El Viudo Joven

Capítulo 13

Una vez culminada la presentación que expondrían en la junta trimestral. Se enfocaron en lo concerniente a la Expo-Negocios. Ambas actividades serían el mismo día y no podían dejar ningún cabo suelto, por ello, revisaban a detalle cada una de las dispositivas.

Aunque Alex estaba enfocado en su trabajo, no podía dejar de mirar a la hermosa mujer que tenía en frente. Cada tanto, Lucia, le sacaba uno que otro suspiro. Cada día que pasaba, se prendaba más a ella y eso en parte le asustaba. No quería llegar a desarrollar sentimientos profundos. Pero cada vez que la veía, olvidaba por completo que había prometido proteger su corazón.

Una hora más tarde, justo cuando estaban recogiendo todo para marcharse, alguien llamó a la puerta.

—Sí, adelante —anunció Lucia.

—Buenas tardes, ¿Cómo están?

Con una sonrisa en el rostro, el Edgar Monsanto los saludó.

—Edgar, qué gusto tenerte de vuelta —Alex se puso de pie y estrechó su mano.

—Lo mismo digo —intervino Lucia, mientras se levantaba de su asiento.

—¡Mujer Bonita! —Exclamó—estás tan hermosa como siempre.

—Gracias Edgar. Bienvenido —las mejillas de Lucia se ruborizaron. Aunque veía  Edgar como a un padre, siempre lograba con sus comentarios que ella se sonrojara.

—Por favor, toma asiento— le indicó Alex. La manera en que se había referido a Lucia lo había incomodado, así que decidió intervenir en la conversación— ¿Cuándo has llegado? Pensábamos que no te veríamos hasta mañana.

—Sí, pero he decidido pasar a saludar, ya mañana me darán las buenas noticias —esbozó una sonrisa— Me alegra verlos trabajar juntos, a pesar del roce que tuvieron en un inicio.

—La verdad es que tenías razón con respecto a la señorita Hill —respondió Alex— es una mujer de carácter y con poca paciencia, pero la más eficiente de todas —dirigió la mirada a donde ella se encontraba y le dio una sonrisa seductora.

Lucia se había puesto nerviosa, ¿Por qué Alex tenía que hacer esos comentarios delante de su jefe? ¿Qué podría pensar Edgar? Si estaba al tanto de la reputación del Gerente, pensaría que era una de sus conquistas.

«¿Acaso no es eso lo que eres? ¿Su conquista?»

—Emm…  justo estábamos verificando que todo estuviese listo para mañana, ¿Te gustaría algún adelanto? —preguntó con la intención de desviar la atención de Edgar. Sabía lo observador que podía llegar a ser y no quería que sospechara que había algo entre Alex y ella.

—No, tranquila. Ya mañana me mostraran todo con calma. Por ahora me retiro, tengo una reunión con la Jefa de Recursos humanos.

Se levantó de su asiento y se dirigió a la puerta. Justo cuando iba a girar el pomo, se dio la vuelta y pronunció en dirección a Lucia

—Mujer bonita. Me gustaría ir a cenar contigo esta noche, espero no tengas planes.

—Cuenta con eso —La rubia asintió.

—Perfecto. Más tarde te llamo para indicarte donde nos vemos. Alex —esta vez dirigió la mirada a él—, te veo mañana en la presentación —terminó de abrir la puerta y se marchó.

Alex tenía una expresión taciturna en su rostro. En silencio, terminaba de recoger sus cosas, pensando en si debía preguntarle respecto a la relación que tenía con Edgar. No quería tener otra discusión, pero los celos y las dudas lo estaban carcomiendo. Finalmente, decidió preguntar. La comunicación era la base de toda relación y lo mejor era conversar las cosas al momento.

—¿Qué ha sido todo eso? —preguntó.

—¿Perdón? —Lucia enarcó una ceja.

—¿Desde cuándo vas a cenar con el jefe?

—Desde siempre —frunció el ceño— Edgar siempre es muy atento conmigo.

—Define atento.

—Por dios Alex —exclamó—, ¿No me digas que también estás celoso de él? Primero con Raúl, ahora con Edgar.

Si algo detestaba Lucia, era a los hombres celosos y posesivos. Edgar era como un padre para ella y no le iba a consentir a Alex que pensara de mala manera sobre él.

—¿Tengo motivos para estarlo?

—No me respondas con una pregunta —dijo alzando un poco el tono de voz. Eso también lo detestaba, no le gustaban las evasivas, para ella, lo mejor era ir de frente—. Y no, no tienes motivos. Edgar es como un padre para mí. Era el mejor amigo de mi padre, supongo que por eso se preocupa por mí. Siempre que viene a Oviedo me invita a comer para someterme a un tercer grado y asegurarse de que estoy bien.

—Lo siento nena, discúlpame.

Lucia suspiró. De continuar con sus celos estúpidos, se vería obligada a dar por terminado lo que había entre ellos. Procuraba ser lo más transparente posible para que sus parejas confiaran en ella y si Alex no era capaz de ver eso, iban por muy mal camino.

—Ya son como muchas disculpas en poco tiempo ¿No crees? Si no confías en mí esto no va a funcionar.

—No seas tajante por favor —posó su mano sobre la de ella y la acarició—. Lo que pasa es que no te das cuenta de la reacción que provocas en los hombres. Por donde pasas, dejas tíos botando baba. Me voy a volver loco —confesó.




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