BASE DE COORDINACIÓN OTAN – SECTOR 12 (BÉRIDA, ESPAÑA)
INFORME DE SITUACIÓN OPERATIVA
Fecha: 28 de diciembre de 2026
Referencia: NSB/SP12/EXP-ZB-2024/Final – Informe técnico y demográfico
Difusión: Interna-Núcleos conectados
Clasificación: Libre
Antecedentes y situación actual
Han transcurrido exactamente dos años desde el desastre a nivel mundial conocido como el Zumbido, el cual causó la muerte masiva e instantánea de la mayoría de la población humana. El fenómeno se originó entre el 22 de diciembre de 2024 y el 3 de enero de 2025. Durante ese periodo, unas emisiones de origen desconocido cubrieron toda la superficie del planeta y causaron fallos cardíacos en todos los humanos expuestos.
Las emisiones cesaron el 3 de enero de 2025. Desde entonces, no se ha vuelto a registrar ninguna anomalía electromagnética en la superficie, la atmósfera ni la órbita terrestre. Las unidades de vigilancia confirman la ausencia de actividad anómala del fenómeno desde esa fecha, aunque los sistemas de observación se mantienen activos y alerta conforme al protocolo de prevención.
Tras el cese del fenómeno, se estableció un periodo de contención de doce semanas antes de autorizar el acceso prolongado y sin protección al exterior. La ausencia de nuevas incidencias permitió que, a finales de marzo de 2025, comenzaran los primeros procesos de reinstalación en el entorno. Desde ese momento, la mayoría de las comunidades abandonaron gradualmente los espacios blindados y rehabilitaron núcleos rurales o zonas urbanas para su uso como asentamientos civiles estables.
Hipótesis sobre el fenómeno
Aunque el origen exacto de El Zumbido sigue siendo desconocido, los equipos de análisis han planteado dos principales líneas de investigación:
-Hipótesis natural: una anomalía electromagnética de origen geológico o solar con una frecuencia capaz de afectar al sistema nervioso humano.
-Hipótesis no terrestre: una emisión de origen extraterrestre, no necesariamente intencionada ni dirigida.
A pesar de sus diferencias, coinciden en un punto: el sonido no era audible, pero se registraba como una frecuencia que sí interfería directamente con funciones vitales humanas. No afectaba a animales, estructuras ni tecnología.
Supervivencia y distribución demográfica
Según los últimos registros coordinados, se estima que unas 83.000 personas han sobrevivido en todo el planeta, la mayoría concentradas en asentamientos rurales, bases militares o núcleos aislados protegidos por estructuras metálicas durante las emisiones.
En el caso de España, se han confirmado 40 asentamientos estables, con una población censada de 2.004 personas, incluyendo menores.
El asentamiento desde el que se emite este informe es el de Bérida–Sector 12, próximo a la antigua base militar, que actualmente aloja a 46 personas, entre ellas 9 menores. El grupo mantiene una convivencia estable y colaborativa.
Reproducción y viabilidad genética
Aunque durante estos primeros dos años la prioridad ha sido estabilizar físicamente, emocionalmente y en términos de recursos los asentamientos, recientemente se ha comenzado a diseñar un plan internacional que pretende garantizar la continuidad de la especie humana a largo plazo. La dispersión geográfica y el aislamiento entre comunidades dificultan la formación espontánea de vínculos reproductivos. Por ello, se propondrán corredores de desplazamiento seguros, contactos por radio entre comunidades y acuerdos de colaboración entre comunidades cercanas. A medio plazo, se valoran estrategias complementarias como la reubicación voluntaria de adultos jóvenes o la fusión de asentamientos cuando sea viable. Aunque estas medidas aún están en fase de coordinación preliminar, se consideran esenciales para evitar el colapso demográfico en las próximas generaciones.
Infraestructura y reorganización social
Los asentamientos funcionan mediante una combinación de:
Comunicaciones y contacto internacional
La red de comunicación entre asentamientos se mantiene gracias a sistemas de radiofrecuencia alimentados por energía solar. Las transmisiones se realizan en franjas horarias coordinadas por regiones y permiten el intercambio de mensajes codificados, datos logísticos y alertas.
En algunos puntos estratégicos, se han reactivado antenas satelitales de bajo consumo conectadas a redes aún funcionales, como Starlink o Iridium, lo que ha permitido recuperar vínculos a larga distancia. Aunque estas señales son intermitentes y limitadas, su uso combinado con la radio y con asentamientos que actúan como nodos de retransmisión ha hecho posible el contacto con comunidades de otros continentes.
Existen comunicaciones confirmadas con más de veinte países, entre ellos Canadá, Argentina, Marruecos y Australia. Se han establecido rutas estables de mensaje diferido, y los equipos móviles han permitido extender la cobertura a nuevas zonas, conectando enclaves aislados. A pesar de la fragmentación, la humanidad sigue comunicada.
Estado emocional y retos futuros
La adaptación emocional ha sido uno de los principales desafíos durante este periodo. Aunque en el primer año se registraron casos frecuentes de depresión, suicidio o colapso psicológico, la incidencia ha disminuido gracias al fortalecimiento del vínculo comunitario, la implementación de rutinas básicas y el apoyo mutuo.