Elara y Caelum una alianza imposible

Capitulo 4

Elara no podía quitarse de la cabeza el desastre del mercado mientras trituraba hierbas en el mortero de piedra. Había cerrado las ventanas de la cabaña y corrido las cortinas, aunque eso no hacía que el espacio se sintiera menos claustrofóbico. Cada tanto, lanzaba una mirada de reojo a Caelum, quien estaba sentado junto a la chimenea con una expresión que mezclaba aburrimiento y diversión.

—¿Piensas mirarme así todo el día? —preguntó él finalmente, rompiendo el silencio.

Elara dejó de triturar por un momento, suspirando profundamente.

—Pienso que deberías estar agradecido de que no te haya dejado en el mercado.

Caelum sonrió, como si el reproche fuera un cumplido.

—¿Y perder la oportunidad de ver cómo enfureces? Eso habría sido una lástima.

Elara negó con la cabeza y volvió a concentrarse en su trabajo. Había logrado conseguir todos los ingredientes necesarios para preparar un antídoto que pudiera eliminar el veneno de la herida de Caelum. El problema era que el proceso era delicado, y cualquier error podía hacer que el brebaje resultante fuera inútil… o peor, tóxico.

—Escucha —dijo ella, mientras vertía un líquido plateado en el caldero que burbujeaba suavemente sobre el fuego—, este hechizo requiere concentración. Así que, por una vez, ¿podrías quedarte en silencio?

—¿Y si no quiero? —respondió Caelum, apoyándose en el respaldo de la silla como si estuviera desafiándola.

—Entonces —dijo Elara, girándose para mirarlo con una sonrisa falsa—, el veneno seguirá en tu cuerpo y morirás lenta y dolorosamente.

Caelum levantó las manos en un gesto de rendición.

—Bien, bruja. Silencio total.

Elara rodó los ojos y volvió a su caldero, vertiendo los ingredientes uno por uno. Murmuraba palabras en un idioma antiguo, haciendo que el contenido del caldero cambiara de color, de verde a azul, y luego a un púrpura brillante. Todo iba bien… hasta que escuchó un ruido detrás de ella.

—¿Qué haces? —preguntó sin girarse, con la certeza de que Caelum estaba haciendo algo que no debía.

—Nada —respondió él, en un tono tan inocente que era claramente sospechoso.

Elara giró la cabeza y lo encontró con una de las pociones más peligrosas de su estante, agitándola con curiosidad.

—¡Deja eso! —gritó, dejando caer la raíz que tenía en las manos y corriendo hacia él.

Caelum la miró, alzando la poción como si quisiera protegerla de su alcance.

—¿Qué es esto? Huele extraño.

—Es una poción de duplicación. Si se rompe, duplicará lo que sea que toque —explicó, tratando de no sonar tan aterrorizada como se sentía.

Caelum la miró con diversión, girando la botella en su mano.

—Interesante…

—No. No es interesante. Es peligroso. ¡Dámela ahora!

Antes de que pudiera quitarle la botella, Caelum tropezó con la alfombra y la poción cayó de sus manos. El frasco se rompió contra el suelo, liberando una nube de humo brillante que llenó la cabaña en cuestión de segundos.

—¡Por la magia ancestral, Caelum! —gritó Elara, retrocediendo mientras el humo comenzaba a disiparse.

Cuando finalmente pudo ver con claridad, Elara abrió los ojos de par en par. Frente a ella había no uno, sino dos Caelum. Ambos tenían la misma expresión sorprendida, aunque uno de ellos parecía mucho más confundido que el otro.

—¿Qué… qué demonios? —preguntó el original, mirando a su doble.

El doble parpadeó y luego sonrió.

—Hola.

—¡No, no, no, no! —exclamó Elara, llevándose las manos a la cabeza—. ¡Esto no puede estar pasando!

—Espera, ¿yo hice esto? —preguntó Caelum, señalando a su doble con un dedo.

—Tú hiciste esto porque no puedes mantener las manos quietas —respondió Elara, fulminándolo con la mirada—. ¡Esta poción no era para jugar!

El doble de Caelum, quien parecía mucho más relajado que el original, se cruzó de brazos y miró a su alrededor.

—¿Así que soy… yo, pero nuevo? ¿O soy el original? —preguntó, como si el concepto lo fascinara.

—Eres un accidente —gruñó Elara, antes de dirigirse al caldero—. Y voy a arreglarlo antes de que las cosas se salgan más de control.

Mientras Elara buscaba desesperadamente una forma de revertir el hechizo, los dos Caelum comenzaron a interactuar, lo que solo complicó más las cosas.

—¿Esto significa que soy tan guapo como pensaba? —preguntó el doble, mirando al original con una sonrisa arrogante.

—Por supuesto que lo eres. ¿Acaso lo dudabas? —respondió el original, claramente disfrutando la situación más de lo que debería.

—¡Ya basta! —gritó Elara, girándose hacia ellos con una mirada feroz—. Esto no es un concurso de vanidad. Uno de ustedes es real y el otro es una copia, y voy a descubrir quién es quién.

El original levantó una ceja.

—¿Cómo planeas hacer eso?

Elara suspiró, agarrando un pergamino de su estante.

—Con un hechizo de revelación. Pero necesito que ambos se queden quietos y en silencio.

Ambos Caelum se miraron entre sí y luego asintieron, aunque sus expresiones decían que no prometían nada.

Elara cerró los ojos, murmurando el hechizo mientras el pergamino brillaba con una luz tenue. Cuando terminó, la luz se dividió en dos haces, uno apuntando al original y otro al doble. Ambos permanecieron en silencio mientras Elara observaba los resultados.

Finalmente, la luz alrededor del doble se desvaneció.

—Ahí está —dijo Elara, señalándolo—. Tú eres la copia.

El doble pareció decepcionado por un momento, pero luego se encogió de hombros.

—Bueno, fue divertido mientras duró.

Con un movimiento de su mano, Elara recitó un último conjuro, y el doble desapareció en una nube de humo brillante.

Cuando el aire volvió a estar claro, Elara se giró hacia Caelum, quien parecía a punto de soltar una carcajada.

—Ni una palabra —advirtió ella, alzando un dedo.

Caelum alzó las manos, pero no pudo ocultar la sonrisa en su rostro.




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