El Zorzal

Capítulo X

Esa mañana, mientras las personas comenzaban sus actividades y el alba asomaba como una cosa cotidiana, las aves de todo el territorio estaban preparadas para ejecutar el plan de aniquilación total contra la especie humana.

El ataque comenzaría una vez que los primeros rayos del sol asomaran en la ciudad. El punto de partida: El campus universitario. Los jotes y las aves comandantes eligieron ese lugar categóricamente por el miedo que experimentan los jóvenes estudiantes a la hora de entrar a sus aulas, apurados y nerviosos por todo y sin tener noción de nada a su alrededor, un escenario propicio para poner a prueba su capacidad frente al poderío alado que les caería encima, sin previo aviso.

Las oleadas de aves comenzaron a agruparse a la señal del escuadrón de jotes. Entre esas se encontraba la de los zorzales, comandados por nuestro joven zorzal, acompañado por sus amigos el queltehue, la golondrina azul, el peuco y la garza, quienes observarían desde los cielos la peligrosa operación.

A medida que el sol asomaba, los estudiantes seguían su camino por el campus, hasta que algunos comenzaron a mirar a los cielos, asombrados por una imagen que les llamaba profundamente la atención.

En efecto, todos los estudiantes y personas que estaban en el campus veían como se reunían en los cielos bandadas de aves, que sobrevolaban en masa, llamando la atención de todos los presentes.

De pronto, sin previo aviso, las aves se dispersaron, dejando los cielos vacíos y sorprendiendo a las personas, sin saber ellas que las aves ya estaban listas para dar el primer movimiento.

Así, la primera oleada, comandada por el escuadrón de jotes e integrada por pelícanos, águilas, halcones y cóndores provenientes de la cordillera, se lanzó al ataque primero, embistiendo violentamente a los asustados estudiantes y atacando a picotazo limpio a todas las personas que estaban dentro del campus. A pesar de la mínima resistencia de los estudiantes, los profesores, los guardias de seguridad y los administrativos, las aves grandes, contadas por cientos, quizá miles, consiguieron obligar a las personas que se encontraban circulando por el campus a esconderse en los techos y en los interiores de los edificios para protegerse del violento ataque de estas aves.

Luego de obligar a los humanos a refugiarse bajo techo y con pocas bajas, la primera oleada se retiró a los cielos azules, sobrevolando el campus a la espera de nuevas instrucciones. Entre los humanos cundía el miedo, llamaban a los servicios de emergencia como desenfrenados, pero nadie les creía que unas aves los estaban atacando.

En eso estaban cuando se escucharon aullidos al interior de los edificios, todos se preguntaban de donde provenían, hasta que salieron al descubierto decenas de animales, en su mayoría perros callejeros, llenos de rabia, atacando sin piedad a los asustados humanos que, después de ocultarse de las aves, tuvieron que salir al exterior. Perros, gatos e incluso guarenes, salieron de los recovecos menos esperados y aunque algunos se defendieron a golpes del ataque de estos animales, varios resultaron heridos por los mordiscos y los rasguños, aumentando el pánico y la tensión en las personas del campus.

De inmediato apareció la segunda oleada de aves, conformada por las gaviotas, los piqueros y las palomas, quienes ejecutaron de inmediato la denominada "Operación Mojón", esto es, el bombardeo a los humanos por medio de elementos fétidos y asquerosos (en palabras simples, disparar caca a los humanos), siendo reforzados de cerca por el escuadrón de jotes que colaboró en la primera oleada. El resultado fue asqueroso, pero exitoso. Todas las personas del campus terminaron embetunadas en mierda podrida, especialmente la de las palomas cochinas, que eran diestras expertas en disparar caca a sus enemigos naturales, especialmente a los humanos.

En ese intermedio el escuadrón de jotes dio la señal para que atacara la tercera oleada, comandada por el zorzal y un séquito de aves menores, entre los que se cuentan golondrinas, canarios, peucos, garzas y por supuesto, zorzales, considerando además al queltehue, la golondrina azul, el peuco y la garza, compañeros del mismo, quienes a pesar de su reticencia a pelear, intervinieron solo para defender a las aves.

De inmediato el zorzal dirigió a las aves menores al ataque contra los atemorizados humanos, quienes no soportaron más humillación, escapando del campus en dirección a las calles, mientras eran picoteados por estos diminutos alados.

Claro que no todos corrían despavoridos. Algunos estudiantes se armaron de valor y con palos y piedras comenzaron a defenderse de las aves, lastimando a varias e incluso matándolas en represalia por las oleadas violentas de asalto sobre ellos. De inmediato las aves comandantes enviaron la reserva, un contingente de aves de las dos oleadas anteriores, con el fin de reforzar a la tercera oleada del zorzal, quién por supuesto ataca sin piedad a los desvalidos estudiantes, a picotazo limpio y a arañazos a través de sus diminutas patas.

Finalmente la incipiente defensa de los estudiantes cedió ante la violencia de las aves (incluso los patos y el cisne de cuello negro que había en una laguna cercana se unieron a la batalla), con lo cual los alados habían triunfado de momento sobre la especie humana.



#25949 en Otros
#3489 en Aventura
#7946 en Relatos cortos

En el texto hay: naturaleza aves paisaje, vida, vuelo

Editado: 24.10.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.