El Viudo Joven

Capítulo 16

«Respira, respira, respira»

Lucia repetía esas palabras, como si estuviera recitando un mantra. Debía mantener la compostura, no quería arruinar el cumpleaños del niño. Ya tendría tiempo de conversar con su padre, quien definitivamente estaba dando patadas de ahogado.

—¿Tu novia? —cuestionó Megan, dándole una mirada de asombró a la rubia.

Lucia se encontraba inmóvil, no podía articular palabra.

—¡Lo sabía! —exclamó Mateo—. Los vi besarse la otra noche —esbozó una sonrisa. 

—Ven amor, no seas tímida. Mamá no te comerá —dijo Alex acercándose a ella y dándole un tierno beso en los labios. 

Como una autómata, Lucia se acercó a la madre de Alex, le extendió su mano y balbuceó: 

—Mu… mucho gusto señora.

—Es un placer conocer a la novia de mi hijo —Megan estaba tan feliz que le dio un  abrazo, como si la conociera de toda la vida—. Y no me digas señora, llámame Megan. 

—Gracias Megan —musitó, envuelta en los brazos de su “suegra”, dándole a Alex una mirada de odio. 

—Qué lindo que se hayan puesto de acuerdo en la vestimenta —dijo la mujer mayor, refiriéndose a las camisas con el diseño de los vengadores que ambos llevaban puesta. 

Afortunadamente para Lucia, la conversación  se vio interrumpida por la llegada de unos invitados.

—¡Por fin! —suspiró el niño— Dijimos a las 2 pm y ahora es que llegan. 

—Campeón son las 02:20 pm no es tan tarde —Alex sonrió  ante la impaciencia de su hijo—. Ven, vamos a recibir a los invitados. Y tú, hermosa —le dijo a lucia— Te dejo en buenas manos.

Megan aprovechó la ausencia de su hijo para decirle a la rubia lo emocionada que estaba por la noticia que le acababan de dar.

—Realmente estoy feliz de conocerte. No sabes cuánto me alegra saber que, finalmente, mi hijo está rehaciendo su vida —dijo con voz rota. Tenía los sentimientos a flor de piel. Después de la muerte de Elena, Alex se negaba a rehacer su vida —. Espero que más tarde podamos conversar un poco y así conocernos mejor.

Lucia se limitó a asentir. Seguía sin poder emitir palabra. Megan le guiñó un ojo y se dirigió a la mesa de los bocadillos, dejándola a solas con su amiga.

—Ni se te ocurra decir algo al respecto —le advirtió a Angie.

Su amiga le había advertido que se estaba metiendo en la cueva del lobo, sin embargo, ella hizo caso omiso y fue a caer justo en la trampa de Alex.

—Está bien. Solo diré una cosa, has subestimado a Alex Meyer.

—Ya tendré tiempo de aclararle las cosas. Por ahora le seguiré la corriente, no le arruinare el cumpleaños al niño.

—Sí, claro —comentó Angie en un tono sarcástico.

 

Mateo correteaba de un lugar a otro en compañía de sus amiguitos, derrochando felicidad. Su padre se encontraba sentado al lado de Lucia y lo contemplaba con una amplia sonrisa en su rostro al ver que todo estaba saliendo de maravilla. A pesar de lo que había hecho, la mujer que tenía al lado se estaba comportando como una verdadera novia, sabía que era algo temporal, en lo que estuviesen a solas la cosa cambiaría, pero por ahora disfrutaba de su contacto y proximidad.

 —¡Sorpresa!

Una voz muy familiar irrumpió el lugar.

—Titiii—gritó Mateo mientras corría a la puerta.

 —Wow, que hermoso un mini Thor —expresó la recién llegada— Feliz cumpleaños a mi sobrino favorito.

—Gracias titi que bueno que viniste. 

Paso sus bracitos alrededor del cuello de su tía, y esta lo llenó de besos.

—No nos podíamos perder tu cumpleaños por nada en el mundo.

—Tío Félix déjame ver a la nena —se acercó a donde este se encontraba.

—Claro, aquí está la princesa —se agachó quedando a la altura del pequeño, para que pudiera saludar a la bebe.

—Hola Nella —musitó Mateo mientras le daba un beso en la frente a la pequeña Antonella.

Megan que se había percatado del grito eufórico del niño, corrió al encuentro con los recién llegados.

—Hija, no puedo creer que estén aquí —saludó con un fuerte beso a Marta y a su esposo, quitándole a éste la bebe que traía en brazos. Había echado de menos a su nietecita. 

—¿Tu hermano no merece un abrazo? —intervino Alex, quien se había unido al reencuentro familiar.

—Claro hermanito —respondió la menor de los Meyer lanzándose a sus brazos— te he extrañado mucho.

Lucía al ver esa interacción familiar, vio lo afortunado que eran Alex y Mateo. Sintió un poco de nostalgia, tenía tanto tiempo sin ver y recibir un abrazo de su madre. Esperaba poder ir a visitarla pronto como se lo había prometido. A pesar de que tenían tiempo viviendo separadas, siempre la echaba de menos.

 —Lucía, ven acércate.  Ya eres parte de esta familia y quiero presentarte a mi hija y a su esposo —comentó Megan.

—¿Parte de la familia? —cuestionó Marta.

—Si hija. Lucía es la novia de Alex.

—¡¿Novia?! —preguntó algo sorprendida.

—Si hermanita, mi novia —expresó Alex con orgullo.

La aludida se acercó al grupo.

—Mucho gusto, Lucía Hill —dijo extendiendo su mano.

—Un placer, soy Marta, la hermana de Alex.

—Amor parece que nadie sabía de lo nuestro —pronunció la rubia en tono sarcástico.

—No es eso amor. Es que, eres tan especial para mí, que quería que mi familia te conocieran en persona.

Entrelazó sus manos con las de ella, mirándola directamente a sus ojos y le dio un tierno beso en los labios. Ese beso, aunque duró poco, calmó las ansias que tenía de ella. Ya no tenía remedio, la necesitaba, necesitaba sentir su contacto.

—Él es mi esposo Félix —carraspeó la mujer rompiendo la conexión entre los enamorados— y la preciosura que está en brazos de mi madre, es nuestra pequeña Antonella.

—Es un placer conocerlos. Está muy hermosa la nena, Mateo me ha hablado mucho de ella.

—¿Verdad que se parece a mí? —intervino el niño causando que todos soltaran una carcajada.




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