El zorro amarillo y el ave herida

XV: Pesadillas sin fin, nada para ti

Quiero vomitar.

Vomitar tantas palabras, vomitar tus miradas, vomitar tus risas, vomitar tus abrazos, vomitar lo que siento por ti.

Hoy no quería escribir, no quería darte en el gusto de afectarme una vez más.

Porque lo he pensado tanto.

Quiero superarte, quiero dejar de sentirte, pero ahí estás, siempre constante, siempre a mi lado, mujer araña.

Si bien quiero, sé que no podré, que como dije en otra carta, mientras esté cerca de ti, mientras nuestras miradas se crucen, mientras mis labios suspiren tu nombre, mientras mi mente no deje de delinear tu rostro, mientras nuestras conversaciones se revivan en mi cabeza, mientras nuestros corazones estén cerca.

No voy a hacerlo.

Cuando hoy te pedí una foto, una foto para recordarte cuando me vaya, me dijiste que a dónde iba a irme, yo solo te sonreí.

Esa sonrisa triste.

Aunque hablamos de lo lejanas que nos sentíamos, la muralla sigue ahí, y no se irá jamás.

Porque solo nos queda mirarnos furtivamente mientras todos ríen, solo nos queda fingir que estaremos bien, solo nos queda aferrarnos a nuestra amistad.

Solo me queda pensarnos en mi cabeza.

Solo me queda soñarte todas las noches.

Dijiste que estabas preocupada por mí, cuando volví a tener problemas con el idioma de bandera roja y cinco estrellas, me susurraste que todo estaría bien, que yo lo estaría.

Y te creí.

¿Por qué la gente suele decirle la importancia de sus amigos a otra persona? Es algo que me pregunto todos los días, me gusta la sinceridad. Últimamente solo he escuchado mentiras, no las soporto. Solo quiero que alguien sea sincero conmigo por una vez, una maldita vez.

Quiero irme, lo sabes.

Quiero irme, no para seguir siendo cobarde, sino como mi primer acto de valentía.

Sabes que lo haré.

Muchas veces no quiero llegar a mi casa, siempre he pensado que tu casa es aquel lugar a donde te mueres por regresar, al cual necesitas regresar todos los días, quizás la casa de mi abuela es lo más cercano a ello.

Pero aun así debo desprenderme de su seno algún día.

Nuevamente no estoy pensando, solo estoy en mi constante estado de consumismo, buscando alejarme de mis pensamientos por cualquier medio, no quiero que los problemas de mis papás me afecten de alguna forma, ellos pueden arruinar su vida todo lo que quieran, pero no la mía, no más.

Quizás no quiero llegar a casa.

Quizás hoy no llegue a casa.



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En el texto hay: poesia, cartas, el primer amor

Editado: 21.02.2019

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