Las sinceras palabras de Doran no despertaron la sorpresa en mí, al contrario, sirvieron para despedir nuestra conversación
Doran, al escuchar solo el sonido del aire infiltrado en el celular, con un nervioso "adiós", cortó la llamada y, para no perder la costumbre, imitó su acción.
Por otra parte, Lena, a quien su prudencia la hacía mantenerse alejada d emi intimidad, al ver que corté la llamada, se acercó hasta mí:
—¿Qué te dijo? —preguntó con una exagerada acritud, mientras que sus manos cogían las mías.
—No está enojado —di mi mejor respuesta y omití la información acerca de mis hijas.
Sin embargo, Lena, quien conocía a mis hijas por medio de mis palabras, de inmediato, arrugó el rostro. Supo que una mala noticia causaba el desencaje de mi actitud.
—Lo siento, Holly. Todo estará bien.
Con la fuerza que pude, empujé a Lena para ingresar a su habitación, puesto que, las paredes y la puerta me daban la seguridad de que nadie más escucharía nuestra conversación
conversación.
—Le he pedido que vayamos al psicólogo... Necesitamos terapia de pareja, sé que él me ama.
—¿Y tú lo amas a é?
Luego de tangos años de lejanía, me costaba reconocer mis sentimientos. Por lo que, tardé en responder a la pregunta de Lena.
—Sí, supongo que lo amo. Necesito ir se compras —mencioné para evadir el tema —, le he dicho que compraré algunas cosas para las niñas.
—Esta vez, las compras deben ser efectivas Holly —me sugirió sin siquiera verme, pues la mayor parte de su atención se encontraba en la pequeña libreta que usaba para escribir —, toma —ella me extendió un pedazo de papel.
—¿Qué es esto?
—No seas boba, creo que supongo que sabes que es. Es el número de un gran psicólogo, mi novio y yo lo utilizamos.
Sin medir mi imprudencia, le respondí:
—¿Necesitaron un psicólogo? ¿Cuántos años tienes, Lena? No comprendo qué tipo de problemas podrían tener.
Mis preguntas desdibujado el rostro de felicidad de Lena y la mujer, para no perder su porte de cordialidad, solo aclaró su garganta.
—Sí, en un momento de nuestra relación lo ocupamos. Yo quería tener hijos, él igual; pero nunca nos poníamos de acuerdo. Para él, siempre había un obstáculo.
—¿Y ahora cómo están? —pregunté, mientras miraba el trozo de papel con el nombre del doctor.
—La terapia nos ayudó...
La intimidad de Lena despertaba mu curiosidad, sin embargo, sus limitaciones para entrar en su vida, me detenían de indagar más.
—Casi ni me has contado nada de tu relación. ¿Hace cuánto salen? ¿Por qué aún no se casan?
Lena, que ya había tomado cierta confianza en mí, no evadió mi pregunta y, con la información necesaria, respondió a mos interrogantes:
—Tenemos tres años de salir. No nos hemos casado, porque él es un hombre viudo y se toma las cosas con calma —reveló con un poco inseguridad, mientras se tronaba los dedos.
—Deja de tronarte los dedos. Lo haces por ansiedad o por miedo —le agarre las manos oara evitar que se hiciera más daño —, y, respecto a tu novio... —empecé a caminar por toda la habitación, mientras el perfume Flower seguía llamando mi atención —, creo que salir con un hombre viudo es todo un tema... Muchas cosas lo pueden atar a su pasado.
Lena, que poseía un corazón mucho más sensible que el mío, evitó las lágrimas mientras observaba mis pies moverse de un lado a otro.
—¿Por qué lloras? —pregunté con culpabilidad. Mi sinceridad había herido los sentimientos de Lena. Y, cuando intenté abrazarla, la herida de mi brazo me detuvo.
—Por nada, Holly. Es solo que tienes un poco de razón. ¿Cómo sigues de tu tobillo?
Yo moví mi pie para mostrarle que estaba casi en perfecto estado.
—Pues ya me mantengo sola, pero aún no puedo cargar objetos pesados. Pero no salgo de una para entrar en otra —le mostré mi brazo —, es una herida.
—Se nos había olvidado ir al medico o a la enfermería.
—Al carajo con la enfermera —respondí de forma abrupta y ella empezó a reír.
—Jajajaja, ¿por qué dices eso?
—Solo estoy cansada de los problemas, necesito desestresarme. Iré al centro comercial y me compraré mucha ropa para mí. ¿Quiéres acompañarme esta tarde? Podemos comprar cosas para ti, lo que desees. Te has portado muy bien conmigo, Lena y es lo mínimo que puedo hacer por ti.
—Holly, muchas gracia soor invitarme.y tenerme en cuenta. Pero no puedo ir... Al menos, no estar toda la tarde contigo.
—¿Qué? ¿Pero por qué? —pregunté sorprendida. Nadie le decía que no a Holly Stone.
—He quedado de verme con mi novio.
—¿Él está aquí? —pregunté más sorprendida que antes.
—Sí, él está aquí.
—Lena, discúlpame, ¿pero por qué no están quedándose en el mismo hotel?
Lena, que no encontraba una explicación para defende a su querido novio, de forma patética, dijo:
—No podemos hacerlo. Ha venido hast aquí para resolver problemas con la familia de su esposa muerta. Y ellos creen que estar cerca, es una falta de respeto a su memoria.
—Ok —respondí sin comprender del todo lo sucedido —, no preguntaré más sobre tu relación. Sólo diré que me parece extraña.
—Tu brazo... La sangre se secó.
—Mierda... —dije al verlo.
Nuestra estadía en su hotel terminó y ambas, con planes muy diferentes partimos hacia el hotel. Lena, que no podía ocultar su descontento por mi cambio de planes, dijo: