Omití la risa burlona de Olivia y tomé los insultos de Blake como un incentivó para enseñarle respeto.
Por lo que, en contra de las súplicas de Doran por mantener la calma, me acerqué más a Blake y, frente a sus "amiguitos", le volví a quitar la botella.
—Blake, es momento de irse. Dame la maldita botella —le quité la botella.
Sin embargo, antes se seguir con mi discurso, uno de los amigos de Blake, que se creía con el derecho de faltarme al respeto, dijo:
—No sé quién está más borracha, si la mamá o la hija.
Doran, que buscaba esconder su vergüenza dándonos la espalda, al escuchar aquellas palabras se encogió más su hombros.
—Maldita perra —insultó Blake y, perdiendo la cordura que le quedaba, me quitó la botella.
—Basta, Blake —mencionó una preocupada Olivia. Ella reemplazó su risa con preocupación y, sin entender el porqué, le quité la vista de encima a Blake —, mamá, quítate de ahí —mencionó Olivia.
A pesar de las sugerencias y contradicciones de Olivia, mi orgullo y mi carácter, me hicieron quedarme frente a Blake, quien al perder sus cinco sentidos, no dudó en querer pegarme con la botella en el rostro.
—¡No! —gritó Olivia y cerró sus ojos con fuerza.
Mi cuerpo, que apenas podía sostenerse en pie luego de la lesión del tobillo, no resistió un ataque más y caí al suelo. Mis poco entrenados reflejos me ayudaron a defenderme y, con mi brazo izquierdo, logré cubrir mi rostro.
La agresividad e Blake calló las maliciosas risas de sus acompañantes y ahuyentó a muchas de las personas del bar. Mientras Olivia, que antes se sentía victoriosa, se mostró derrotada y arrodilla frente a mí.
—Estás sangrando, Blake te cortó el brazo. Dios mío. Papá...Blake... —susurró Olivia; pero sus lágrimas de arrepentimiento no calmaron la furia de mi corazón y, apartandola del camino, intenté colocarme de pie, mientras veía la gran cortada.
—Esto ha sido demasiado, ¡Blake! —gritó el padre abnegado y el enojo de Doran le hizo olvidar su compostura —, es momento de que te vayas al auto. No quiero escuchar más discusiones ni más reproches, Blake.
Blake, que parecía haber recuperado parte de la cordura, intentó excusar su nefasto comportamiento y culpar al alcohol por sus acciones. Sin embargo, Doran, que no toleraba los espectaculos, calló cualquiera de sus excusas con una mirada de furia.
Abandonada por la furia de Doran, me apoyé en el hombro de la traición: en Olivia y, antes de seguir necesitando su ayuda, me hice a un lado.
—Tú también tienes la culpa de esto —sentenció Doran —¿a qué buena madre se le ocurre traer a beber a sus hijas? ¿Verdad que no sabes?
Mis oídos, que no deseaban seguir escuchando sus reproches, soportaron los gritos de impotencia de Doran.
—No, no sé qué ha pasado. Sólo quería pasar un buen rato con ustedes. Me duele muchor el brazo —me quejé para encontrar un poco de compasión en él; pero ya era inexistente.
—Blake, ella tiene problemas de alcoholismo y otras cosas... —la quebrada voz de Doran apenas le permitió hablar lo necesario y, antes de que rompiera a llorar frente a todos, se dio media vuelta para ocultar su dolor.
—Doran... —intenté gritar; pero él dolor me arrebató todas las energías. Así que, dirigí todos mis reproches a Olivia —, eres lo peor, Olivia. Tú sabías lo que tu hermana tenía y aún así me aconsejaste hacer todo esto.
A pesar del profundo dolor que Olivia mostraba por la situación, sus palabras, llenas rabia hacia mí, no mostraron los verdaderos deseos de su corazón:
—Yo no te obligué a nada, Holly.
—¿Holly? —pregunté sin entender.
—Sí, Holly. Porque nunca te comportaste como una verdadera madre para nosotros. Sólo eres Holly y le puedes preguntar a Blake qué piensa de ti, estoy segura que tenemos el mismo pensamiento.
Olivia, que no tenía más energía para sostener una discusión, dejándome con mi respuesta, se marchó.
Al verme sola, uno de los amigos de Blake mostró un poco de benevolente hacia mí y me ayudó a caminar hasta el auto, lugar donde se encontraban Doran y Blake.
—Al fin llegas —reprochó Doran —, es momento de irnos.
—¿Será que me tardé porque no puedo caminar y tengo el brazo cortado?
—En la casa arreglaremos lo de tu brazo. Por los momentos, no es importante. Tú te buscaste todo esto.
—Gracias —le dije al joven para que se marchara y no soportara el momento tenso de la familia Wayne.
—No puedo creer que nunca me hayas dicho que Blake tenía problemas con el alcohol —observé a la menor de las mellizas que ya dormía en los brazos de su cuidadora, Olivia.
Nuestras acciones quebrantaron la paciencia de Doran que, durante toda la noche, había dominado todas sus acciones y palabras.
Él le pegó al timón.
—Holly, ¿te atreves a preguntar esto? No sabes nada acerca de Blake, muchas veces intenté hablar contigo; pero siempre te escabuías con tu padre. ¿Cómo lo ibas a saber?
Mi dolor conmovió a Doran y, con un quejido de ayuda, logré debilitar su coraza.
—Debes colocarte algo. No tengo tiempo para llevarte al médico —sus ojos se cristalizaron y yo intenté abrazarlo; pero la mirada inquisidora de Olivia detuvo todas mis intenciones —, ya casi no me queda tiempo ni para vivir. Creo que no te has dado cuenta, pero me has dejado todo a mí.
Por respeto a los sentimientos de Olivia, Doran calló sus emociones y con la calidez paterna que lo acompañaba en la mayoría de conflictos, él encendió el carro y manejó en silencio hasta llegar a muestra casa.
Lucas, que ya se había acostumbrados a nuestras platicas y a nuestros secretos compartidos, esperó mi regreso en la entrada de la casa y, al ver la palidez de mi rostro y la omisión de Olivia, de inmediato, se acercó a mí.