Elemental I: Prófugos de las Sombras

CAPÍTULO II

ARIADNA 

Después de unas horas los orbes de luz ya me molestan en los ojos. Siento que la blusa me aprieta más que antes y tengo mechones de cabello pegados a la cara por el sudor.

Las primeras horas me las paso bailando con mis amigos. La música que eligieron Francisco y Carlos para la fiesta está increíble. Aunque no sé bailar para nada, me encanta intentarlo cuando la música es buena.

Casi, si no es que todos mis compañeros, me han preguntado si me siento lista para mañana. Con una sonrisa y escondiendo todo mi nerviosismo e inseguridad, les aseguro a todos que estoy lista para tomar mi decisión.

Pero después de unas horas empiezo a sentirme… ¿Triste? ¿Insegura? Ni si quiera eso sé…no sé cómo me siento. Por alguna extraña razón tengo el presentimiento que algo malo va a pasar y eso me da mucho miedo.

Creo que es posible que la razón de todos mis sentimientos en este momento es la cantidad un poco desmedida, o bastante desmedida, de alcohol que tomé. Había tomado ya tres vasos de ponche y shots de cuatro diferentes tipos de alcohol. Jamás mezclen ponche con otros tipos de alcohol…es más, NUNCA MEZCLEN TIPOS ALCOHOL, es malo.

Mi cabeza me da vueltas, el intenso color de las luces me molesta en los ojos y no aguanto estar mucho tiempo de pie, así que me siento en una banquita en el jardín, jugueteando con mi cabello. Formo cubitos de hielo con mis manos y los muerdo. Un hábito que desde pequeña he tenido cada vez que me pongo nerviosa.

—¡Ariadna!, ¿Qué haces sentada? —pregunta Camila acercándose a mí. Ella me toma de la mano y me hala para ponerme de pie, pero yo quiero seguir sentada en la banca.

—¿Qué carajo le pusiste al ponche?, siento que ya estoy en la décima dimensión —le digo haciendo un esfuerzo por enfocarme en sus ojos y no perderme en las luces alrededor. Ella se ríe.

—Lo necesario para que te diviertas —dice ella y me hala tan fuerte que me obliga a ponerme de pie—. ¡Ven!

Ella me guía de nuevo al lugar en el jardín donde todos bailan, a pesar de que niego con la cabeza y le pido que me deje sentada en la banca.

Camila me empuja para que me introduzca en el grupo de personas y choco con la espalda de alguien.

—Ah, aquí estás —dice Javier dándose la vuelta. Por su tono de voz asumo que el alcohol ya se apoderó de él también, pero no parece estar tan tomado como yo.

—¡Te la encargo! —dice Camila guiñando un ojo y desaparece de nuestra vista.

—Bailemos —dice Javier envolviendo mi cintura con sus brazos, acercándome a él. Yo coloco mis manos sobre sus hombros y me sonrojo. Me pierdo unos segundos en sus ojos negros

—¡Hey, anímate! —él me aprieta la cintura y me empuja más cerca de él, sonriendo. Yo le devuelvo la sonrisa y empezamos a bailar. Al principio un poco lento y luego más rápido. Dejo que él me guíe. Él me da algunas vueltas, me toma de ambas manos y a veces me acerca hacía él. Me la paso muy bien en realidad. Nos reímos juntos y sé que ambos disfrutamos del momento.

—¡Hey!, ¿Te puedo confesar algo? —le digo mientras nos tomamos de las manos. No tengo ni idea de lo que estoy haciendo, sólo dejo que el alcohol elija por mí. Muy mal, muy mal.

—¡Claro! —dice él dándome una vuelta.

—¡Me gustas! —le grito colocando mis manos sobre sus hombros—. ¡Siempre me has gustado!

Me río sin darme cuenta del peso de mis palabras. La sonrisa de Javier desaparece y él abre un poco la boca como si no supiera que decir.

—Ariadna…yo… —él se pasa la mano por el cabello y deja salir un suspiro. Ya no parece estar tan divertido como antes.—. No sé que decirte, Ari…

Es ahí cuando me doy cuenta de lo que acabo de hacer.

—A mí me gusta Natalia — dice como si le doliera confesar eso frente a mí. Ouch. Ok…esto duele…

Yo me separo un poco de él y no sé qué decir. Tierra, trágame en este momento por favor. Siento como si me acabaran de tirar un balde de agua fría y eso es mucho decir considerando que soy una Cryokin.

¿Cómo nunca me di cuenta? Sí es cierto que ambos discuten la mayoría de tiempo, pero ahora que lo veo, es evidente que entre ellos no hay sólo una amistad. Ellos se quieren como algo más y yo nunca me di cuenta.

—¡Ahí están! —Natalia llega como si el destino la hubiera llamado—. ¡Los he estado buscando!

Ella se coloca en medio de nosotros, alegre. Ella me voltea a ver y luego a Javier y el momento se torna bastante incómodo

—¿Pasa algo? —pregunta con preocupación.

Sí, pasa que soy la tercera rueda. Natalia es mi mejor amiga, pero no quiero que ella sepa lo que acabo de hacer. Nunca dejé que ni si quiera ella se enterara de lo que siento por Javier y ahora estoy pagando caro por habérmelo callado todo este tiempo.

—¡Claro que no! —digo sonriendo, fingiendo como si nada hubiera pasado—. Me siento feliz de tenerlos como amigos.

Coloco mis brazos sobre los hombros de ambos y Javier parece desconcertado, pero se deja llevar por el momento.



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En el texto hay: fantasia, mitologia, romance

Editado: 14.01.2021

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