Electus 1

La reina ha muerto

El palacio se encontraba en absoluto silencio, solo se sentían los ruidos provocados por los animales nocturnos. Era pasada la media noche y todos descansaban, en los pasillos deambulaban los guardias que custodiaban cada rincón del palacio.

El príncipe Dustin se levantó de la cama, a su lado descasaba Meriel, con cuidado de no despertarla tomó su ropa, se vistió y salió de su habitación. Los guardias le hicieron una reverencia al verlo pero este ni se inmutó, continuó su camino a los calabozos, justo como el mismo había ordenado cuatro de sus mejores hombres custodiaban  la entrada.

—Asegúrense de que nadie se acerque —Dos de ellos asintieron y los otros dos, se pusieron a hacer rondas por la zona

Dustin bajó las escaleras a paso lento, aquel lugar estaba oscuro pero conocía el camino de memoria, más de una vez se había ocultado allí para enredarse con Meriel y planificar a escondidas los planes para derrocar a su madre.

La reina se encontraba en la misma silla, tenía la cabeza caída y alguien había liberado las cadenas que suspendían en el aire, se sorprendió porque él jamás había dado semejante orden, era consciente del poder que habitaba en su madre y de su inteligencia para salir de situaciones problemáticas.

Entró al calabozo y tomó a su madre por la barbilla, levantó su rostro y notó como estaba perdiendo el color, en ese instante ella abrió los ojos, tenían unas abundantes ojeras  pero a pesar de su agotamiento físico la reina sonrió pero desapareció cuando observó los ojos del príncipe y se dio cuenta que Dustin no era el ser que habitaba realmente en aquel cuerpo.

Ella no solo conocía su hijo, también a sus enemigos y era consciente de la manipulación mental que pueden hacer las banshee pero aquel efecto tenía un pequeño error, que si conocías realmente a la  persona podías definir y no ser engañado, los ojos de Dustin se veían de color violeta, cuando naturalmente eran oscuros.

—¿Qué quieres? —dijo la reina, hizo un gesto de rechazo para que dejara de acariciarle el rostro

—Pensé que tardarías más en darte cuenta

—No cuando conozco a mi hijo a la perfección sus ojos son negros

—Cierto, olvidé ese detalle —Aquella magia era sumamente poderosa y antigua, solo Fairud conocía sobre ella, justo por eso la reina estaba confundida, a la mañana siguiente Dustin recordaría solo lo que Meriel deseara y pensaría que todo fue obra suya.

—¿Cómo sabes hacer esto? —Meriel, que movía los hilos dentro de Dustin, respondió

—Mi padre, me enseñó

—Pero él está muerto —dijo Marissa muy segura

—Su cuerpo murió, su alma no puede morir —Se quedó en shock, se suponía que había sido eliminado, no era cualquier adversario, acaso la oscuridad que las profecías anunciaban eran por él.

—Supongo que vienes a terminar lo que empezaste —dijo para que su sorpresa no fuera notada

—Así es, pero antes dime dónde está la joya oculta en tu corona

—¿Para qué la quieres?

—No te enseñaron que responder una pregunta con otra es de mala educación, no es tan difícil imaginar para que la necesito

—Nunca la encontrarás te lo aseguro

—Eso ya lo veremos —dijo Meriel, antes de tomar un látigo y darle en la espalda a Marissa

—Si descubren que estás haciendo esto te mataran

—Recuerda que todos me ven como el príncipe en estos momentos nadie me cuestionaría —Volvió a golpear a la reina, quien apretó los dientes para no chistar por el dolor. Se encontraba agotada, hambrienta y sedienta pero jamás le daría a ella el gusto de verla sufrir.

—¿Dime dónde la tienes?

—Jamás —gritó Marissa

Meriel continúo golpeando a la reina, hasta que en su piel se hicieron grandes heridas, cuando se detuvo, la reina tuvo un momento para respirar y fue ahí cuando al levantar su rostro observó a una hermosa niña de cabellos rojos parada justo en frente de ella. Meriel pasó justo por dónde esta se encontraba, provocando que desapareciera como humo, pero al poco tiempo la imagen se reconstruyó de la nada y la chica que la observaba con ojos vidrioso la miraba.

Marissa usó la poca magia que le quedaba para lanzar un hechizo para que Mia no la recordara así a la mañana siguiente, no deseaba que el único recuerdo que tenían juntas fuera de un momento como este.

La joven sonrío al darse cuenta que era idéntica a la mujer de cabellos plateados, pues al parecer la había reconocido, se dio cuenta que en frente tenía a la mujer que siempre había deseado conocer, pero nunca imaginó que sería en aquellas circunstancias quería ayudarla pero no sabía cómo. Marissa sonrió y en ese instante apareció Meriel con un cubo lleno de agua fría que lanzo sobre ella, provocando que se le entumecieran las rodillas y piernas. Cada golpe que tenía en la espalda ardía pero aun así Marissa sonrió, sabía que ese sería su fin al menos había tenido la oportunidad de ver a su hija, su niña y era tan hermosa su pelo era como el de su padre, tenía el rostro de ella, pero su sonrisa era exactamente como la de Raziel. Verla llorar por las torturas de Meriel fue una prueba de que era una gran persona, desde antes lo sabía pero en ese momento confirmó que el alma de Mia era tan pura como la de los ángeles.



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En el texto hay: fantasia, romance

Editado: 23.03.2022

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