T*6*8*6*4*2*4*7*8*B
Grité, grité tan fuerte que sentí que mi garganta iba a desprenderse. Le rogué detenerse, pero me di cuenta de que no lo haría.
Fue la primera de muchas veces en las que entendí que esta sería mi vida y que no podría hacer nada para remediarlo. Que implorar piedad solo lo hacía enojar más, hasta el punto de temerle como si mi vida dependiera de ello.
Y lo hacía...
Ahora, tiempo después, he aprendido a callar, a soportar y lo más importante, a ser la cabeza y no la cola.
—El Zorro Blanco