Elara se arrodilló detrás de una roca, lejos del caos principal de la batalla, mientras el amuleto brillaba intensamente en sus manos. La magia dentro de él pulsaba como un corazón desbocado, reaccionando a la energía violenta que la rodeaba. Su respiración era rápida y entrecortada; sabía que no tenía mucho tiempo.
Caelum estaba cerca, moviéndose con una agilidad impresionante mientras derribaba cazadores que intentaban acercarse demasiado. Sus garras brillaban bajo la luz de la luna, y sus movimientos eran precisos, pero incluso él comenzaba a mostrar señales de agotamiento.
—¡Elara! —gritó mientras bloqueaba un golpe de espada con sus garras—. ¡Lo que sea que estés haciendo, hazlo ahora!
Elara ignoró el sudor que le caía por la frente mientras canalizaba su magia en el amuleto. Las runas que había memorizado del libro flotaban en su mente, y con cada palabra que pronunciaba, la luz del amuleto se volvía más intensa.
—Solo un poco más… —murmuró, trazando símbolos en el aire con movimientos precisos.
De repente, una explosión mágica resonó en el claro, y el líder de los cazadores apareció frente a ella, con su espada oscura emanando un aura pulsante.
—¿De verdad creías que podrías detenernos? —preguntó, con una sonrisa fría mientras levantaba su arma.
Elara levantó las manos instintivamente, creando una barrera mágica que bloqueó el golpe de la espada justo a tiempo. Sin embargo, el impacto la hizo retroceder, y su conexión con el amuleto se tambaleó.
—¡No voy a dejar que lo tengas! —gritó, fortaleciendo su barrera mientras el líder atacaba una y otra vez.
Caelum apareció en un instante, embistiendo al líder con toda su fuerza. Ambos rodaron por el suelo, y Caelum logró derribar la espada del cazador, pero el líder no parecía dispuesto a ceder.
—¡Elara, termina lo que empezaste! —rugió Caelum mientras luchaba cuerpo a cuerpo con el líder.
Elara tomó aire profundamente, bloqueando todo lo que la rodeaba excepto el amuleto. Sabía que esta era su única oportunidad.
El amuleto brilló con una intensidad cegadora mientras Elara pronunciaba las palabras finales del hechizo. Una onda de energía se extendió desde él, empujando a todos hacia atrás. Cazadores y lobos por igual cayeron al suelo, aturdidos por la explosión de luz.
Cuando el resplandor disminuyó, el líder de los cazadores se levantó lentamente, con una expresión de furia en su rostro.
—¿Qué hiciste? —gruñó, avanzando hacia Elara.
Ella se levantó con dificultad, sosteniendo el amuleto en alto. Ahora brillaba con un tono plateado constante, y las runas en su superficie parecían haberse estabilizado.
—Sellé la magia. Ahora está contenida de nuevo, pero no por mucho tiempo. —Elara lo miró directamente a los ojos, su voz firme—. Si sigues intentando liberarla, terminarás destruyéndote a ti mismo.
El líder se detuvo, pero su expresión de furia no disminuyó.
—No importa. Mientras el amuleto exista, siempre habrá una oportunidad. Y cuando llegue ese momento, no estarás allí para detenerme.
Antes de que pudiera avanzar, Caelum apareció detrás de él, golpeándolo con todas sus fuerzas y dejándolo inconsciente en el suelo.
—Eso lo detendrá por ahora —dijo Caelum, respirando con dificultad mientras volvía a su forma humana.
Elara lo miró, exhausta pero aliviada.
—Lo logramos… por ahora.
La batalla terminó poco después. Los cazadores que quedaron conscientes recogieron a sus heridos y se retiraron, dejando claro que regresarían eventualmente. Thorne se acercó a Elara y Caelum, con la manada reunida detrás de él.
—Hicieron bien —dijo, con una expresión grave—. Pero esto no ha terminado. Los cazadores volverán, y no podemos depender del amuleto para protegernos.
Elara asintió, sosteniendo el amuleto contra su pecho.
—Lo sé. Por eso debemos encontrar una forma de destruirlo sin liberar su poder.
Thorne frunció el ceño.
—¿Eso es posible?
Elara miró a Caelum, que le devolvió una mirada llena de confianza.
—No lo sé aún —admitió ella—. Pero no lo averiguaremos quedándonos aquí.
Thorne asintió lentamente.
—Entonces haz lo que debas, pero recuerda: esta manada estará contigo, pase lo que pase.
Elara sintió una ola de gratitud mientras miraba a los lobos que los rodeaban. A pesar de las diferencias y los conflictos, habían luchado juntos, y eso significaba algo.
Caelum se acercó a ella, colocando una mano en su hombro.
—¿Estás lista para la próxima parte de esta locura?
Elara lo miró, con una pequeña sonrisa.
—Nunca estoy lista, pero eso nunca me ha detenido antes.
Caelum rió suavemente, y juntos comenzaron a planear su próximo movimiento, conscientes de que la verdadera batalla aún estaba por llegar.