El Viudo Joven

Capítulo 17

Después de casi tres horas de vuelo, llegaron a su destino. Bajaron del avión y retiraron el equipaje. Salieron y tomaron un taxi directo al Hospital Universitario de Heidelberg. Lucia sentía como su ansiedad aumentaba con cada kilómetro se acercaban a su destino.

Al llegar al hospital, solicitaron información en la recepción, donde les indicaron a donde dirigirse. Tomaron el ascensor y una vez en el piso indicado, fueron en dirección a la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) donde se encontraba su madre. Lucia temblaba del miedo. Cruzaron hacia un pasillo y al final llegaron a una sala de espera. Allí se encontraron con Frederick, que tenía el rostro golpeado y el brazo izquierdo vendado, se acercó a él, seguida de Alex que venía con las maletas.

—Frederick, cuanto me alegra ver que estás bien —respiró aliviada.

—Lucía, que bueno que ya estas acá —la abrazó— veo que has venido acompañada.

—Sí, él es Alex, un amigo y compañero de trabajo.

Los hombres estrecharon sus manos.

—¿Qué fue lo que les pasó? ¿Dónde está mamá? —preguntó.

—Estábamos dando un paseo y un conductor ebrio perdió el control e impactó contra nuestro auto. El murió en el acto y… —suspiró—B… Blanca—el nudo que tenía en la garganta le impedía continuar.

—¿Qué le pasó a mi mamá? —gritó desesperada.

—Tu madre se encuentra en estado crítico, tuvo un serio golpe en la cabeza, su cerebro está inflamado —explicó.

—Pero, ¿Está bien?

—Está en coma —agachó su cabeza. Se sentía culpable. Si tan solo fuese maniobrado mejor el volante su mujer no estaría en esas condiciones.

Alex se acercó a ella y posó una mano sobre su hombro para contenerla. Lucia cerró los ojos, rogando algo de estabilidad.

«Se tiene que poner bien. No soportaría perderla al igual que a papá», ese simple pensamiento abrió un agujero en su pecho.

—Necesito verla —pidió.

—Está en la primera habitación a la derecha —dijo señalando la dirección en la que se encontraba la habitación.

Se soltó del agarre de Alex y se fue en la dirección indicada. Al llegar noto que la habitación era como una pecera, con dos paredes de cristal para que todo el personal de la UCI pudiera ver y monitorear a sus pacientes. Desde allí pudo observar a su madre, acostada en una cama hospitalaria, rodeada de máquinas y cables.

Respiró profundo, tomando fuerzas para entrar. Cuando lo hizo, se  aproximó a la cama y el sonido de las distintas máquinas inundó sus oídos. Vio que el rostro de su madre estaba magullado, se sentó en una silla que se encontraba al lado de la cama, tomó su mano y no pudo aguantar más, se quebró. Lloró, lloró como hizo cinco años atrás cuando perdió a su padre.

—Mamá, ya estoy aquí contigo —dijo entre sollozos—. Debes despertar, tú eres una mujer fuerte.  Sé que no me dejaras, aún no —su mano aún se encontraba unida a la de su madre, no podía soltarla. Estuvo en esa misma posición un par de horas, hasta que una enfermera le pidió que saliera de la habitación, llevarían a su madre a realizarle un TAC Craneal (Tomografía Axial Computarizada), y así evaluar su evolución —. Te amo mami, en un rato estaré contigo —le dio un beso en la frente y salió de la habitación.

Alex tenía el corazón roto de verla llorar de esa manera. Tenía rato observándola a través de los cristales de la habitación. Cuando salió, no pudo contenerse y la envolvió en un fuerte abrazo.

—Tranquila nena —le susurró—. Ella va a estar bien.

—No la quiero perder —gimoteó— Ella es lo único que tengo.

—Shhh… Eso no es cierto, me tienes a mí —dijo mientras acariciaba su espalda.

Lucia quiso contradecir lo que él acababa de decirle, pero no tenía fuerzas para iniciar una discusión en ese momento.

—Ven, vamos a la sala de espera. Frederick fue a su casa para tomar un baño y cambiarse de ropa, no quería pero lo he convencido, se veía muy perturbado —murmuró.

—Hiciste bien. Vi que tenía un brazo vendado, le viene bien descansar un poco. ¿Y el equipaje?

—Se lo llevó Frederick, era muy incómodo tenerlo aquí.

—Buena idea.

—¿Te gustaría ir por algo de comer? Así hacemos tiempo mientras traen a tu madre de vuelta a la habitación.

—No tengo apetito.

—No aceptaré un no por respuesta. Andando.

La tomó de la mano y caminaron rumbo a la cafetería del hospital. Debía alimentarse, de lo contrario, también enfermaría.

Ya en la cafetería, Alex intentaba convencerla de que probara bocado.

—Vamos nena, tienes que comer algo. No querrás que cuando tu madre se despierte te vea toda huesuda. Pensará que soy un pésimo novio por no cuidar bien de ti.

—Punto número uno, no eres mi novio. Punto número dos, comeré un poco, solo para no darle un disgusto a mi madre cuando despierte —le dio un pequeño mordisco al sándwich de pavo que tenía enfrente —¿Has llamado a tu casa?—preguntó.

Alex sonrió, le encantaba cuando le puntualizaba las cosas. Por lo menos esta vez no llegó al tercer punto y eso debía ser un avance.




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