Electus 1

La bendición del ángel

Mia y Aiden entraron al gran salón, fueron recibidos por la risa de los presentes y la bella melodía de la música, todos se encontraban felices por aquel día. La decoración era hermosa como siempre todo era blanco y dorado, las velas, las sillas las mesas hasta las cortinas encajaban a la perfección como si estuvieran de alguna manera sincronizados.

Al momento vio a Neahm sentada sola pero a pesar de ello, se veía feliz ella era una banshee que tenía la oportunidad de estar rodeada de ángeles y en una celebración que ninguna otra especie a visto antes, además estar rodeada de tantos seres celestiales provocaba esa sensación de felicidad permanente.

—Veo que tu amiga ya está empezando sufrir los efectos angelicales —Ambos sonrieron —. Si quieres acompáñala yo iré por algo de tomar —Ella asintió y fue hasta la mesa de su amiga.

—Estas preciosa —le dijo antes de sentarse

—Tu igual, tu vestido es extremadamente hermoso

—Me lo hizo una maravillosa diseñadora, pero no te diré su nombre —Mia bromeó y ambas rieron

—Veo que vienes con el angelito guapo

—Aquí todos son bellos

—Tienes razón, pero él lo es por mucho, además creo que le gustas

—Solo es amable conmigo, quizás sea así por algo que he descubierto hoy —Neahm la miró con la expectativa de que le contara —. No puedo contarte pero me acabo de dar cuenta que nos parecemos mucho más de lo que podría imaginar.

—Sabes si fuera solo un poco más chismosa me metería en tu mente y descubriría que es eso que los hace iguales

—Pero no lo harás porque después te sentirás culpable por usurpar mis pensamientos

—Muy cierto

—Señoritas —dijo Aiden mientras colocaba una copa frente a cada una de ellas y se sentaba al lado de Mia

—¿Has visto a mi padre? —le preguntó a su amiga para cambiar el tema de conversación

—La verdad no

—El estará con los demás Principados[1] —Mia miró sorprendida al tranquilo Aiden, quien entendió todo por la cara de la chica —No me digas que nunca te ha dicho lo que realmente es.

—Pues la verdad es que no —Observó a Neahm —. ¿Lo sabías? —dijo en tono acusatorio

—No necesito que me lo diga para saber lo que es, puedo leerlo en su mente, además conozco a tu padre hace años claro que lo sé

—¿Por qué nunca me lo contó?

—Quizás no lo creyó importante —Mia tomó su copa y probó el vino, la verdad no le gustaba mucho pero en aquel lugar todo sabia maravilloso así que quiso darle una oportunidad pero para su sorpresa seguía sin gustarle y no pudo evitar hacer una mueca de desagrado.

—Los Regium odian el vino, quizás por eso no lo toleras —le susurró Neahm —no sé el motivo pero sé que no les gusta, fui testigo de cómo evitan tomarlo —Mia no pudo evitar sonreír por saber que algo tan pequeño de la raza de su madre al menos lo había heredado.

—¿Quieres bailar? —le pregunto Aiden

—Quisiera pero tengo dos pies izquierdos, pero a mi amiga aquí presente se le da muy bien, el miró a Neahm con una sonrisa seductora y le dio su mano como una invitación y ella se la aceptó.

Mia aprovechó la oportunidad para recorrer el gran salón, habían ángeles de muchos tipos, ella los diferenciaba por sus alas o por el hecho de que nunca los había visto en aquel lugar y supuso que venían de lejos para esa celebración, también habían algunos que se vestían mucho más elegantes que el resto. Caminó entre ellos y algunos la saludaron con la cabeza pero ella no se integró en ninguna conversación.

—Tú debes ser Mia la hija de Raziel —le dijo una voz fémina, ella se volteó y se encontró con una hermosa chica de cabello y ojos dorados, tenía un elegante vestido color blanco que resaltaba su atractivo y sus alas, eran preciosas y tenían un brillo celestial que jamás había apreciado

—Así es, pero disculpa que no sepa quién eres

—Oh tranquila, no tienes manera de conocerme, la última vez que visité la tierra aún no habías nacido. Mi nombre es Virtudes princesa —Mia quedó helada ante aquel nombre, tanto que ni cuenta se dio que le llamaron princesa, había leído en sus clases sobre ella, pero no había fotos o algún retrato que la ayudara a conocerla.

Había aprendido que Virtudes representaba la fuerza heroica, que era veloz y que otorgaba milagros especiales a las personas que eran dignas de su ayuda. También sabía que ella intervenía en la sabiduría divina. Lo que más le sorprendió es que fuera una mujer, todo aquello que había leído le hizo idealizar a un hombre, se sintió estúpida por aquel hecho.

—Créame es un placer conocerla —ella sonrió

—Acompáñame te presentaré a mis hermanas y uno de mis tantos hermanos

—Sería un honor —Caminó detrás de Virtudes hasta un grupo donde habían tres chicas y un hombre, todos muy apuestos, pero que ángel no lo era, esa era una de sus principales características.

—Hermano, hermanas —dijo Virtudes y todos detuvieron su plática para atenderla a ella, pero la mirada de todos se quedó en Mia y eso la hizo sentir algo incómoda —. Quiero presentarles a nuestra sobrina —Mia quedó paralizada ante aquella palabra pero si la mayoría de seres celestiales eran hermanos tenía lógica que ella fuera la sobrina de ellos, jamás se había dado cuenta de ese detalle, pero no le sorprendió que fuera Virtudes quién si lo hubiera hecho.



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En el texto hay: fantasia, romance

Editado: 23.03.2022

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