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El que ose decir que el dinero no da la felicidad es porque no ha tenido el suficiente.
No tener límites ni barreras se ha convertido en uno de los mayores deleites que he experimentado.
Soy un rey, uno con dominios inmensurables y que no necesita de nadie más para proteger su corona; es más, ni siquiera necesito que alguien reconozca que la tengo. Lo soy, todos lo tienen claro.
El rey, solo en su trono, pero rey al fin. Nadie me dice que hacer, nadie me manipula y tampoco pueden conocer mi identidad.
Aunque, si me lo preguntan, mi reinado se ya vuelto tan rutinario que no tengo idea de porque sigo escribiendo estás cartas. ¿Desahogo? ¡Ja! ¿De qué? Soy tremendamente feliz.
Carros, lujos, una excelente posición y todo lo que quiero es mío. No necesito nada más que esto.
—El Zorro Blanco