El Zorzal

Capítulo V

El zorzal emprende el vuelo nuevamente, en compañía de sus inseparables amigos, el queltehue y la golondrina, para descubrir la enigmática respuesta a aquella pregunta dejada por la madre naturaleza: ¿Por qué sigo vivo?

Luego de un pequeño descanso en los bosques, las tres aves decidieron regresar a la ciudad. Mientras estaban surcando los cielos, la pequeña y hermosa golondrina volaba alrededor del zorzal. Este la miraba y le seguía el vuelo, a lo que ella le replicaba. Parecía ser una especie de señal de cortejo, algo común entre las aves. El queltehue solo observaba mientras volaba. Era ya notorio que la golondrina estaba demostrando su amor al zorzal.

De pronto, el queltehue comenzó a piar fuerte para avisar al zorzal y a la golondrina del peligro que venía desde tierra. En efecto, el viaje los llevó directamente hasta un sector residencial cercano al centro de la ciudad, donde en una pequeña plaza cercana, un grupo de gatos pelientos se disponía a devorar a una indefensa ave que estaba asustada. Los gatos, que en total eran alrededor de siete, estaban decididos a repartirse al ave y molerla a pedazos con sus peligrosas garras, maullando amenazantes entre ellos y contra ella.

El zorzal no dudó en ayudar al ave y en compañía del queltehue y la golondrina se lanzó en picada desde los cielos contra los enormes felinos. Al llegar allá, picotearon a tres de los siete gatos y estos se defendieron con sus garras. De inmediato las tres aves se colocaron alrededor de aquella que estaba asustada, para sorpresa de los gatos.

El zorzal pió con todas sus fuerzas en señal de amenaza a los agresivos felinos, lo mismo hicieron el queltehue y la golondrina, pero los pelientos gatos no se dejaron amedrentar por las advertencias de las aves y se prepararon para atacar. El queltehue, advirtiendo la desventaja numérica, se lanzó contra uno de ellos y le picoteó los ojos, dejándolo ciego. El pobre gato salió corriendo sin rumbo hasta la calle, hasta que lo atropelló un auto y lo mandó lejos contra la pared de una casa.

Los otros tres gatos se lanzaron contra las aves, pero el queltehue comenzó a picotear uno por uno a los felinos con ayuda de la golondrina, mientras el zorzal ayudaba al ave a escapar. En eso, apareció un gato negro feo, que se lanzó contra el zorzal, a lo que este respondió con un cabezazo en el aire, seguido por un aletazo a la cara, que lo dejó aturdido. El felino, maullando de dolor y de furia a la vez, le mandó un zarpazo al zorzal, dejándolo inconsciente frente al ave.

La golondrina, al ver a su amado en el suelo, estalló en cólera y piando de rabia fue contra el gato, picoteándolo sin cesar, hasta que en eso le mandó un fuerte aletazo a la cara al felino, derribándole de un golpe y cayendo al suelo. Los otros gatos, al ver caer al que suponían era su líder, se espantaron y se fueron corriendo del lugar.

La golondrina fue a auxiliar al zorzal, que despertó después del fin de la trifulca, siendo ayudado también por el queltehue. En eso se acercó el ave que había sido víctima y pió dándoles las gracias a los tres, especialmente al zorzal por haber sido rescatada. En eso el zorzal observó fijamente al ave y su sorpresa fue enorme cuando se percató de que ella era una zorzal igual que él, pero de plumas rosadas. Los ojos del joven alado se impregnaron de asombro al contemplar la figura de su camarada, algo que a la golondrina no le gustó para nada.

El zorzal trató de acercarse de a poco a la bella ave para manifestarle su afecto, a través de su ala, pero la zorzal rosa le cruzó su ala en contra, manifestando su rechazo y picoteando en la cabeza al joven y valiente alado, para después piarle furiosamente. La golondrina, enfurecida, fue a picotearle por su actitud ingrata y mezquina, a lo que de inmediato la zorzal rosa le propinó una patada al cuerpo, botándola al suelo, para después emprender vuelo. El zorzal, viendo que se iba del lugar, se levantó y emprendió vuelo, en dirección a donde iba ella, dejando atrás al queltehue y a la golondrina, que yacía en el suelo adolorida, siendo socorrida por el primero. Luego de auxiliarla, la golondrina emprendió vuelo para buscar a su amado, siendo seguida por el queltehue.

En pleno vuelo, el zorzal trataba de piar a la zorzal rosa para pedirle explicaciones, a lo que el ave respondía con embestidas al aire contra él. El zorzal la esquivaba, pero seguía sin entender el porqué de esa actitud tan agresiva, a lo que su camarada seguía replicando su actitud de embestir al ave para que cayera al suelo. Con su paciencia ya agotada, el zorzal decidió atacar al ave rosa y ambas se enfrascaron en una pelea de aletazos y picotazos en pleno vuelo por toda la ciudad, hasta que al final dieron con la azotea de un edificio y el astuto zorzal agarró de un ala al ave rosa y la lanzó desde el aire volando hasta la superficie del edificio, impactando contra una barrera, quedando herida.

Sin embargo, el zorzal, que había actuado motivado por la ira, no midió las consecuencias de su acción y arrepentido, fue a socorrer a la zorzal rosa, pero la orgullosa ave lo picoteó violentamente en un ala y le empezó a piar agresivamente, como queriendo recriminar al zorzal por lo que había hecho. El zorzal veía fijamente como le brotaban las lágrimas a su camarada y se compadeció, por lo que retrocedió. El ave rosa no entendió eso último y quiso provocar a su semejante, pero el zorzal pió suavemente, como pidiendo disculpas por lo ocurrido. La zorzal quedó impresionada por su acción y también replicó el mismo piar, como pidiendo disculpas también.



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En el texto hay: naturaleza aves paisaje, vida, vuelo

Editado: 24.10.2019

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