Elara y Caelum una alianza imposible

Capitulo 33

Elara y Caelum permanecieron en silencio, sus miradas conectadas mientras las palabras del guardián resonaban en el aire. La decisión que debían tomar no era solo una cuestión de valentía; era una cuestión de destino. Uno de ellos tendría que convertirse en el recipiente del poder sellado, absorbiéndolo por completo mientras el otro realizaba el ritual definitivo para destruir el amuleto y contener la magia para siempre.

—No voy a dejar que lo hagas —dijo Caelum finalmente, rompiendo el silencio. Su voz era firme, pero había una nota de desesperación en ella.

Elara levantó una mano, deteniéndolo antes de que pudiera decir más.

—Ni siquiera intentes discutir esto, lobo. Sabes que soy la única opción lógica.

Caelum frunció el ceño, dando un paso hacia ella.

—¿Lógica? ¿Crees que puedo quedarme aquí y dejar que arriesgues tu vida?

Elara respiró hondo, manteniendo la calma aunque su corazón latía con fuerza.

—Escucha, Caelum. Yo soy una bruja. Mi magia está diseñada para contener este tipo de energía. Tú eres un lobo, y tu conexión con este poder podría corromperte.

—¿Y qué pasa contigo? —preguntó, su voz llena de preocupación—. ¿Crees que este poder no te afectará?

Elara lo miró fijamente, sus ojos llenos de determinación.

—Sé que me afectará. Pero estoy dispuesta a correr ese riesgo.

El guardián, que había estado observando en silencio, intervino, su voz profunda resonando en el círculo.

—Ambos son dignos, pero solo uno puede cargar con este peso. La decisión es suya, pero el tiempo se agota.

Caelum cerró los ojos, respirando profundamente antes de hablar.

—Si este es el final, quiero que sepas algo. —Abrió los ojos, y en ellos había una mezcla de amor, culpa y desesperación—. Nunca he confiado en nadie como en ti, Elara. Y nunca pensé que encontraría algo por lo que valiera la pena luchar de verdad… hasta que llegaste.

Elara sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas, pero las contuvo.

—Caelum…

—No. Escucha —interrumpió él, dando un paso más cerca de ella—. Si insistes en hacerlo, prométeme que no dejarás que este poder te consuma. Prométeme que regresarás.

Elara lo miró, con el corazón en un nudo.

—Te lo prometo.

Caelum asintió, aunque la expresión en su rostro mostraba que no estaba listo para aceptarlo.

Elara se colocó en el centro del círculo de piedras, con el amuleto en sus manos. El guardián se acercó, observándola con una mezcla de respeto y solemnidad.

—Estás segura de esta elección —dijo. No era una pregunta.

—Sí —respondió Elara, con la voz firme.

El guardián levantó su cabeza hacia el cielo, dejando escapar un aullido que resonó en todo el valle. Las runas en las piedras brillaron con un resplandor cegador, y el aire se llenó de una energía eléctrica que hacía temblar el suelo.

—Comenzaremos el ritual. —La voz del guardián se volvió más profunda, cargada de magia—. Canaliza el poder del amuleto en tu interior, y yo guiaré el sello mientras el lobo te protege.

Caelum se colocó junto a ella, listo para intervenir si algo salía mal.

Elara cerró los ojos y comenzó a murmurar las palabras del hechizo. El amuleto respondió de inmediato, liberando un torrente de luz plateada que la envolvió por completo. Elara sintió cómo la energía se filtraba en su cuerpo, un calor abrasador que parecía desgarrarla desde dentro.

—¡Elara! —gritó Caelum, dando un paso hacia ella, pero el guardián lo detuvo.

—No interfieras. Si rompes la conexión, la destrucción será incontrolable.

Elara apretó los dientes, luchando contra el dolor mientras la magia del amuleto se integraba con la suya. Podía sentir cada fragmento del poder antiguo, como si las voces de los ancestros estuvieran gritando en su mente.

—¡Puedo hacerlo! —dijo entre jadeos, mirando brevemente a Caelum antes de cerrar los ojos nuevamente.

Las runas en las piedras comenzaron a girar lentamente, creando un patrón que convergía en el centro del círculo. La luz plateada se intensificó, envolviendo a Elara por completo.

De repente, la energía pareció estabilizarse. Elara abrió los ojos, ahora brillando con un resplandor dorado, y levantó las manos mientras pronunciaba las palabras finales del hechizo.

—¡Por el equilibrio de este mundo, encierro esta magia para siempre!

La luz explotó en todas direcciones, cegando a Caelum y al guardián. El valle entero se sacudió, como si el mismo suelo estuviera respondiendo al ritual.

Cuando el resplandor disminuyó, Elara estaba de rodillas en el centro del círculo. El amuleto, ahora una simple piedra negra, yacía en el suelo frente a ella.

Caelum corrió hacia ella, arrodillándose a su lado mientras la ayudaba a incorporarse.

—¿Elara? ¿Estás bien?

Ella abrió los ojos lentamente, con una sonrisa débil en su rostro.

—Lo logramos…

El guardián observó desde las sombras, su mirada llena de respeto.

—El equilibrio ha sido restaurado. El amuleto ya no representa una amenaza. Pero este valle será su prisión eterna.

Caelum levantó a Elara en sus brazos, ignorando su propia fatiga.

—Gracias —dijo al guardián, con sinceridad.

El guardián asintió.

—Váyanse ahora. Su viaje no termina aquí, pero han demostrado ser más fuertes de lo que creían.

Cuando salieron del valle, Elara, aún débil, se apoyó en Caelum.

—Prometí regresar —dijo en voz baja, con una pequeña sonrisa.

Caelum la miró, con una mezcla de alivio y orgullo.

—Y lo hiciste, bruja testaruda.

Ambos rieron suavemente, mientras el sol comenzaba a asomarse en el horizonte, marcando el comienzo de un nuevo capítulo en su historia.




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