El Viudo Joven

Capítulo 26

De regreso a la casa, Lucia se dejó caer en uno de los sillones de la sala. Las palabras que le había dicho Alex, la descolocaron. ¿Eso era todo? ¿Su historia de amor había terminado? Después de todo, eso era lo que ella quería ¿No?

—Cariño, pensé que habías salido a trotar —la voz de Blanca la sacó de sus pensamientos. Su madre, al verla en aquel estado se preocupó—. Pero si estás pálida ¿Ocurre algo?

Lucia tomó una bocanada de aire y cuando pudo contestó:

—Cuando salí, Alex me estaba esperando y me… me ha dicho que me dejara en paz, que espera que consiga a alguien que me haga feliz.

Blanca sabía perfectamente que su hija seguía amándolo, y que esa repentina decisión de alejarse de ella, la estaba afectando más de lo que intentaba demostrar. Así que decidió echar un poco más de leña al fuego, quizás de esa manera su hija dejaría a un lado su orgullo y lucharía por su amor.

—¿Y por qué tienes esa cara? Deberías de estar feliz, a fin de cuentas es lo que le has pedido estos últimos días.

—No es eso mamá. Sé que me quiere, me confesó que se dejó llevar por el miedo a compartir el amor de Mateo y por temor a que me pasara algo como a su difunta esposa, cree que si algo me pasara, no lo soportaría.

Viendo que sus palabras estaban surtiendo efecto, Blanca continuó:

—No puedes vivir una vida con miedo. Si él se deja llevar por sus temores, entonces no te merece.  ¿Recuerdas lo que me dijiste cuando Frederick me propuso iniciar una relación? —Lucia asintió— me dijiste que me diera la oportunidad de volver a amar, de rehacer mi vida, que nunca era tarde. Alex tuvo esa oportunidad y no la supo aprovechar. Ahora es muy tarde, tú ya no lo quieres.

Lo quiero —afirmó—. Así que, aún tiene la oportunidad de rehacer su vida conmigo.

—Pero me dijiste que…

Lucia no la dejo terminar.

—Lo amo mamá, y no me imagino la vida sin él y sin Mateo a mi lado. Sé que ha sido un cobarde, un idiota, al dejarse llevar por el miedo, pero también sé que es un hombre bueno, cariñoso y entregado a su familia, que se ha dado cuenta de su error, que no ha tenido problema en admitirlo, y que en vista de que no lo he perdonado, ha decidido dejarme ir con tal de verme feliz.

Con una sonrisa en los labios, al ver que había logrado su objetivo, Blanca musitó:

—Ahora que estás consciente de todo eso ¿Qué piensas hacer?

—Ir a por él, no puedo permitir que se vaya.

¡Esa es mi niña! —dijo Blanca aplaudiendo con euforia.

Extrañada por el repentino cambio de actitud de su madre, Lucia exclamó:

—Pero… pero ¿No me acabas de decir que no me merece?

—Hija, sólo quería hacerte reaccionar. Somos humanos y nuestro día a día es cometer errores. Lo importante es admitirlos y hacer lo posible por repararlos. Ese muchacho te adora, y si quieren un futuro juntos, deben entender que en toda relación hay altos y bajos, pero lo importante es tener la disposición de seguir adelante a pesar de ellos —le aconsejó— Ahora levántate y ve a decirle lo mucho que le quieres y lo dispuesta que estas a luchar por su amor.

Después de darle un sonoro beso a su madre, Lucia tomó el auto de ella y se marchó. Por suerte Álvaro le había comentado que Alex se hospedaba en el mismo hotel que él.

Conforme se acercaba a su destino, su corazón se aceleró. Desconocía como fuese a terminar su encuentro, pero estaba segura de que sintiendo los dos el mismo amor, las cosas se arreglarían, y con esfuerzo recuperarían su relación.

Estacionó el coche en el aparcamiento del hotel y fue directo a la recepción. Al llegar, una rubia con una encantadora sonrisa la atendió, y le indicó que el huésped por el que ella preguntaba había abandonado las instalaciones. Lucia se llevó las manos a la cabeza, se había ido, había llegado tarde y ya no podría hablar con él.

Derrotada, caminó hacia la salida, cuando sintió que alguien la tomaba por el brazo, al girarse vio que se trataba de Álvaro.  

—Lu ¿Qué te trae por acá?

—Hola, vine a hablar con Alex, pero me dijeron que ya se fue.

—Sí. Hace más de media hora que se retiró. Debo decir que postergó su partida lo más que pudo, tenía esperanzas de que aparecieras así como en las películas románticas y le dieras tu perdón. 

Sorprendida porque él conociera ese tipo de información, con el ceño fruncido musitó:

—Vaya, estás muy bien informado.

—Digamos que Alex y yo, ahora somos colegas —se encogió de hombros.

—No me lo puedo creer ¿Desde cuándo? —preguntó.

—Desde que me di cuenta de lo mucho que te quiere —la rubia abrió los ojos como platos, cada vez más sorprendida por lo que él le contaba— Alex es un buen tipo. Cometió un error, pero me consta que hizo todo lo posible por recuperarte. Cuando me lo encontré en el bar del hotel, lo vi tan desesperado, que le ofrecí mi ayuda —confesó—. Le dije que te diera un poco de  espacio, pensé que de esa manera reaccionarías, pero al ver que mi plan no funcionaba y que seguías dándole negativas, decidió cumplir tu deseo y esta mañana me dijo que iría a despedirse de ti y que se alejaría para que pudieras ser feliz. Creo que ese es el mayor acto de amor que alguien puede hacer.




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