de travesuras, en Oviedo estaban solos, allí no estaba su abuela para cuidarlo mientras se recuperaba de su supuesto malestar. Recordó que su padre le decía que siempre era mejor decir la verdad, así que se acercó a donde se encontraba, tiro con cuidado de la manga de su traje y musitó:
Editado: 01.05.2021