Elegí no amarte (corrigiendo)

Capítulo 24: Lena y Holly

Mis esperanzas buscaron refugio en la calidez y las palabras de consolación de Lena que, como siempre, estaba dispuesta a ayudarme en los momentos más oscuros.

—¿Holly? —preguntó, ya sin sorprenderse tanto de mi visita. Pero mi alborotada cabeza sí captó su atención.

—Qué bueno que te encuentro, lamento venir sin aviso. Si estás ocupada, no es necesario que me atiendas.

Intenté excusarme, pero la iniciativa de Lena lo impidió, pues me había recibido con la mejor de las sonrisas y casi me obligó a entrar a su pequeña, pero calida habitación de hotel.

—No es ningún problema, solo me sorprende que estés aquí y, sobre todo...—Ella miró mi cabellera despeinada y mis aruñones. Yo intenté aplacar mi cabello —, así como estás ahora. ¿Qué ha sucedido?

Por mis anécdotas, Lena dedujo que un problema familiar me había quitado la paz y el buen ánimo, así que no dudó en recibirme con los brazos abierto e incluso, al notar mi indisposición para hablar, ella respetó mi actitud y, para levantar mi alegría, me ofreció un trago de coca cola.

—Toma —me entregó la gaseosa —, y no me asustes más.

Guiándose por mi instinto, Lena se sentó a mi lado y su calidez derritió mi frialdad.

Esa vez, mis lagrimas que amenazaban con salir, se convirtieron en la revelación de todas mis cargas.

—¿Por qué lloras? —preguntó ya más asustada y me dio un fuerte abrazo.

Por fin había logrado escapar de los deseos de mi padre, pero aún no podía obtener lo que más deseaba.

—Ha sucedido de todo, mis hijas me odian, mi esposo me rechaza. No he podido ayudar a mi padre con su campaña. Es más, me está llamando —le mostré el celular a Lena y ella, que desconocía gran parte del contexto, se limitó a sí misma de dar una opinión poco asertiva.

—Holly, explícame por partes, porque en verdad, no entiendo. Sé que tienes problemas en tu casa. Pero, por favor, explícame.

La invitación de Lena para dejar escapar toda mi carga funcionó e intentado ordenar mi discurso, empecé por contarle el incidente.

—Una de mis hijas lastimó a mi esposo, le lesionó un brazo.

Sorprendida por la actitud de una adolescente, Lena ahogó un grito y, al notar su silencio, me permití seguir con mi discurso.

—A quien ella quería lastimar era a mí, pero mi esposo se interpuso. Al ver la situación, no me quedó más opción que llamar a la policía. La llevamos hasta la comisaría —el nudo de mi garganta retuvo mis frases.

—¿Y ahí? —preguntó Lena para ayudarme a continuar.

—El oficial estaba dispuesto a encarcelarla. Sé que es una locura, pero era la única opción que tenía para defendernos.

Para organizar mis pensamientos, necesité de una pausa  y despertar aún más la curiosidad de mi amiga, quien, al no obtener palabra alguna, hacía y repetía las mismas preguntas.

—Tranquila —dije para calmar su curiosidad y ella se disculpó por no tener consideración —, el oficial dijo que mi hija tendría que enfrentar cargos; pero mi esposo se rehusó a dejarla ahí. Así que, él mismo, aunque ella lo atacó, se ofreció a pagar la multa de quince mil dólares.

Lena, más sorprendida por la cantidad exorbitante de dinero que por la actitud perjudicial de Doran y Blake, exclamó su sorpresa:

—¡Dios mío! Holly, eso es demasiado dinero. Sería un disgusto que yo nunca me lo permitiría —mencionó ella. Su reacción causó mi sonrisa.

—Sí, exactamente, yo no estaba dispuesta a pagar esa cantidad solo por sus caprichos. Además, ella necesita que la corrijan.

—Entiendo tu posición, pero también comprendo la de él. Es difícil imaginar que uno de nuestros hijos será privado de su libertad por cinco años. No tengo hijos, pero lo puedo imaginar. ¿Te lo imaginas? —Lena, para no posicionarse totalmente a favor de Doran, necesitó una pausa para mantener sus pensamientos encerrados y antes de continuar esperó mi interrupción.

—Claro que lo puedo comprender, pero no lo termino de aceptar. Esa niña necesita mano dura. Quizá no ir a la cárcel por cinco años, pero sí una correccional o algo por el estilo.

—¿Correccional? —preguntó confundida y yo me coloqué de pie para estirar mi cuerpo.

—Sí, eso es lo que ella necesita. ¿No sabes lo que es una correccional?

—Oh, sí, sí. Claro que lo sé —las manos de Lena delataban su nerviosismo y, sin calcularlo, dejó caer el vaso de cristal en el piso —¡Qué tonta soy! —exclamó; pero yo estaba inmersa en mis pensamientos, por lo que, no le di ninguna palabra de consuelo.  

—Hay algo más que necesito contarte, Lena —la vergüenza me hacía agachar la mirada, puesto que, intentaba negar las palabras de Olivia hacia Doran.

Lena, que ya había recogido los pedazos de vidrio, pero ignoró el percance y se centró en mí.

—¿Qué sucede? No me preocupes más

—¿En verdad te preocupas por esta situación? —pregunté conmocionada, pues no imaginaba que Lena me tenía aprecio.

—Sí, Holly, ya te considero mi amiga y deseo que todo esté bien entre tú y tu familia. Cuando todo se arregle, me gustaría conocerlos y pasar tiempo con ustedes. Considero que son buenas personas, pero la vida los ha perdido. Eso es todo.

Las dulces palabras de Lena acariciaron mis heridas. Contra todo mi dolor, le dije:

—Necedito que sigamos a mi esposo.

La inocencia de Lena no le ayudó a captar mi orden. Por ello, necesité de la replica para hacerlo entender.

—No entiendo. ¿Por qué debemos seguir tu esposo? ¿Qué pasa con él? Por lo que me has dicho de él, parece ser un hombre que te ama. ¿Por qué haríamos algo como eso?

—Créeme que me avergüenza decir esto, pero tengo una sospecha, Lena. Si te lo digo, caerás de nalgas.

Mi culto vocabulario se olvidó de mantener las apariencias y se aprovechó de la confianza de Lena.

—¿Qué es lo que sospechas?

Para retener mis palabras, mordí mi labio inferior. Pero cuando mi fuerza lastimó mi propia sensibilidad de tacto, le dije:

—Creo que mi hija tiene una relación amorosa con su padre.




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