Se fueron los "idiota", se fueron las caricias, quiero creer que las miradas aún son las mismas, pero tengo miedo. Haz levantando una pared entre nosotras, una que me muero por escalar y abrazarte como antes lo hacíamos, porque me queman las ganas de probar el fruto prohibido una vez más.
Por probarte.
He suspirado tanto tu nombre, he soñado tanto tu mirada, he deseado tanto tus labios, tu cariño.
Te he deseado tanto, Mariana.
Pero cuando estoy por alcanzarte, pronuncias los nombres que me hieren, y otra pared vuelve a golpearme el pecho, dejándome a punto de quedarme ahí, en el suelo.
En el suelo por ti.
Pero ¿Sabes? No voy a permitirlo, no voy a dejar que nuestro último beso sea en esa fiesta de mierda, no voy a dejar que te escondas en esa máscara de amistad nuevamente, porque sé, tanto como tú, que es lo que nos pasa.
Y yo no puedo ignorarlo.
Leo nuevamente uno de los libros que te gustan, leo las palabras que una vez me dijiste que te recordaban a mí, leo y leo.
Te leo y te vuelvo a leer.
Leer este libro es como tenerte conmigo una vez más, acariciando mi rostro, aquí, a mi lado.
"Donde hubo fuego, soplas.
Donde quedan accidentes, acaricias.
Con la fuerza de quien trata de olvidar a alguien y lo recuerda para siempre."
Si supieras lo que pienso cada vez que te veo, cuantas veces he suspirado tu nombre con anhelo y cariño, tanto cariño.
Si tan solo supieras todo.
Cuando te entregue estas cartas, estoy segura de que habrá un momento en donde no querrás leerlas, en donde incluso las odiarás, las aborrecerás y dirás: "No me importa".
Tal y como me explicaste una vez en matemáticas, cuando me dijiste que te enojabas cuando me aislaba, cuando estudiaba chino, porque lo hacía cuando estaba triste, y no te gustaba.
Y ahí una vez más me atrapaste.