El zorro amarillo y el ave herida

XXX: Tres millones de años

Por fin me he dado cuenta de porque actué así en aquella fiesta, como tu dijiste: «Idiota».

Ese día me contaste lo del bus, ¿Recuerdas? Bien, aquello me dejó mal, porque no pude hacer nada, no podía ni siquiera repararte, no podía hacer nada. Ni un «Todo estará bien» hubiese servido ese día.

Nada.

No puedo proteger nunca nada, ni a mi mamá, ni a ustedes, ni a ti.

Ni siquiera a mi misma.

Coraza, coraza, escudo.

Cruzadas.

Espero realmente no estar más aquí cuando leas estas cartas, de verdad lo espero. Quizás sea mi mayor acto de valentía.

Quizás soy de las personas que se van y no vuelven, ¿Verdad?

Ahora cada vez que te abrazo, te siento incómoda, quizás no debería hacerlo más. Quizás no haga más cosas que les incomoda a todas.

Solo quiero un soplido más en mi corazón, intentemos avivar mi llama una vez más.

Gracias por todo lo vivido, por los sueños y los pensamientos, por los llantos y por las risas, las locuras, los arranques, todo.

Hoy sentí que realmente te amo.

Gracias.



#29130 en Otros
#9145 en Relatos cortos
#44295 en Novela romántica

En el texto hay: poesia, cartas, el primer amor

Editado: 21.02.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.