Electricidad; entre nosotros.

Epílogo

Epílogo

 

 

 

05 de Noviembre; 2024.

 

 

La situación en el país —aunque muchos no lo creerán— mejoró bastante —se podía decir que casi milagrosamente—, a finales del año 2019 ya la liberación iba viento en popa y para el 2020 lo que quedaba era recoger los escombros de aquellos años oscuros que opacaron la belleza del país que se consideraba el más rico del mundo —lo seguía siendo, solo que algo bueno no se puede dejar en malas manos—. Después del apagón muchas cosas cambiaron, había racionamientos de electricidad, no sabías cuando se te iba a ir la luz y era una zozobra vivir en un país a oscuras; las muy conocidas marchas regresaron y con ellas, las muertes, la inflación aumentó más y cada día parecía que vivir era una aventura o un juego de adrenalina; si salías y encontrabas en los mercados algo accesible era un milagro, no podías enfermar, porque si lo hacías no encontrarías medicinas para mejorar tu estado. La cantidad de muertos por falta de alimento, falta de medicamentos o simplemente una mala praxis abundó de manera insana.

Dudabas pensando en si estar vivo en aquél país era un privilegio o si eras netamente afortunado de que no te haya pasado algo que empeorase tu situación.

Todo este proceso de parto —llamémosle así, porque fue horrible—, le retrasó muchísimo las cosas a Estefanía quien se graduaba a mediados de 2019 y tuvo que esperar a finales del mismo año para recibir el título.

Sin embargo, luego de todo el esfuerzo que hizo y los obstáculos que enfrentó obtuvo los frutos, ya que, con Maduro fuera del gobierno el país iniciaba una nueva época, en la que cada persona daría su granito de arena para ayudarlo a salir de la crisis impuesta —cosa que sucedió en el transcurso de todo el año 2020—.

Para la fecha en la que estaban, ya el país parecía otro, estaba entre uno de los más ricos y mejor gobernados del mundo y toda la sangre derramada, era solo un recuerdo del proceso devastador por el cual pasó, sus tierras fueron purificadas y como si se tratase de una lluvia bañando tierra fértil, Venezuela se posicionó de nuevo como uno de los mejores países, la delincuencia cesó, la corrupción igual y aunque aún para 2024 habían vividores que deseaban vivir de su propio pueblo; Estefanía pensaba que cada cambio tomaba su tiempo.

Ella era exitosa, después de un año de escarbar en el rubro de las leyes y hacer una maestría, recibió muchísimas ofertas de empresas, para que esta fuera su representante legal —y esto no tenía nada, absolutamente nada… en serio, nada que ver con James—; y bueno, su relación con James en todo ese tiempo tuvo sus altibajos, un año después de aquél reencuentro ella terminó sus estudios y en pleno Septiembre del año 2020 se casaron y se fueron a vivir juntos, de manera informal —no le avisaron a nadie—.

Suspiró acomodándose un poco uno de los tirantes del sostén.

— ¡No puedo creer que te hayas casado con ese imbécil! —el grito de Eva la sacó de sus recuerdos, arrastrándola al presente, ella le dedicó una mirada cínica, su cabello ya no era de su excéntrico color anterior, lo había suplantado uno más llamativo, el púrpura.

Estefanía estaba en ropa interior de encaje —sí, ya había cogido un poco de gusto en la lencería y había dejado atrás los muñequitos en las panties—, le dedicó una mirada asesina a Eva mientras se rociaba un poco de perfume en las clavículas; el cabello —que de nuevo era castaño— le llegaba a los omóplatos, su cuerpo era harina de otro costal, su apariencia física había cambiado años luz, sus senos eran más voluptuosos, sus caderas más anchas, tenía la cintura más definida y ni hablar de sus nalgas… ¡Le habían crecido mágicamente de la noche a la mañana!

Analizó su anatomía semi desnuda en un espejo de cuerpo completo que tenía en su habitación, le encantaba su figura.

— La gente dice que cuando se casan engordan —silbó una voz ronca desde el umbral de la puerta, mirando a Estefanía descaradamente, su cabello azabache estaba pulcramente rebajado y el acné en su rostro había desaparecido, dejando a Arturo casi transformado y muy apuesto—, pero vergación, parece que tú te pones cada vez más buena.

Estefanía soltó una carcajada alta, notando que su antiguo compañero de trabajo para nada había cambiado.

— ¿Y a ti qué te importa eso? —cuestionó la de cabello purpura, mirándolo iracunda.




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