Me di cuenta, de que me encanta cuando nos miramos, más que cualquier cosa, es raro, pero en el buen sentido. Siento que me pierdo en ellos, que nos conectamos de alguna forma.
Que te desnudo el alma.
Muchos me han dicho que me estoy haciendo daño, Fernanda, María José, esta última me dijo: «no me gusta lo que haces, te estás haciendo daño». No pensé en ningún momento aquello, no sé el porqué, no siento que me haga daño en este momento, quizás es porque estoy evitando pensar en las reales consecuencias.
Estoy evitando pensar.
Porque pensar es lo que hace que complique las cosas, pensar mucho agota y duele. Porque quiero vivir el momento tan solo una vez, sin extrañarte demasiado ni muy poco, porque me siento cómoda así.
Esperando.
O quizás no, quizás solo estoy viviendo sin miedo por una vez, sin miedo a lo que pase mañana, sin ansiedad. Por eso me gusta.
Por eso me gustas.
En la primera carta te dije que complicar las cosas era lo mío, hoy te digo, que no las estoy complicando más, no más. Al menos contigo.
Porque así estamos bien.
Posdata: La niña que me acosa se ha vuelto muy insistente, aunque me causa ternura, espero que entienda mi libertad como yo la entiendo en este momento. No quiero causarle daño a nadie.
Posdata dos: Nos hemos vuelto a abrazar como antes, a jugar, a acariciarnos como si fuésemos a rompernos, quizás si nos rompamos, se siente como un pecado. Pero está bien así.
Posdata tres: Pensé que nunca la incluiría, pero no pude evitarlo, cuando llegué donde mi abuela, bailé con ella. Me siento tan en paz cuando estoy con ella, pero con ella a solas, al igual que contigo, quizás eso explica el sentimiento. Según la psicología tendemos a buscar a alguien que se parezca a nuestros padres, mi abuela es mi figura fraternal más importante, lo sabes. Ahora que lo pienso esa comparación es extraña, dios mío. En fin, da igual.