Raziel y Mia se encontraban en el jardín trasero a solas en medio de fría noche. Ella tenía el cuerpo cubierto por una manta, ambos permanecieron en silencio un largo rato, procesando aún todo lo ocurrido en tan solo un día, demasiadas emociones y noticias para procesar. En las manos de Raziel se encontraba la carta de Marissa, Mia estaba tan nerviosa que no se creía capaz de leerla.
Ambos se miraron a los ojos y encontraron en el otro exactamente el mismo temor. Justo en aquel lugar había empezado todo, Mia no lo sabía pero Raziel era consciente de que la noche en que su hija activó su lado Regium fue una señal del proceso de herencia de poderes producto de la muerte de Marissa, el solo le había explicado lo esencial omitiendo los detalles.
De alguna forma aquel sitio le ayudaba a recordarla, la amaba tanto que le dolía profundamente su pérdida, aunque estuvieran lejos durante años se encontraba tranquilo porque estaba seguro que se encontraba bien.
Los ángeles solo se enamoran una vez en sus vidas y él se encontraba feliz de haber vivido aunque sea por poco tiempo su historia de amor. El día que Raziel entregó su corazón a la antigua reina, fue un acto sin reversa, producto de este amor nació Mia, lo más valioso de su vida y de algún modo presentía que por primera vez se tendrían que separar y ella iniciaría la aventura de la vida. Muchas veces sentía deseos de cambiar de lugar con ella para liberarla de la carga que poseía por ser tan solo ella.
—¿Estás lista? —le preguntó rompiendo el silencio
—Si —respondió con temor pero una sonrisa en los labios a causa de la emoción que le provocaba aquel momento. Raziel abrió el sobre y sacó de este una carta que aún poseía el olor de la reina, cerró los ojos por un momento y viajó en el tiempo a la primera vez que la vio cuando lo convocó para pedirle ayuda, sonrió como bobo.
—¿Qué ocurre?
—Esto huele a tu madre —Raziel extendió el papel para que Mia pudiera sentir la fragancia de la reina
—¿A flores? —Raziel asintió, la chica sonrió pues ahora conocía un pequeño detalle sobre su madre, lo cual la hacía sentir más cerca de ella.
—¿Quieres leerla tú? —preguntó Raziel
—No, hazlo tu papá —Asintió y comenzó a desdoblar el papel y dedicó un par de segundos a detallar la letra de la reina, la carta se encontraba escrita en latín, idioma de los ángeles y de los Regium. Mia recostó su cabeza al hombro de su padre y cerró los ojos mientras esperaba que estuviera listo para leer.
—Mi amada Mia, faltan aún algunos días para que nazcas, justo ahora parezco una pelota de lo grande que es mi panza. No te imaginas cuanto te amo con tan solo saber de tu existencia, puedo sentir tu poder fluir por mi cuerpo y me siento maravillada por lo grande que serás, como no serlo si tu padre es maravilloso y tan poderoso que sería especial que te parezcas a él, estoy segura que serás igual de especial —. Raziel sonrió por aquello, él pensaba exactamente lo mismo sobre la reina. Marissa fue la primera reina de fuego y por eso era tan especial como él que había sido el líder de la batalla de los ángeles, único portador de Fragarach y líder de los principados, el poder de ambos era único. Miró la carta y continúo leyendo en voz alta.
—Quizás mientras crezcas no seas capaz de entender el porqué de mis actos pero el día que ocupes mi lugar espero que me entiendas. Cuando leas esto probablemente seas toda una mujer, preparada para enfrentar lo que se avecina. Mi adorado ángel te habrá dado para ese entonces la mejor educación y te protegerá de todo lo que se aproxima, estoy segura. No tengo duda que te amará aunque confieso que aún desconoce tu existencia y en cuanto lo sepa le dará algo pero te amará de la misma forma que ya lo hago yo —La lectura se detuvo y Raziel miró a Mia que aún permanecía con los ojos cerrados pero con lágrimas en las mejillas —Tiene razón así fue, como no amar a mi princesa —le dio un beso en la frente y Mia sonrió
—Yo también te amo papá, ella tiene razón fuiste exactamente cómo te describe —Raziel sonrió orgulloso y continúo leyendo:
—Dicen que los ángeles solo tienen un amor en sus vidas y supongo que los Regium igual porque desde el instante que supe de ti, te estoy amando de una forma que jamás lo había hecho, la necesidad que siento de protegerte es tan grande que me da igual perderme en todas esas viejas profecías que hablan de como mi muerte traerá un mejor futuro para mi pueblo pero solo después de muchas trabas en el camino de la heredera al trono. Y sin duda esa heredera serás tú. Mi niña está vida la dedicaré a protegerte, amarte y preparar ese camino que te espera tan grandioso, yo no estaré a tu lado pero me tendrás contigo desde el cielo, el infierno o donde sea que vaya, lamento tanto que tengas que pasar por lo que te esperas pero nosotros no elegimos nuestro destino solo tenemos las opciones que este decide darnos —. Una lágrima recorrió la mejilla de Raziel, se la limpió y continuó:
—El día que este papel esté en tus manos es porque ya no estoy físicamente en este mundo, espero y tener el placer de verte antes de morir pero sino recuerda que todo lo que he hecho es por tu bien y el de mi pueblo. Las profecías que mantengo ocultas de mi corte hablan de como mi muerte traerá un resurgimiento a mi reino, desconozco el futuro pero Fairud me ha hablado sobre cómo debes ser valiente, inteligente, capaz, audaz y sobre todo paciente porque lideraras una guerra que heredaste con un enemigo que hasta yo desconozco. Si sigues el buen camino llevarás a Ganondorf a una gloria que jamás ha conocido. Puede que el camino no sea de flores pero recuerda siempre que eres una princesa, no estás sola, existe otra persona como tú que espero encuentres en tu camino para que no te sientas vacía. —Mia y Raziel se miraron sorprendidos, aquella era una revelación que no se esperaban.