Elijah tardó un día en ir y virar a la ciudad de los elfos, su antiguo hogar, dónde había vivido por años, hasta que su padre fue ascendido y se mudó a la capital para servirle al padre de Marissa y ahora el continuaba su legado siendo un fiel servidor de su reina. Cómo solía hacer entró al palacio por la cocina, amaba el olor que siempre había allí. Miriam una elfa de tamaño pequeño, melena rubia y unos imponentes ojos azules siempre lo complacía con un delicioso pastel de moras, su favorito, se encontraba hambriento y cansado de su largo viaje. Era de noche por lo que el movimiento en el palacio era distinto a durante el día.
Al llegar a la cocina había unos pocos trabajadores recogiendo y guardando la vajilla, normalmente todos disfrutaban su trabajo y no tenían quejas cuando la jornada se extendía hasta las altas horas de la noche por lo que sorprendió al ver que todos tenían una muestra de tristeza en sus miradas. Trató de no hacer mucho ruido para no llamar la atención pero había tanto silencio que el sonido de sus botas resonaba por el lugar.
Vio a Miriam guardando las copas en la inmensa cristalería y fue directo a ella, la tocó del hombro y esta se asustó tanto que la copa que tenía en sus manos terminó cayendo al suelo. Ambos se miraron a los ojos y un rastro de alivio apareció en ella, el no entendía porque había tanta tensión en la cocina cuando normalmente era el lugar más alegre en todo el palacio.
Ambos se pusieron a recoger todos los vidrios y él se encargó de llevar los restos de la copa a la basura. Cuando regresó ya Miriam no estaba donde antes pero la vio a lo lejos sirviéndole un plato de comida y con una sonrisa en los labios se dispuso a caminar hacia a ella, pero su rostro cambio cuando se dio cuenta de que todos lo habían mirado mal por haber sonreído eso le hizo una vez más preguntarse; qué diablos estaba ocurriendo allí.
Se sentó en una larga mesa frente a ella y en silencio la observó mientras le servía un plato con abundante comida y otro con un poco de su tarta favorita, cuando se la entregó él le agradeció y ella se sentó con desdén frente a él.
—¿Qué está ocurriendo aquí? —preguntó bien bajo para que nadie más pudiera escucharlo, Miriam verificó que todos estaban realmente trabajando antes de responder.
—No te has enterado aún —negó mientras se llevaba una cucharada a la boca —La reina ha sido envenenada —Por suerte Elijah ya había tragado porque si no sin duda se hubiera atorado, una mezcla de preocupación y asombro se instauró en su pecho.
—¿Qué dices? —dijo en automático
—Algo raro está pasando, la reina desapareció por días, ambos vimos a Dustin colarse en su habitación y dejar todo hecho un desastre, luego aparece como si nada y manda a Meriel al calabozo y ahora la tratan de asesinar —Miriam era una muy inteligente y observadora por lo que él no ignoró sus sospechas, todo lo contrario se dio cuenta de que ella tenía razón.
—¿Qué crees que suceda? —dijo bien bajito, miró su comida ya no le apetecía había perdido el apetito, la dejó a un lado, miró el postre y como de costumbre ahogo sus penas, tristezas y desesperaciones con aquella tarta como solía hacer. Levantó la vista a la elfa que dudaba si decirle lo que realmente creía —Sabes que puedes confiar en mí verdad, nunca te pondría en riesgo —dijo muy serio, el no mentía, ella no lo sabía pero el pondría su vida en peligro por ella si era necesario.
—No lo sé, pero creo que el príncipe, Meriel o alguien más le tendió una trampa a la reina, ella es inteligente tenía que sentirse en confianza para caer en el engaño de un veneno, hemos sido testigos innumerables veces de cómo ella siempre los identifica —Tenía razón la propia reina le contó que tenía un don, otorgado por un ángel que le entregó esa habilidad como regalo para salvar a su padre de las garras de su madrastra —La reina acusó a Meriel de secuestro, escuché como los guardias del salón del trono lo comentaban
—Es verdad, yo estuve ahí cuando Marissa hizo la acusación
—Esa mujer es una arpía malvada, anda suelta por el palacio y nos obligan a llamarla su majestad —Miriam lo interrumpió molesta
—Ella la había mandado al calabozo y el documento que supuestamente Marissa firmó para que se casara con Dustin es falso, todo encaja pero y ahora como hacemos para salvar a nuestra reina —. Ambos se quedaron mirando sin saber que decir, estaban confundidos y sin saber que hacer o decir, no tenían pruebas de que todo aquello duera cierto, solo simples teorías.
—Dicen que la reina está en sus aposentos pero la verdad es que no lo creo, he pasado varias veces por ahí y no he sentido ruidos, ni siquiera hay guardias en la puerta.
—¿Dónde has notado mayor movimiento?
—Hemos tenido mucho trabajo, apenas he podido salir de aquí, todos temen que la reina muera, nadie quiere a un príncipe que incumple las leyes y pasa por encima de su propio pueblo —Una vez más el silencio reinó, Miriam estaba aturdida por la situación, no quería volver a su aldea, había sido expulsada y rechazada allí por ser hija de un humano con un elfo, la reina la salvó de un tipo que la tenía esclavizada y la había llevado al palacio y su verdadera identidad quedó en el olvido porque allí todos creían que realmente era una elfa, por suerte físicamente se veía como una, solo que no era de pura sangre. Su sueño de tener una vida normal se había hecho realidad gracias a su monarca y solo Elijah conocía su secreto y a pesar de eso en su mirada nunca vio ese desprecio que sí había en los habitantes de Noldor.