El Zorzal

Capítulo XII

Contra todo pronóstico y con la misión puesta en salvar a la mayor cantidad de camaradas posible, el zorzal y sus amigos, junto con las aves mayores y la reserva de alados, iniciaron una improvisada cuarta oleada contra los humanos, pero ya no con el fin de atacarlos, sino de defenderse y rescatar a los suyos, pues era preferible dar una última batalla y auxiliar a sus camaradas para después retirarse como dignos derrotados, a luchar en una carnicería que era imposible evitar.

Todas las aves que quedaban intactas en combate seguían muy de cerca al joven y valiente zorzal, quien dejó de lado su venganza personal, para volver a ser el de antes, un ave noble y valiente, decidida a proteger a su gente y a aquellos que forman hoy su gran familia, entre ellos sus amigos queltehue, peuco y garza, y su amada golondrina azul, quién la acompaña a su lado, decidida a luchar junto a él por la supervivencia de los suyos.

El escenario más complicado para las aves era la plaza de armas de la ciudad, lugar donde las aves mayores, medianas y menores, seguían defendiéndose del poder de fuego de los militares humanos y de la mayoría de los civiles, quienes en venganza por lo ocurrido en el campus universitario, salieron a las calles para apedrear y apalear a los alados, quienes se ven reducidos de a poco en cantidad por la represalia de los seres humanos.

De inmediato la cuarta oleada comenzó y el zorzal, como un buen comandante, dirigió la operación. Las aves comandantes buscarían a las aves mayores y medianas para reagruparse en la catedral central, mientras el escuadrón de jotes distraen a los civiles y militares junto con las palomas utilizando la tradicional arma mojona (o sea, caca), a lo que el zorzal y sus amigos rescatarían a las aves menores y las mantendrían a salvo en los techos de los edificios. Se ejecutó el plan y de inmediato las aves comandantes comenzaron a volar por encima de los humanos a modo de provocación para que estos atacaran y les cayeran las armas encima unos de otros, aprovechando las aves mayores y medianas de escapar al techo de la catedral. Los jotes y las palomas se reagruparon para atacar con caca a los militares y a algunos civiles con el fin de distraer su poder de fuego, pero la tarea no era fácil, pues los militares ya conocían la técnica de la "Operación Mojón" que se ejecutó en los campos universitarios, por lo que solicitaron a las policías rociar a las aves con gas lacrimógeno para ahogarlas y hacer que cayeran al suelo para ser ejecutadas. La orden se dio de inmediato y aunque los dos grupos de aves ganaron tiempo para salvar a las aves medianas, estos fueron rociados con el mortal gas, cayendo ahogadas de bruces al suelo y siendo exterminadas por los indolentes soldados, policías y civiles humanos.

Mientras ocurría eso, el zorzal y sus amigos llevaban a las aves menores hacia los edificios aledaños para darles instrucciones de abandonar la ciudad y dirigirse lejos hacia el interior, para resguardarse. Casi todas las aves accedieron a la orden del zorzal y se retiraron de la ciudad, con excepción de los zorzales, quienes se negaron a irse. El zorzal les pió con violencia de que se fueran, pero sus camaradas se negaron, replicando el piar violento de su líder, como diciendo: "¡No queremos! ¡Lucharemos a tu lado para proteger al resto de nuestros camaradas alados de los humanos!"

No obstante la intervención del queltehue y el peuco de obligar a los zorzales a retirarse, su amigo les instó a no obstaculizar su determinación, ya que eran digno ejemplo de valor ante la adversidad, por lo que les permitió que los acompañaran para el contraataque final.

En eso la garza y la golondrina piaron para alertar al zorzal de que el peligro se acercaba. Cuando el zorzal y los demás se percataron de ello, un enorme helicóptero apareció de la nada, sorprendiendo a las aves. Los humanos estaban armados con pistolas lanza-redes con el objeto de capturarlos a todos y llevarlos a la superficie para matarlos. De inmediato atacaron los humanos y las aves emprendieron vuelo al instante.

Sin embargo, algunas de esas redes capturaron a un grupo considerable de zorzales y también a una amiga de nuestro conocido alado, la garza.

Cuando la garza fue capturada por los humanos, el peuco se enfureció y fue a su auxilio, picoteando agresivamente a estos, que a pesar de sus cascos de seguridad, aun así, fue astuta al lesionar sus cuellos, que estaban al descubierto.

El queltehue acudió en su ayuda y gracias a que cortó la red con su grueso pico, logró liberar a la garza y a los zorzales. Luego, pió fuertemente al zorzal y a la golondrina para que escaparan todos hacia la catedral, a lo que estos volaron de inmediato al lugar indicado.

Sin embargo, otro helicóptero apareció de la nada y fue a perseguirlos, pero esta vez no con redes de captura, sino que con rifles automáticos, para matarlos sin piedad. Al momento de disparar hacia ellos, un gran número de zorzales comenzaron a ser derribados, y a pesar de atacar hacia la ventanilla de la cabina, los pilotos maniobraron el helicóptero de tal manera que los soldados abrieran fuego sobre los pequeños alados.

En ese momento, el zorzal y la golondrina fueron a embestir a los dos disparadores, uno por cada lado del vehículo aéreo, quedando noqueados, pero a pesar de ello, el helicóptero tenía incorporado una ametralladora fija, con la cual apuntó hacia el zorzal, sus camaradas y la golondrina, pero en ese instante, llega el escuadrón de jotes a gran velocidad para embestir la cabina de los pilotos, logrando que el helicóptero diera vueltas por el aire, hasta finalmente precipitarse contra el corazón de la plaza de armas, una imponente estatua de una diosa antigua, que terminó partiendo por la mitad el vehículo aéreo y explotando al instante, matando no solo a los pilotos, sino también a los jotes.



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En el texto hay: naturaleza aves paisaje, vida, vuelo

Editado: 24.10.2019

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