ARIADNA
¿Qué es peor que ser enviada a un Mundo que desconozco con personas que son extraños para mi?...déjenme pensar. ¡Ah! ¡Sí!.. ¡NO SABER CÓMO REGRESAR!
—Alteza, ¿Te encuentras bien? —pregunta Nadia cuando nota que empiezo a hiperventilar un poco.
¿Qué si me encuentro bien? ¡Claro que no! Bajo la mirada y aprieto el puente de mi nariz.
—De salud sí, mentalmente no —digo con voz temblorosa. Sonrío porque si no lo hago voy a romper en llanto ahora mismo.
Veo que Joaquín se levanta de la mesa y se pone de pie junto a mi asiento.
—Tranquila Ariadna, yo pensé en suicidarme cuando llegué a este lugar, pero no es tan malo cuando te acostumbras —dice poniendo sus manos sobre mis hombros. Creo que intenta animarme, pero no está funcionando.
—Si te hace sentir mejor, no pienso echarte del Castillo, su Alteza —bromea el Rey con una enorme sonrisa en su semblante. Claramente a mí no me causa gracia.
Nadia los voltea a ver a ambos con molestia y decepción, así como una madre mira a sus hijos cuando estos se portan mal.
—Considérate afortunada, por lo menos caíste aquí —me repite el Rey y lo volteo a ver de soslayo. Él suelta una pequeña risa ante mi expresión.
—En poco tiempo te acostumbrarás a vivir entre las Sombras. Yo llevo 63 años viviendo aquí —dice Joaquín y Nadia lo golpea en el hombro negando con la cabeza.
¿Qué acaba de decir?
—¿!63 años!? Yo… —ya no sé qué más decir, al parecer todo lo que pregunto tiene una respuesta que se siente como una apuñalada—. Un momento…
Cruzo mis manos sobre la mesa y dejo caer mi cabeza sobre ellos. No quiero llorar, pero no puedo evitarlo. Las lágrimas me queman la cara cuando las dejo caer.
—¿Quieren callarse por un momento? —oigo que dice Nadia poniéndose de pie. Siento que su mano acaricia mi cabello y me hace sentir…digamos que “mejor”.
—Ahh, lo siento. Es solo que toda esta información…es demasiado para mí —dejo salir un enorme suspiro e intento sonreír secando mis lágrimas—. Definitivamente tengo miles de preguntas.
Me acomodo en mi asiento y analizo en que orden expresar mis confusiones.
—¿Cómo llevas 63 años viviendo aquí? Si pareces muy joven —le pregunto a Joaquín que sigue parado a mi lado.
—Pues un Condenados nunca muere aquí. Ese es el más grande castigo, no morir, sino que vivir sufriendo —Que horror—. Me sentenciaron a la Mordida en 1975, tenía 22 años…Bueno sigo teniendo 22, tengo esa edad desde que me mandaron aquí. Un Condenado no sigue envejeciendo y la única manera de salir de este lugar es muerto.
Noto como su mirada se dirige disimuladamente hacia Nadia quien pone la palma de su mano sobre su frente en desaprobación.
—¿Y por qué te sentenciaron? —me atrevo a preguntar. Ellos me bombardearon con preguntas, ahora es mi turno.
—¿Alguna vez oíste de los Ladrones Elementales? —pregunta mientras libera una nube de humo. Asiento con la cabeza, recordando las charlas que he tenido con mi abuela al respecto—. Pues tienes ante tus ojos a uno de los mejores.
Joaquín sonríe con el cigarro entre los dientes y veo que Nadia rueda los ojos.
—La situación en los años 60 era insoportable en Elementarne. No fuimos pocos, fuimos cientos los que se metían al Castillo o a las propiedades oligarcas a robar. Cuando me atraparon a mi grupo y a mí no dudaron en ningún segundo en sentenciarnos como Condenados. Y aquí estoy ahora —termina su relato con un largo suspiro.
—¿Y qué eres? —le pregunto sintiéndome realmente interesada por su historia. Ciertamente los años antes del 88 fueron horribles para el Reino.
—Ahh, era un Pyrokin —dice suspirando con una sonrisa—. Extraño los tiempos en los que hacía mi maravillosa entrada, prendiendo en fuego las puertas de las propiedades con un solo toque. Me sentenciaron cuando quemé el jardín del Castillo Elemental.
No pude evitar sonreír ante su orgullo. Debe haber sido muy útil tener poderes de fuego para irrumpir en propiedad privada. Cuando menciona lo del castillo, recuerdo también a mis abuelos, contándome la historia de cómo los Ladrones Elementales arrasaron con la vegetación del Castillo. Después de 1988 ese Castillo fue abolido y como lo dicta el Elementalismo, la familia Real debe vivir en una vivienda, así como la de los demás habitantes. Yo estuve siempre a gusto con vivir en un lugar igual que el de los demás, con tal que todos pudiéramos tener un techo.
Cuando Joaquín menciona que es Pyrokin no puedo evitar pensar en Javier y Natalia. El fuego me parece un Elemento amable, cariñoso y con gran sentido del humor.
—¿Por qué dices ‘Era un Pyrokin’? —le pregunto y él deja de salir un enorme suspiro.
—Emmm… —se queda divagando, mirando a Nadia como si buscara su aprobación.
—Una vez te conviertes en Condenado, ya no puedes ocupar tu Elemento —explica Nadia.
Oh, Esto es malo. Esto es muy malo. ¡ESTO ES PÉSIMO!
Editado: 14.01.2021