El Zafiro Extraviado

Capítulo seis

10 de marzo

Londres, Reino Unido

La primavera es vista como un nuevo comienzo en muchas culturas: un tiempo donde podemos pasar página y poder cambiar. El sol comenzaba a brillar en la mañana, donde, en las afueras de la ciudad en una pequeña casa, se encuentra alguien que va con retraso al trabajo.

Maldición, está William no me la pasara— pensó Arlet mientras corría como si se tratara de un asesino que la persigue para matarla. correr no era molestia, pues siempre fue una chica de los deportes.—¿Por qué me puse a redactar en lugar de prepararse para el trabajo?— pensó cuando llegó a la estación del metro donde vio su reloj: faltaban unos minutos para la hora de entrada.

Después de una hora de viaje, al llegar a las oficinas, se encontró todo vuelto un caos. las personas corrían de un lado a otro con papeles; habían discusiones en los departamentos BBC parecía el apocalipsis en pocas palabras.—Al parecer, nadie notará que llegue tarde. Mejor para mí— pensó Arlet, analizando todo a su alrededor para planear rápido su movida.

Al llegar vio que alguien se acercaba a la puerta por lo cual se escondió detrás de una de las columnas hasta que salieran—Muy bien Arlet piensa… el ascensor está a unos pocos metros. solo tendría que pasar por los muebles de la sala de espera para esconderme unos segundos después correr rápido al escritorio de la secretaría— que está vacío— para después llegar al ascensor— pensó ideando el plan perfecto.—Lo bueno es que William no se encuentra en su oficina—añadió para sí, mientras una sonrisa se le dibujaba en su rostro.

Corrió a los muebles para esconderse detrás de ellos, evitando que alguien la viera. levantó un poco la cabeza para verificar si el perímetro estaba libre. al intentar avanzar, escucho unas risas, por lo cual bajó la cabeza rápidamente. Cuando las voces se alejaron, levantó la cabeza para verificar otra vez. como no vio nadie corrió rápido a esconderse en el escritorio de la secretaría—Muy bien, Arlet… está cerca de la recta final—pensó, al ver el ascensor. ya estaba en uso; alguien estaba bajando, por lo que se escondió. la espera era larga. parecía como si el ascensor se daño. pero al escuchar, el sonido de unas puertas abriéndose fue escuchar música para sus oídos. Vio que las personas que se alejaban del ascensor, y corrió lo más rápido para esconderse en este y cuando las puertas se cerraron, presionó el botón de su piso para así poder descansar.

El corazón parecía que iba a salir de su pecho. El sudor corría por la frente y la adrenalina aún recorría todo su cuerpo, pero todo se calmó cuando llegó al piso donde estaba su escritorio. Al llegar, se encontró a Kate, que no duró ni un segundo y fue rodearla con un fuerte abrazo.

—¡Gracias a Dios! Pensaba que te habían atrapado— dijo Kate, angustiada, soltando a su amiga.

—En esta vez William no logró atraparme. ya aprendí la lección de la otra vez— dijo Arlet, con un tono seguro y una sonrisa de oreja a oreja.

—Holding la ninja… deberías dar cursos de como escabullirte sin problemas— bromeó un compañero.

—Me recuerda a ese personaje del juego de asesino— dijo otro compañero.

A la rutina de siempre— pensó Arlet, sabiendo que el infierno que le esperaba.

Las horas se hacian largas como si cada una fuera un dia: una tortura donde solo el sonido de la campana de la hora del almuerzo se volvia la salvacion de la esclavitud del trabajo. No se había percatado de que la hora terminó cuando Kate agitó fuertemente el hombro, sacando a Arlet de su mundo.

—Vamos, holding— dijo Kate, mientras la tomaba del brazo para salir hacia el ascensor.

Cuando llegaron al ascensor, este ya estaba en uso, subiendo al piso donde se encontraban las dos chicas. Al detenerse, dentro se encontraba alguien a quien menos esperaban: William. Su figura estaba erguida, mientras observaba fríamente de una a la otra hasta posar su vista en una: Arlet.

—Holding, necesito que vengas conmigo ahora— dijo William, estaba con los brazos cruzados mirándola fijamente.

La adrenalina corría por su cuerpo; el corazón latía que parecía que saldría de su cuerpo. El miedo tenía a Arlet petrificada, como una estatua, hasta que la voz masculina— como si fuera de un encantamiento— la hizo moverse.

—Está bien— dijo Arlet, mientras miraba como su amiga, que tenía una expresión de terror, la veía irse en el ascensor.

El silencio en el ascensor parecía como si fuera el día de la muerte, William solo miraba la pantalla de los números, mientras Arlet, miraba el piso consumida en sus pensamientos.

—Sabes—dice William, rompiendo el abrumador silencio y captando la atención de Arlet.

—Dime— responde Arlet.

—De verdad, admiro tu intelecto a la hora de llegar tarde, parecías un ninja—menciona William con humor.

¡Me descubrió!—pensó Arlet.

—¿Que?— pregunta Arlet, con un tono nervioso debido a lo que escucho.

—Sí, como te movías hasta llegar al ascensor, parecías de esas películas de aventura—agrega William, bromeando sobre ella.

Al llegar a la oficina. Dentro, se encontraba un señor, que estaba sentado en el sofá de la oficina mirando unos papeles.

Sé que vi este hombre en algún lugar, pero no recuerdo bien— pensó Arlet, mientras miraba al hombre.

—Llegaste rápido, william—dijo el hombre, que mirando a william para luego pasar Arlet.

—Fue fácil, apenas abro el ascensor, ya estaba delante mío—dijo William, que caminaba hacia su silla.

Espera un segundo, ¡Es el hombre de la otra vez que llegó a la oficina cuando estaba con William!—exclamó Arlet en su mente, sorprendida de la persona que está delante suyo.

—Sientese, señorita Holding, tenemos algo que hablar—dijo el hombre, mientras ponía los papeles en la mesa que estaba al lado.

Arlet estaba paralizada de los nervios, la ansiedad poseía su cuerpo, el miedo de pensar que sucedería algo malo hacía que su mente fuera una tormenta de pensamientos.




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