Elegidos

12. PEONES, TORRES Y REYES

El alma se me va al suelo en cuanto veo el definido rostro de mi hermana Lucinda avanzar a mí tal como la recuerdo.

—Tú, tú no deberías estar aquí.

Pese que le dicto aquellas palabras en un tratamudeo, acerco mi mano a su mejilla para cerciorarme de que sea real. Lo es. Sonrío y ella me corresponde.

—Mi madre... ella dijo que estabas en casa. La carta decía...

—Bueno, ellas demoran en llegar a sus destinos, Emm. Además, yo no he pisado Ryunale desde...

—Desde que me dejaste con tu responsabilidad.

El recuerdo vuelve dura mi mirada y opto por retirar la mano de mi hermana con recelo, olvido mi alegría y preocupación pasada.

—Debes comprender que no había elección, Emm. Si tan solo me permitieras explicarte.

—Adelante, este es tu momento para hacerlo. Te concedo el honor de hablar antes de que debas explicárselo a los guardias de este castillo.

—Diann —la voz de Davinne interviene, aunque la mano de Lucinda elevada en su dirección detiene cualquier palabra que pudo preceder después de mi nombre.

Aquel acto provoca que contemple a ambos en turnos con escrutinio.

—Tú, ¿cómo es que se conocen? —interrogo con ojos escrupulosos a Davinne—. ¿Tú la has traído hasta aquí, cierto? Pero ustedes jamás coincidieron en el festival, excepto qué...

La respuesta muere en mis labios, siendo que no es difícil adivinarla, puesto que queda claro que ellos ya se conocían. Es posible que Davinne fuera tal vez aquel día mi distracción, la misma a la que le concedí tocarme. Puedo sentir la traición cernirse sobre su hermoso y delicado rostro.

—Me has estado mintiendo desde ese primer día.

—No es lo que piensas, Diann.

—¿A no? Entonces porque veo correr culpa en tus ojos —su mirada desciende tras no poder enfrentarme como corresponde a diferencia de mi hermana que no parece avergonzarse por la mentira ni un poco—. Y yo culpando a los feralios por tu desaparición cuando encontré aquella carta en mi alcoba.

—Ahí es donde te equivocas, Emm —Lucinda corta mi habla—. Feralia no es la inocente nación que crees que es.

—¿Te obligaron huir?

—No, no exactamente, pero estamos en peligro. Tú, yo, nuestros padres, hermanos, todo Ryunale. Su ayuda solo fue otorgada por el dote que recibirían al casar a su hijo conmigo. Por las...

—Las minas, lo sé. Sé que ese fue el pago y ahora no solo tienen en sus manos tu dote, sino el mío por igual. Sus minas se han agotado e irán a las nuestras para explotarlas tal como lo hicieron con las suyas.

—¿De verdad piensas que solo irán por nuestras minas?

Mi reacción debió darle la pauta para continuar.

—No seas ingenua, hermana. Ese solo será el comienzo para invadirnos. Los feralios solo evitaron que Otaria robara las tierras que piensan gobernar.

—Eso no es... no es cierto... mientes.

—Es verdad lo que tu hermana dice, Diann. Te dije que me gustaba salvar el mundo de vez en cuando y esta es una de ellas.

—Y es por eso que me dejan dormir todas las noches con el enemigo, no —sonrió con sarcasmo—. Extraña manera de ambos de querer protegerme.

—Emmelina escúchame —Lucinda me toma por los hombros—. Este juego es peligroso. Tanto que de ti dependerá si quieres ser parte de los sacrificables peones, las protectoras torres o intocables reyes. No habría querido esto para ti, créeme, pero eres la única en la que confío ciegamente para esto y qué yace lo bastante cerca de la familia real para evitar que esta nación tome la nuestra.

—¿Me estás pidiendo que sea una espía, tu espía? —la respuesta queda en el aire—. No soy para ti más que un sacrificable peón en el tablero, pero como me encontraré de tu lado estará bien serlo, no es verdad —me aparto de su amarre y suplicante mirada. Concedo dos pasos atrás alejándome de la vista—. Vete al diablo Lucinda Scarasi y tú también —señalo a Grimaldi—. Junto con todo el resto de este castillo que creé que por igual puede utilizarme.

Estoy tan alterada que temo que un ataque me invada el cuerpo. Busco mi frasco dentro del bolsillo de mi vestido.

—No te estoy utilizando, Emm. Te estoy pidiendo ayuda como todas esas veces que me metía en problemas, ¿lo recuerdas?

Lo hacía. Sin duda mi hermana pertenecía a los mejores momentos de mi vida. De las personas que más yo amaba y confiaba, es por ello que permito que la nostalgia me invada y mis respiraciones se alivien cuando vuelve a acercarse.

—Respira —consuela ya sabiendo de mi enfermedad.

—¿De verdad ellos quieres invadir a Ryunale? —Lucinda asiente ante mi susurro cubierto en terror.

—Lo que sea que Otaria quería en nuestro hogar al conquistarlo Feralia lo desea por igual, pero ellos al menos son lo suficiente inteligentes para buscar aliados políticos que no les impidan conquistarnos.

Mi mente aborda el recuerdo de cuando le pregunté a Dimitry acerca de porque La República Comunal de Otaria volvería a atacar a Ryunale si no poseemos muchos recursos, y éste contestó que no querría saberlo, aunque temo que él si conocía la respuesta.

De pronto, una ola de aplausos entusiastas anuncian que la festividad ha comenzado en el salón. Los tres nos ponemos en modo alerta.

—Supongo que no podré ir contigo a donde sea que te estés quedando, cierto.

Mi hermana no contesta y no es hasta este momento que observo su vestimenta idéntica a las de las mujeres de servicio de este palacio, su cabello se envuelve en un moño cubierto por una cofia de tela blanca que consigue que nadie observe lo que es, una princesa.

—Debemos irnos, Diann.

Mi mirada con furia a Davinne le hace saber que si me iré no será con él.

—Estaré cerca, lo prometo, Emm. Además —Lu lleva su dedo índice a uno de mis mechones sueltos y lo enrosca entre él como es su costumbre—, no todos los días se está tan cerca de cumplir diecinueve.

Aún me restan días para obtenerlos, pero su mano me revela un grande, tornasol y resplandeciente broche en forma de libélula. Siempre fue mi favorito y le rogaba por que me lo prestara en ocasiones especiales. Temo que me lo obsequió como muestra de nuestro vínculo. Lo tomo y guardo en los bolsillos de mi vestido seguido de rodear mis brazos a su cuerpo y unirnos en un nostálgico abrazo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.