¡Doble episodio hoy! Debido al imprevisto de ayer, he decidido subirles este pequeño regalo. Estamos llegando a la mitad de la historia.
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Lena Clarke, una mujer de estatura modesta, cara redonda y no muy agraciada, con cabello despeinado; pero lindo al natural y con una paciencia que parecía inocencia, se convirtió, poco a poco, en mi confidente de emociones y en la almohada que utilizaba para llorar cada día.
Por ello, no dudé en pedirle su consejo cuando me encontré en una situación completamente nueva para mí: la terapia de pareja.
—¿Estás segura de que funcionará?
—Holly, no te estoy mintiendo. Ya que no pueden ir presencialmente a su clinica, lo mejor es la terapia en línea. Se conectan a la plataforma y listo. Pareces una niña —bromeó Lena, quien luego de pasar una noche de ensueño con su novio (tal como.ella lo había mencionado) su estado de ánimo había cambiado para bien.
—He notado un tanto extraño a mi esposo. Extrañeza en mi familia, en general. Mis retoñitos —mencioné con sarcasmos —, no me quieren ver ni en pintura.
—Creo que es normal, debes darle tiempo.
—El tiempo se acaba, las vacaciones pasarán y una vez que todo esto termine, yo tendré que regresar al trabajo y no podré pasar tiempo con ellos.
—¿Sigues pensando en eso? —preguntó Lena muy molesta —, no puedes ser tan egoísta, Holly. Tampoco puedes recupera en un mes lo que has venido perdiendo desde hace mucho tiempo.
—¿Cómo te explico que las he invitado a nuestra terapia para que estén con nosotros y, simplemente, pasan de todo? Parece que me odian... Creo que hoy saldrán.
—Pero bueno, parece que tu espos es un poco más flexible. Deberías ganárselo primero a él primero y luego vas por lo demás.
Escuché que alguien llamó a la puerta e interrumpió mi conversación.
—Te tengo que dejar porque alguien llama a la puerta.
—Está bien, Holly, mucha surte. Te quiero.
—Igualemmte, Lena —no supe como responder a sus frases de afecto, ya que no era muy buena demostrándolo —pase —ordené sin dejar de cepillarme el cabello.
Tras finalizar la conversación con mi amiga, mi mente volvió a martirizado con la idea de una posible Infidelidad por parte de Doran. Debido a la situación familiar y a nuestros problemas, no me había atrevido a controlarlo. No quería poner en riesgo aún más muestra relación solo por una suposición.
Y mi miedo a una decepción me limitó a mantenerme al margen de cualquier elemento que me.diera la entrada a la privacidad de Doran.
Trataba de no verlo a los ojos y de centrarme en recuperar a mis hijas, de esa forma, olvidaba lo de "Catherine".
—Holly, ¿cómo.has estado? —mencionó Doran con una gran tranquilidad y tomó asiento en la cama.
—Solo estoy alistando para la cita con psicólogo Oliver Davies.
Al escuchar la palabra "psicologo" el rostro de Doran se descojonó.
—¿Con ese psicólogo? —preguntó Doran un tanto desmotivado.
—Sí, ¿por qué?
—No, por nada. Solo que... —él empezó a dar vueltas por toda la habitación a rodearme —, ¿crees que sea buena idea que nos trate por videollamada? ¿No es mejor esperar para llegar a neusyta casa y buscar su clínica?
La tranquilidad de Doran y la lentitud por salvar nuestro matrimonio me impacientaba. Así que, para hacerlo reaccionar, me acerqué a él y lo tomé como rostro.
—No podemos esperar tanto tiempo. Todo esto es insostenible. Las niñas me preocupan, me hubiese gustado que ingresaran con nosotros.
Uní mi frente con la de él y sentí su temperatura.
—Debes darles tiempo, Holly. Ahora no quierem ver y sé que es difícil, pero no se puede cambiar todo de la noche a la mañana. Hoy estaremos en privado, ambas salieron con Lucas. Creo que irán de compras.
—¿Y ese milagro que les diste permiso de salir solas?
—Solo han salido conmigo desde que llegamos, creo que es momento de que se divaguen solas y se desintoxiquen de todo lo malo que ha pasado. Este viaje era para divagar a Blake, sobre todo, ya sabes, su problema con el alcohol. Solo espero que mi hija mejore.
—Nuestra hija —remarqué con posesividad — mejorará. Solo hay que darle tiempo.
—Eso espero.
—Ya debemos bajar a la sala, falta poco para que la sesión inicie.
No podía creer que detrás de ese rostro prepcupado, existía la posibilidad de que ese hombre fuese un completo infiel.
Noté como las piernas de Doran flaqueron al bajar las gradas y al enfrentar los problemas que teníamos. Su actitud, más que preocupada, parecía nerviosa.
—¿Te sucede algo? —pregunté sin importarme meterme en sublado más íntimo.
—No, no pasa nada. Son los nervios normales de una primera cita con el psicólogo, ya sabes —Él se excusó muy bien; pero yo, que todo lo asociaba c9n la hipotética infidelidad ni dejé de darle vueltas en la cabeza.
Sin decir nada, caminé a su lado hasta llegar a la sala. Sentí tan extraño que las niñas no estuvieran en la habitación; pero no dije nada.
Mientras yo preparaba tod para tener una exitosa sesión, Doran, que Lucía más nervioso que nunca, se marcha havia la cocina a beber un poco de agua.
—¡Ya está todo listo! —grité triunfante y él se posicionó a mi lado.
Al ver la camta encendida se espantó y dio un pequeño salto.
—Dios mío —susurró.
—¿Qué sucede? —pregunté preocupada.
—¿Es necesario tener la cámara encendida? Esto me da mucha vergüenza, Holly.