Elegida ©

Capítulo 7

La casa de Bruno era grande, extensa, con un gran jardín y con el suficiente espacio para que el colegio entero cupiera dentro de ella. 

La música era fuerte, contagiosa, llena de ritmo y poniendo en ambiente a todos los invitados, que debo mencionar, eran demasiados. 

Yo, del brazo de Melissa y Diana caminaba hacia el interior no muy convencida de estar aquí; me gustaban las fiestas como a cualquier chica de mi edad, sin embargo, lo que no me agradaba era el anfitrión. Pero me repetí mientras entraba a la casa llena de gritos, olor a humo de cigarrillo, alcohol y sudor mezclado con perfume, que debía apoyar a Diana. 

—¡Viniste! —Gritó una voz cerca de mi oído, y segundos después Diana estaba siendo cubierta por una gran masa muscular que la estrujó con fuerza. 

Matt la levantó del suelo y la besó en los labios mientras mi diminuta amiga parecía una muñeca entre sus brazos; su larga cabellera oscura le cubrió a él el rostro, lo que sirvió como una cortina que les otorgó privacidad para besarse como si no estuviesen en público. 
Melissa hizo una mueca y puso los ojos en blanco, soltando un bufido pero sin mencionar una sola palabra; yo por mi parte los miraba con una pequeña sonrisa, esperando que Matt no estuviese jugando con mi amiga. 

—Llegaste —susurró una voz en mi oído, al momento que sentía un brazo rodearme la cintura con firmeza. 

Apreté los labios y busqué apartarme con fastidio mientras Bruno me obligaba a volverme llevando sus labios a mi boca con violencia. 

Furiosa y asqueada lo empujé con ambas manos apartándolo de mi cuerpo y de mi boca; él por su parte sonreía arrogante sosteniendo una botella en sus manos y una colilla de cigarrillo que se oscilaba entre sus dedos. 

—No vuelvas a hacer eso —le advertí. 

—Haré eso y más, Gian, eres mi chica...

—Bruno, detente, yo la invité así que comportate, es amiga de mi novia —habló Matt por primera vez y debo confesar que él me comenzó a agradar un poco.

Bruno no dijo nada, ni tampoco mostró algún cambio en su actitud ante la advertencia de Matt, simplemente levantó su brazo y me dedicó un brindis con su botella, encerrando en sus ojos una promesa que me puso en alerta y me hizo desear dar media vuelta y volver a la comodidad de mi cama.

—Lo siento, Gian. —Se disculpó Matt. Negué. 

—No te preocupes, no fue tu culpa —murmuré restándole importancia. 

—En fin. Hay bebidas en la parte de en medio y también comida —añadió cambiando el tema. 

—¡Al fin! Estaba a punto de largarme de aquí —espetó Melissa. Me cogió del brazo y me arrastró entre los cuerpos sudorosos de nuestros compañeros dejando a Diana a solas con Matt— Debiste patearle las bolas, y si no quieres hacerlo tú, dímelo y lo hago por ti. 

—Está bien, ya le daré su merecido si sigue jodiéndome. 

Ella asintió conforme y nos detuvimos frente a una barra repleta de alcohol, botanas y demás comida.
Melissa cogió un plato llenándolo de comida y yo tomé una botella de vodka, con unos cuantos vasos.

Volvimos pasando con más facilidad entre los jóvenes y de pronto al chocar contra uno de ellos me recorrió una electricidad que percibí por primera vez con Thaleb. La misma sensación que se extendió desde mi brazo hasta cada centímetro de mi cuerpo que reaccionó, haciéndome retroceder. 

Levanté el rostro buscando al culpable de provocar aquellas reacciones en mi cuerpo, encontrándome con Damon, quien confiado, sonreía de lado mientras seguía su camino pero con sus ojos puestos sobre mí en todo momento. 

—Gian, ¿qué pasa? ¿Lo conoces? —Me cuestionó Melissa; sacudí la cabeza en gesto negativo y seguí caminando. 

—No, en lo absoluto. —Respondí. 

Momentos después nos aproximamos a Diana y Matt que seguían besándose como si no se hubiesen visto en años. 

—Ya dejen de compartirse la saliva —espetó Melissa llamando su atención. 

Ambos sonrieron y cogieron los vasos que les di; abrí la botella y serví así el vodka, su sabor no me era del todo agradable, probablemente acabaría tomando cerveza. 

—Disfruten la fiesta, ya vengo —se disculpó Matt, regalándole un beso en la mejilla a Diana antes de perderse entre las personas. 

Entretanto, nosotras nos refugiamos en un lugar cercano a las escaleras, mejor dicho, justo debajo de ellas; nos sentamos en uno de los sillones y comenzamos a beber, lo cual no hacia hace tiempo, entablando una conversación con las chicas, bebiendo trago tras trago, esforzándome por prestarles atención a lo que decían y reír cuando ellas lo hacían. Sin embargo, mi mente —llevándome la contraria como siempre— no dejaba de pensar en Thaleb, incluso cuando Damon era más misterioso que él, tanto que debería estar pensando en cómo sabía mi nombre y el porqué de sus palabras. 



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En el texto hay: brujos, amor puro, suspense

Editado: 12.09.2018

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