La mente de Mia era un caos, le parecía tan descabellado todo lo que su padre le contaba que por un momento se preguntó si los ángeles se podían volver locos.
Según su padre, ella no solo era un ángel también tenía una mitad regium, solo el nombre lo creía absurdo, que rayos significaba aquello pero lo más desconcertante de todo es que ella era una princesa. No, ella no entendía nada, porque había esperado tanto para contarle aquello. Su cabeza dolía por recibir tanta información que no era capaz de procesar o entender.
¿Qué diferencia había si ella era regium, ángel o lo que fuera? Ella solo se sentía como Mia, la chica que había huido de lo desconocido durante toda su vida. Enfrentar todo esta situación era demasiado complejo para ella.
Su padre permanecía en silencio mientras ella unía poco a poco las piezas de su vida y de la persona que realmente era. Quería gritarle mil obscenidades, pero él la había cuidado y amado durante toda su vida, incluso renunció a los suyos para protegerla sería muy injusta si tomaba ese comportamiento tan fuera de lugar, se recordaba a sí misma lo mucho que lo amaba para no pelearle por haber ocultado de ella un mundo que jamás pensó que existiera.
—¿Por qué mi madre me abandonó? —Su voz era casi un susurro
—Ella no hizo eso —Lo miró arqueando una ceja cuestionando aquel comentario —. Tu madre te amó desde el primer día que supo que te traía al mundo, pero por tu seguridad no pudo quedarse contigo y desde que eras una bebe yo te he tenido conmigo en el mundo humano.
—¿Por qué no pudo casarse conmigo? No lo entiendo, si soy una princesa entonces ella es la reina —su padre asintió —no se supone que la realeza tiene suficiente poder para hacer lo que le plazca —Raziel suspiro y llevó su mirada algún punto de aquel hermoso jardín.
—Cuando conocí a Marissa ella aún era una princesa, los ángeles no podemos aparecer en el submundo a menos que seamos convocados por alguien, un día ella me convocó, hacía años que nadie lo hacía y solo la curiosidad de cómo se veía aquel mundo hizo que terminara aceptando y apareciendo frente a ella
—¿Para qué te convocó? —Finalmente la miró
—Tu abuelo estaba desfalleciendo, sospechaba que algo raro sucedía y al no saber en quién confiar me llamó para que le dijera si realmente estaba siendo envenenado —Por un momento se detuvo en su historia como quién recuerda viejos momentos —Así era, ella tenía razón, la reina que en aquel entonces no era tu abuela, quería eliminar al rey para apoderarse del reino y usar su linaje como futuros herederos —La miró directamente a los ojos —ese día ella no solo salvó al rey, también a todo el reino, hay ciertos secretos de la realeza que pocos saben, pero sin la raza de tu madre el pueblo entero de Ganondorf podría desaparecer.
—Desde ese día la fui a visitarla cada mañana para verificar que todo en la comida del rey estuviera bien, y de algún modo nos hicimos amigos y terminamos enamorados, durante 120 años fuimos amantes en secreto, los de su raza solo tienen permitidos casarse con humanos o alguien de su misma especie, sabíamos que lo nuestro era prohibido pero de igual forma decidimos mantener nuestra relación a escondidas, ella estaba dispuesta abandonar el título de princesa para vivir juntos nuestro amor en el reino mundano —. La tristeza se apoderó de su rostro, su mirada volvió algún punto en el infinito y dejó escapar un suspiro.
—El rey falleció y cuando la cabeza de una familia regium muere todos los demás miembros obtienen nuevos poderes, es como si la magia del que murió se dividiera entre todos, en una familia normal no hay que hacer una lucha por los poderes porque se dividen entre todos pero por alguna razón con la realeza es distinto y solo uno es el indicado para reinar, se descubre quién tras un rito de sangre entre hermanos.
—Entonces todo lo que me ha pasado es porque mi madre murió
—Lamentable, creo que así es —dijo casi en susurro, ahí se dio cuenta del dolor que seguramente sentía, los ángeles solo aman una vez en su vida y el hecho de saber que su amor había muerto debía dolerle en el alma, miró el rostro de Raziel y pudo ver una lágrima recorrer una de sus mejillas, ella no lo había visto llorar en toda su vida, no podía imaginar el dolor que sentía por perder al ser que amaba, saber que su madre había muerto y que nunca la conocería hizo que algo en ella se rompiera.
—¿Qué sucedió después? —dijo para romper el silencio
—Tu madre fue la elegida
—¿Por qué no renunció?
—No se puede, nunca nadie lo ha hecho pero estoy seguro que hacerlo tendría graves consecuencias, yo tampoco era capaz de decirle que renunciará a su pueblo por mí, así que decidimos distanciamos mantener en secreto todo por el resto del tiempo que nos quedaba juntos antes de que ella se casará con un humano y así hicimos, nos alejamos y no nos vimos en un largo tiempo. Pero un día ella me convocó y te tenía a ti en sus brazos al momento entendí que no podías quedarte, le dijo al rey, su esposo que tu naciste muerta para que no sospechara de tu existencia. No solo es delito nuestro amor también lo eres tú.
—Si nadie sabe de mí, por qué siempre estamos huyendo
—Qué nadie sepa de ti, no significa que no puedan saber quién eres con tan solo olerte —Mia lo miró confundida —. Tienes tantas cosas que aprender —le dijo mientras le acariciaba la mejilla —pero para eso estamos aquí.