Y lo volviste a hacer, volviste a hablarme de él. ¡Y por dios como duele! Me duele, pero sé que una vez que escriba todo, estaré bien de nuevo. Me dijiste como te encantaba que él te celara, aunque fuese contradictorio a tu personalidad.
Yo nunca te celé, por miedo, miedo a que te fueras, como todo lo que cae en mi camino, miedo por todos lados. Aunque por dentro muriera por ganas de hacerlo.
Nunca lo hice.
Nunca hice muchas cosas que debería haber hecho.
Pensé acerca de que cuando no hablas con él, vuelves a mí, pero él volvió a hablarte, así que ya intuyo tu actitud de mañana.
Mañana por primera vez desobedeceré las reglas, desafiaré mi doctrina del miedo, esa doctrina que me impusieron mis padres. ¿Y sabes por qué?
Yo sé que lo sabes.
Ja, me siento muy tonta hoy. La mayoría se ha dado cuenta de cómo nos miramos, como yo te miro. Todos me dicen que me estoy destruyendo poco a poco.
Pero por una vez en mi vida, quizás solo por una vez, quiero decidir por mí misma, me cansé de que todos decidan por mí.
Quiero mi libertad.
Desde ahora voy a hacer lo que se me pegue la regalada gana, desde ahora voy a ser libre.
Ahora me siento mucho mejor, no pensé que escribirte estas cartas me ayudara tanto, de verdad. Oh, se me olvidaba.
Muchas gracias por compartir tus cartas conmigo, sé que soy la primera persona a la que se las muestras, gracias por hacerme sentir especial. Y lo siento, no puedo no sentirme superior a él en este momento. Pero a diferencia de él, yo sí puedo ser tu amiga.
Pero a diferencia de él, yo no voy a irme.