El Zorro Blanco I

Capítulo 2: Sueño que mata

"A veces nos aferramos tanto a las cosas que no nos damos cuenta de cuanto daño nos hacen" 
—Taiga Bridger.

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Capítulo 2:
SUEÑO QUE MATA

¡¿Qué importaba si era profesional?! Estaba por perder mi cupo en la universidad y la carrera; mis padres iban a quemarme viva, sería la vergüenza de mi familia y todo porque un viejo idiota no podía soportar que yo era hija de dos grandes periodistas.

El aula se había quedado sola y yo estaba luchando por no comenzar a hiperventilar y entrar en pánico. Necesitaba calmarme de inmediato, pero los pensamientos comenzaban a presionarme.

«Todo tiene solución, todo tiene solución... »

No iba a llorar, no lo haría ni aunque él no tuviera el placer para verme hacerlo. No lo merecía.

Tomé mis cosas y salí caminando hacia la salida. No iba a quedarme a recibir preguntas de todos o hasta miradas de pena. A veces no sabían disimular cuando sentían lástima y yo no planeaba generar ese sentimiento hipócrita en ninguno de ellos.

Antes de salir, alguien me sujetó de la muñeca. Acto seguido, di un paso atrás casi como si el contacto me hubiera quemado y al levantar los ojos me di cuenta de que se trataba de Kevin.

—¿Estás bien? —preguntó con preocupación, al mismo tiempo que se alejó para darme mi espacio.

—Siempre estoy bien, Kevin —intenté ser amable, pero no era buena para  disimular mi irritación.

En él no había nada malo, hasta donde yo sabía. Claro, eso sin tomar en cuenta el séquito de admiradoras que lo seguía a todos lados y daban, cada cierto tiempo, un suspiro para alimentar su ego. Fuera de eso, Kevin era un chico bastante amable, gentil y tremendamente tonto. En todo el sentido de la palabra. Ya no sabía cómo explicarle que no tenía interés en tener una relación. ¡En serio! Dos años de estrategias, explicaciones y manzanitas, pero él seguía sin entiender, continuaba insistiendo en que deberíamos tener "esa charla" que me haría caer ante sus brazos. Iluso.

—Me enteré de lo que pasó en Sociología —procedió con cautela. Obvio que lo sabía, todos debían saberlo.

—Bueno, eso muestra que hay algo más rápido que la luz; los chismes —mi comentario no podía ser más irónico. En esta universidad, habían dos cosas que les salían a la perfección: pasar chismes como si fueran respuestas de examenes e irritarme con cada acción. Bueno, la primera también formaba parte de la segunda.

—Oye, Jane, ya que por fin estamos hablando... —comenzó lo que claramente identifiqué como su inicio de cortejo. Ya lo habia visto varias veces en otras chicas.

Las consecuencias de "Ser un niño mimado" eran tan simples como no aceptar un "No" por respuesta. En el caso de Kevin, parecía no aceptarlo ni aunque el texto estuviera escrito en sangre. Eso lo sacaba por completo de mi lista de "posibles chicos para abandonar mi sueño y coquetear". Lista que, por cierto, estaba vacía.

Mi dominio teórico siempre había sido mi fuerte. Era como un buscador de internet, me gustaba sentir que lo sabía todo, aunque no fuera cierto. Era mi orgullo. Sin embargo, en los sentimientos debía admitir que daba asco. Totalmente patética.

No podía distinguir entre "amor" y "hambre". Muchísimo menos plantearme una relación amorosa.

—Escucha, por... ¿cuántas veces van ya? Kevin,  no estoy lista para esto. No quiero. No me interesa una relación. ¿Puedes entender eso? —enfaticé cada palabra como si hablara con un niño pequeño en un intento por hacerme entender.

Me ajusté el bolso y abrí la puerta para retirarme sin siquiera mirarle de nuevo. Me repetí mentalmente «No es tu obligación sentirte interesada» en un intento por eclipsar mis sentimientos de culpa y remordimiento. Esto era ridículo. Alejaba a todos, ¿cómo se enamoraban de mí?

Caminé mucho más rápido tratando de no pensar en nada, pero la idea de abandonar a Becca en la universidad me estaba comiendo viva, así que solo saque mi teléfono para dejarle un mensaje:
 

Jane:
No te esperaré, lo siento. Fue un día duro. Creo que lo arruine todo, Bec.
Visto ✓✓

Becca:
Ya me enteré. En serio, 
no se que decir.
Visto ✓✓

Jane:
No digas nada. Se que es 
mi culpa y de verdad no
quiero escuchar un regaño 
en este momento. Bye.
Visto ✓✓
 

No quise esperar la respuesta ya que sentí que iba a empeorar las cosas seguir leyendo la decepción en otras personas. Así que apagué el teléfono y lo puse en mi bolso para poder seguir caminando.

Una gota en mi nariz me hizo saltar, luego otra más logro alarmarme; entonces lo supe. Lluvia, justo ahora, lluvia. Empecé a sentir húmedo mis brazos y cabello por la gotas que caían y no me quedó de otra más que continuar mi trayecto. Observé el cielo oscurecido por las nubes y el viento hizo volar algunos mechones de mi cabello que aún no estaban mojados en su totalidad. No iba a sentirme triste, no lo haría.

—Tenías que poner la escenografía, ¿eh? —dije con un tono irónico hacia el cielo tratando de dar una sonrisa.

¡Oh, vamos! No podía estar pensando con tanta negatividad, yo era Janette Brown. No era por presumir, pero tenía un don, un superpoder; hacer cosas imposibles. Intentaba tanto las cosas que a la vida no le quedaba de otra más que cedermelas antes de que mi obstinación le fuera irritante. No iba a rendirme, no de esta manera tan baja y patética. Tenía muchas cosas que hacer y un plan que crear, no podía darme el lujo de perder tiempo con llantos inútiles.




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