Electus 1

El hogar de las seeles

La garganta la sentía reseca y un fuerte dolor azotaba su cabeza, lentamente abrió los ojos. Divisó un techo hecho de ramas y hojas, no sabía dónde se encontraba. Lo último que recordaba era haber perdido el conocimiento luego de enfrentarse a los Tengus. Con mucho esfuerzo trató de levantarse pero le fue imposible, cada centímetro de su cuerpo dolía por haber utilizado toda su magia.

—Debería descansar su majestad  —miró a un lado y vio a una seele, dejó escapar un suspiro de alivio al saber que no estaba cautiva nuevamente. Las seeles eran criaturas del bosque, eran hadas con tamaño humano.

Su piel era sumamente blanca, provocándole un aspecto pálido parecido al de un vampiro, ese rasgo combinaba a la perfección con sus cabellos color rosa. Mayormente las mujeres tenían el pelo hasta la cintura, los hombres lo dejaban crecer justo hasta poder trenzarlo y mantenerlo así. Sus orejas poseían una forma puntiaguda, sus alas que rara vez mostraban ante desconocidos, brillaban en las noches por la luz de la luna y en el día los rayos de sol producían un efecto arcoíris, sin duda eran una de las criaturas más bellas del reino.

—¿Podrías darme un poco de agua?  —dijo Marissa con una voz gutural.

La seele salió de la pequeña cabaña, en la que apenas cabían dos personas y una cama, casi al momento regresó con una jarra con agua y un vaso. Lo puso sobre una pequeña mesita que se encontraba junto a la reina y le sirvió el agua para luego brindársela.  Marissa terminó bebiendo hasta la última gota que había en la jarra, sin duda se encontraba sedienta.

—Muchas gracias —dijo y le mostró una pequeña sonrisa que le costó mucho esfuerzo formar.

—Un placer servirle su majestad —dijo la seele haciendo una pequeña reverencia —es un honor conocerla en persona finalmente, dentro de poco le traeré algo de comer, por favor descanse necesita reponer fuerzas.

—¿Cómo te llamas?

—Aysha —respondió con un tono tímido

—Gracias por tu ayuda Aysha y por favor llámame Marissa —dijo mientras intentaba incorporarse

—No creo que sea correcto llamarla así

—Por favor, insisto, al fin de cuentas me salvaste la vida —la seele hizo un leve gesto con el rostro aceptado su argumento —¿Cuánto tiempo estuve inconsciente?

—Par de horas, las seeles de la aldea la encontramos en las afuera del viejo palacio, imaginamos que era usted porque con su hechizo un roble salió de la nada en medio de tantas cenizas, nadie a aparte de nosotras puede hacer crecer la naturaleza de esa forma.

—Créeme me costó toda mi energía conseguirlo, me alegro que haya funcionado. ¿En qué aldea estamos?

—Tamati su majes... —la reina la miró arqueando una ceja —Marissa —dijo finalmente la seele entre risitas.

—Gracias al ángel, estamos cerca de mi palacio, necesito llegar a él lo antes posible, dime la reina seele se encuentra aquí

—Lamentablemente no, pero ya le informamos de su presencia y está en camino

—Necesito saber que sucede en el castillo, alguien me traicionó, la vida del príncipe Dustin está en grave peligro

—Solo díganos como la podemos ayudar

—Necesito que contacten con una de sus espías del castillo  —Aysha se sonrojó al escuchar aquello, se suponía que era un secreto  —tranquila todas las especies tienen un infiltrado en el castillo, siempre lo hemos sabido, no hemos actuado al respecto porque la corona no tiene nada que ocultar, dime ocupas algún cargo aquí.

—Soy la hija de la consejera de la reina

—Tu madre es Bijan —Aysha asintió —necesito saber que sucede para estar preparada a lo que me enfrento puedes conseguirme esa información lo más rápido posible, cada minuto que pasa es peor.

—Por supuesto, le traeré comida y ropa para que se bañe, necesita reponer  fuerzas —La reina sonrió mientras la seele se retiraba, esperó allí sentada, miró su vestimenta y realmente necesitaba cambiarla aún llevada uno de sus vestidos de dormir, se encontraba sucio por la pelea y su cabello se encontraba tieso. Un baño y comida la harían sentir mucho mejor, si no podía hacer nada en ese momento al menos se dedicaría a reponer sus fuerzas.

Un toque en la puerta de madera anunció que alguien estaba por entrar, pensó que sería Aysha pero en su lugar había una seele que apenas tendría diez años, con una sonrisa en los labios le entregó ropa, una toalla y le mostró con una mano una cortina que no había notado supuso que allí estaba el baño.

Agradeció a la pequeña y esta se retiró luego de hacerle una reverencia, se levantó lentamente de la cama, tuvo que apoyarse de la pared porque sintió un leve mareo, síntoma de lo débil que aún se encontraba.

Se dirigió al baño, era pequeño pero estaba limpio e iluminado por flores de estrellas, puso una de sus manos sobre una de ellas y pudo sentir el calor proveniente de su luz, eran hermosas y solo las seeles las tenían en su hogar.

Abrió el grifo y comprobó la temperatura del agua, con mucho cuidado de no caerse entró en la bañera y dejo escapar un suspiro de alivio al sentir como finalmente las impurezas de su piel se deshacían con el agua.  En un estante que tenía al lado observó polvo de distintas flores optó por uno de tulipanes lo mezcló con el agua de la bañera y disfrutó de aquel maravilloso olor.



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En el texto hay: fantasia, romance

Editado: 23.03.2022

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