El zorro amarillo y el ave herida

XII: Hermosa

Ese día que grabamos mucho, donde nos encontramos con una junta Larrie y te veías muy feliz. Ese día en donde me hiciste bromas en torno a nuestra relación, llamaste a mi mamá suegra, sabiendo que a ella no le gustas, aquel día sonreí mucho. La pasé muy bien con todas.

Pero ese día también hablé con Valentina, hablamos mucho y me ayudó bastante. Le dije cuanto quería a mi niño rubio, que sentía una conexión que trascendía el tiempo, que no era necesario hablar demasiado, porque es como si ya supiésemos todo del otro, de cómo me recuerda a mi abuelito que ya no está (su parecido es abrumador).

Y ella me dijo que se notaba cuanto lo quería, se notaba solamente por la forma en que decía su nombre.

Joos es de esas personas por la que me quedaría, me quedaría para cuidarlo siempre, porque él es tan bueno que no merece el odio del mundo (aunque demuestre lo contrario con su humor cruel nivel mil).

También hablamos de ti, de cómo sin importar lo que pasase, volvería una y mil veces a ti. De que mientras te tuviese cerca me seguirías gustando, quizás es una razón secundaria por la cual quiero irme, es una razón secundaria porque esta puede cambiar.

Porque todo cambia.

Valentina me dijo que quizás eras mi primer amor de verdad, quizás tiene razón. Quizás eres ese primer amor que tienes cuando eres consciente de lo que haces, y no ese amor infantil en donde estás descubriendo todo, como lo fue Vanessa para mí, mi primer amor infantil correspondido.

Verte leer en el bus, soltando risas de vez en cuando, leer tus apuntes y partes destacadas en "Aristóteles y Dante descubren los secretos del universo"; todo aquello no pudo evitar darme nostalgia de alguna forma.

Quizás incluya mi opinión en esta carta, mi opinión acerca de lo que evitas hablar siempre. Porque sé que estás perdida. Pero pienso que, si quieres estudiar algo, ese algo debe tener las letras en las venas, porque eres tan feliz leyendo, Mariana. Eres feliz, eres triste, eres risa, eres sarcasmo, eres juventud, eres todo.

Eres amor.

Piénsalo, no pierdes nada. Te imagino acercándote a la literatura, criticando algún libro como solo tú sabes hacerlo, notando las referencias de estos, desnudando a los escritores.

Desearía leer esa carta que me dijiste que me escribiste alguna vez. O al menos ver mi nombre en el sobre, mi nombre con tu letra (esa en donde todas las letras se parecen). Creo que me haría muy feliz.

A veces pienso que, si me voy y luego vuelvo, porque Chris tiene razón, uno se va para luego volver. En fin, si vuelvo y te veo nuevamente, sé que caeré de nuevo ante ti, sé que cuando piense en ti cuando esté lejos, lo haré con amor. Es como una certeza extraña que habita en mi interior. No digo que es como que nunca vaya a superarte, ni vaya a querer a nadie más en mi vida, quizás si lo haga, o quizás me pase lo del Síndrome de Katherine. El punto es que, Dios, lo explicaré en otra carta.

O quizás sí sé cuál es el punto.

Ese día me enamoré más de ti.



#27602 en Otros
#8643 en Relatos cortos
#42127 en Novela romántica

En el texto hay: poesia, cartas, el primer amor

Editado: 21.02.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.