Al salir de las oficinas de Corporación Monsanto, Lucia se encontró a Angie. Está, al saludarla, se dio cuenta de que su amiga no estaba bien.
—Amiga, ¿Te pasa algo?
—¿Por qué lo preguntas?
—Mira la cara que traes.
—¿Tan mal me veo? He tenido un día de perros y lo peor es que aún no termina. Tengo un evento esta noche y no puedo faltar.
—Sabes que aquí estoy, por si quieres hablarlo.
—Lo sé. Porque no te vienes a mi casa y así hablamos y me ayudas a arreglarme, ¿Qué me dices?
—Por supuesto, para eso estamos.
Durante el camino, la rubia le contó a su amiga todo lo ocurrido. Agradeció que Angie la escuchara y no la juzgara. Eso, en parte, la alivió un poco. Los años de amistad se veían reflejados en la manera incondicional que estaban la una para la otra.
—¿Cuál crees que se me ve mejor? —preguntó Lucia mientras observaba los dos vestidos que había sacado de su armario. Ambos eran formales, pero uno más escotado que el otro.
—Sin dudas este —Angie le señalo el más escotado de los dos—. El de las transparencias, con ese dices: He venido a matar.
Lucia hizo un mohín. Tenía ganas de matar, pero no de la manera que insinuaba su amiga. Si por ella fuera, no iría al dichoso evento. Lo menos que quería era verle la cara al idiota de Alex y a la regalada de Antonia.
—Si claro, con las ganas que tengo de “matar” —respondió con ironía.
—Vamos Lu. Arriba ese ánimo, cambia esa cara —le pidió su amiga—. Hoy es un día importante para ti. Por lo que me contaste, el brindis que hará tu jefe, no es solo por los logros de Alex, sino del equipo en general. Se lo mucho que te has esforzado por sacar adelante a la empresa.
—Lo sé, pero…
Angie alzó una mano, pidiéndole a Lucia que detuviera su hablar. La conocía y cuando se ponía en plan negativo, había que intervenir inmediatamente.
—¿Recuerdas lo que nos dice tu madre cada vez que nos ve triste?
Lucia esbozó una sonrisa y asintió.
—La música es la mejor medicina para el alma.
Pronunciaron las dos al unísono.
—Exacto. Por eso, ha llegado el momento de escuchar nuestra canción para días tristes.
—¿Cuál de todas? —cuestionó Lucia.
Eran amigas desde el instituto, así que la lista de canciones para días tristes, era bastante larga. A través de la música dejaban salir todos esos sentimientos que las acongojaban, porque como decía Blanca, una vez que la música te alcanza, dejas de sentir dolor.
—Pues la que le viene a este momento, así que arriba que vamos a bailar —encendió el reproductor que Lucia tenía en la sala, activó el bluetooth desde su celular y colocó Lo digo de Carlos Rivera. De inmediato, ambas comenzaron a cantar y bailar.
Te está esperando, nos va alcanzando la luz del día
Que todo lo malo lo va borrando nuestra alegría
Lo digo y lo digo
Te está esperando, mira
Que todo lo bueno llega
Para recordarnos que lo vivido valió la pena
Siempre que escuchaba esa canción, Lucia sentía un subidón de adrenalina. A fin de cuentas, todo lo vivido, bueno o malo, eran experiencias, aprendizajes. Y como decía Sigmund Freud, sólo la propia y personal experiencia hace al hombre sabio. Todo es parte de la vida. Y no se podía decir que se había vivido, sino se habia llorado o sufrido por amor.
Para cuando terminó la canción ambas se encontraban en el piso. Entre carcajadas Angie se puso de pie y le dijo.
—Ven —estiró su mano hasta donde se encontraba su amiga— vamos a dejarte aún más bella de lo que eres. Cuando ese tío te vea, va a lamentar lo que te hizo.
Lucia se miró en el espejo, y se sorprendió al ver el maravilloso trabajo que había hecho Angie. Parecía otra. Tenía mejor semblante y no solo por el maquillaje y la ropa que llevaba puesta. Las atenciones y palabras de aliento de su amiga, le hicieron ver que no podía amilanarse por lo ocurrido. Era normal que una traición doliera, lo que no era normal era quedarse en el dolor, en el sufrimiento. Debía ver el lado positivo. Su relación apenas estaba comenzando. Ciertamente se sentía muy atraída por Alex, pero no podía decirse que lo amaba, que estaba enamorada de él. Así que era cuestión de seguir adelante.
«Fue mejor que pasara ahora y no cuando estuviera perdidamente enamorada de él»
Nunca debió caer en su juego, pero confiaba en que poco a poco ese dolor pasaría. Por ahora, debía ir a la Expo- Negocio y poner su mejor cara. Nadie debía darse cuenta de lo que le estaba ocurriendo, ni siquiera él. Debía actuar como toda una profesional.
***
Eran las nueve de la noche y la Expo-Negocio estaba por comenzar. Ese evento, tanto económico, como social y cultural, le brindaría a la Corporación Monsanto, la oportunidad de interactuar de manera directa con sus clientes y consumidores. La mayoría de los que asistían eran personas interesadas en las diferentes exhibiciones que se encontraban allí, por lo que existía una alta probabilidad de encontrar potenciales clientes, dispuestos a ofertar y comprar.
Editado: 01.05.2021