Cuando Lena se acercó a mí para aconsejarme, yo intenté detenerla. Debido al amor y al aprecio que siempre había sentido por ella, intenté mantenerla al margen de mis problemas.
—No es buena idea que me sigas —dije con preocupación, mientras intentaba encontrar a Olivia.
Sin embargo, yo sí conocía el paradero de mi hermana. Mi madre se interpuso entre el camino y yo y, con su ceño fruncido, intentó reprenderme.
—Blake, ¿qué estás tramando? Eso no es ni medio normal. Estás desviandome del camino para encontrar a Olivia.
En ese instante, para desviar su atención, le respondí con un reproche del que ni ella misma tenía respuesta:
—Estás hablando de tramar algo, y tú te has hecho amiga de esa bastarda. —al notar su silencio, me aproveché de su poca capacidad para discutir y rematé con un —¿o ya se te olvidó como la insultabamos cuando estábamos juntas? Y todo porque nunca se ocupó de nosotros.
Mi madre, que parecía haber formado un verdadero lazo de amistad con Holly, dudó en responder y, tras pensador por varios minutos, y no encontrar una respuesta acertada para mí, dijo:
—No lo entenderás. No puedo decir que tu madre no se ha equivocado con ustedes; pero sí la considero mi amiga, Blake.
Su patética respuesta causó una escalofriante reacción que la sorprendió.
—Blake... —mencionó entristecida —Todo lo que tú madre me ha dicho de ti en los últimos días...
No le permití culminar su frase, porque decidí atacarla con la realidad.
—¿Y qué piensas hacer cuando se entere que has sido la amante de mi padre durante tres años? ¿Qué piensas hacer cuando se entere que has ocupado su lugar en las noches? ¿Crees que te perdonará?
Conocía muy bien a Lena, por lo que, atacar sus puntos débiles no representaban ninguna dificultad para mí.
Como su conciencia no le permitía pensar con claridad, así como sus ansias por desviar el tema, pues no deseaba que su nombre se asociara a una infidelidad, me recordó:
—Necesitamos encontrar a Olivia.
Para darle a conocer lo obvio, me posicioné frente a ella y, tomando un papel un poco más amoroso, le di un poco de confort. Me apoyé en su hombro y, con una sonrisa de invitación, le propuse:
—Olivia ya no está en el parque. Yo misma me encargué de su escape. Quiero que me escuches y no te asustes, cuando nuestro padre tenía planes de enviarme a una correccional y a Olivia quería obligarla a abortar, decidimos realizar esto. Aunque por tu actitud, puedo concluir que no es ninguna sorpresa. Holly te ha puesto al tanto.
Tras escuchar mis palabras, Lena perdió toda fortaleza que la ayudaba a mantenerse en pie. Mi confesión cortó su paso y, con un ataque de rabia, me tomó de los brazos y me sacudió.
Ella también conocía muy bien mis límites y sabía que no sería capaz de levantar mi mano en su contra.
—Blake, reacciona. ¿Te das cuenta de lo que dices? Seguro has llamando a tus amigos de Texas.
Para despertar más su desesperación, hice una pequeña pausa antes de contestar y le dije:
—Yo no solo tengo amigos en Texas. De esos amigos que tanto me gustan y que tanto le disgustan a mi padre.
Al darme cuenta de que mi tono de voz sobrepasaba la paciencia y amabilidad de Lena, suspiré para recuperar la energía que había perdido por hablar con rapidez y, luego, hablé de forma más gentil.
—Ya no podemos regresar —mencioné al ver que ella tenía intenciones de caminar hacia el lado contrario —si regresamos, todo habrá acabado. Por ello, quiero hacerte una propuesta. Podemos huir juntas, tú, Olivia y yo. Estaremos lejos de Holly. Estoy segura que mi padre, más temprano que tarde, nos perdonará. Y eso no es todo, sé que en el fondo odias a mi madre, odias a Holly, porque ella siempre tuvo lo que a ti nunca se te permitió.
Lena no soportó más mis sugerencias y, para desdibujar la sonrisa de mi rostro, me propinó una cachetada. Las intenciones de devolverle el golpe me envolvieron. Sin embargo, pude comprender sus desesperación.
—Puedes ofrecerme una fortuna si gustas o puedes decirme que me casaré con tu padre si lo deseas. Pero yo no estoy dispuesta a participar en estos disparate que tú y tu hermana piensan cometer.
Mis instintos protectores hacia ella, me hicieron darle un halon, mis dedos marcaron su blanquecina piel.
—¿Qué te pasa? —preguntó a la defensiva.
—No puedes irte.
Con mi mirada intenté comunicar lo que mis labios no me permitían y, en ese instante, mis amigos aparecieron frente a Lena.
—Blake, ¿qué es esto? —preguntó aterrada, mientras veía la fachada de mis acompañantes.
—Sabes que te amo y que, para mí y para Olivia, tú eres nuestra única madre. Nos has acompañado desde el primer año de escuela y me duele decepcionarte, no soy la alumna adelantada de la clase o la chica con un futuro prometedor. Pero este es el camino que yo he elegido y nada tiene que ver con tu crianza. Ahora mismo no puedes regresar, porque ellos ya te vieron y tú a ellos, puedes ser un riesgo para nosotros. Mi papá no será capaz de llamar al policía. ¿O quieres verme en la cárcel el resto de mis días o a Olivia abortando? Era la única opción que teníamos.
Mi intento de victimización poseía una gran parte de la verdad y dentro de la falsedad de mis lagrimas, pude desahogarme con sinceridad.
—Irán por Holly, mi papá no será capaz de llamar a la policía, querrá protegerla y si se opone la matarán. No habrá pérdida en esta situación.
Mis palabras no sirvieron para convencer a Lena y, en una exagerada reacción de su parte, ella soltó nuestro agarre y con una mirada de desprecio, recibió a mi pandilla.
—No puedo creer que digas todo esto, Blake. Nunca he deseado esto, nunca le he deseado la muerte a tu madre y mucho menos ahora.
Mi temor porque Lena estropeara todo y se revelará contra mi pandilla me hizo sonreír con nerviosismo, mientras con mis manos y gestos desacertados intentaba regresar la calma.