Las épocas del siglo XVIII son conocidas por varios acontecimientos importantes en la historia de la humanidad, tales vienen siendo la construcción de las maquinarias de vapor, el invento de las baterías o la fabricación de los pararrayos por poner ejemplos.
A su vez, el siglo XVIII es conocido por varios sucesos históricos referentes a batallas, pues en la historia humana se tiene a la gran revolución francesa o la independencia de Estados Unidos durante esta época, pero sin saberlo nadie, alrededor del año de 1700 ocurrió una confrontación más decisiva para los seres humanos que estas dos anteriores juntas.
En algún sitio del planeta, en un espacio similar a un baldío rocoso, estaban erigidas la figura de dos individuos a unos pocos metros de distancia entre sí. El primero, algo flaco, llevaba unas vestiduras color negras con algo similar a una bufanda blanca esponjada frente a su cuello, su cabello oscuro como la noche le llegaba hasta los hombros, su cara alargada enseñaba con algo de prominencia sus pómulos y por su ojo izquierdo pasaba una cicatriz.
—¿Cuánto tiempo crees que durarás de esta manera, Lenard? ¿Ni aun por si tu bien fuere piensas rendirte?
-¿Por mi bien solo? ¡Ni loco! No voy a permitirte ganar, Connor, no a tí, si la muerte hoy me reclama con gusto la recibiré sabiendo que intenté proteger a los humanos y hacer lo correcto con nuestras bendiciones.
El primer sujeto se echó a reír a carcajadas tras escuchar al segundo, un hombre un poco más fornido, de cabello tipo libro y blanquecino que llegaba hasta su mentón y con vestiduras de color blanco y crema.
—Es tan típico en los idiotas ese enfermizo delirio de heroísmo protegiendo a las cucarachas que son los humanos —rió Connor mirando fijamente al otro—. Los fuertes siempre dominan a los débiles, Lenard, es tan inevitable como tu pronta muerte, además que, si no soy yo, va a aparecer de igual forma otro elemental que pensará en los humanos como las mascotas que son para nosotros, así que da igual que me enfrentes, pero si tanto insistes en hacerte el héroe, lo mejor será que te mate de una buena vez.
—Luces confiado, Connor, ¿qué te hace pensar que...?
Lenard no pudo terminar su pregunta, susvpalabras se ahogaron mientras el aire en su estómago pareció ser despedido de su boca de un fuerte impacto. Lenard, tembloroso e intentando respirar, se llevó las manos al vientre, comprendiendo por la posición de ataque de Connor que este había lanzado un golpe hecho de aire hacia su dirección.
Antes de poder hacer algo, Lenard observó la mano de Connor prenderse en llamas tras haberla vuelto puño, y casi pareciendo que dio un brinco este impactó su golpe en su mejilla, sintiendo los nudillos impactarle y el fuego abrirse por sus poros.
Llevándose ahora las manos a la mejilla, observó a su rival aún con la mano prendida en fuego, misma cuya palma lo apuntaba y, en menos de un segundo, un torrente de fuego lo bañó por completo.
Por el humo no pudo ver a Connor, pero intuía que este se encontraba con una sonrisa de oreja a oreja pensando en las repercusiones del ataque, pero al disiparse la humareda pudo observar cómo este lo miraba con decepción, y no era de extrañarse al notarse también de manera ya muy clara la barrera de agua que logró hacer antes de recibir el impacto de aquel lanzallamas.
—mi turno —sentenció Lenard dando una fuerte pisada al suelo, haciendo aparecer en un instante una línea de hielo que rápidamente se hizo una montaña que cubrió por completo a Connor.
Lenard se mantuvo alerta, sabía que aquel movimiento no estaba ni cerca de haber podido derrotar a Connor, notando a los segundos cómo aquella montaña de hielo empezó a vibras y fragmentarse, haciéndose esta luego pedazos en una explosión ligera mientras Connor despedía un grito y centellas eléctricas de su cuerpo.
La energía se trasladó a su mano nuevamente apuntando al pelicenizo, y de esta aparecieron tres relámpagos que buscaron impactarle, pero estos fueron repetidos fácilmente por su palma vuelta roca.
Al momento de alejar y disipar los rayos, Lenard notó algo brotar del suelo a la par suya: una gruesa raíz que primero lo azotó fuertemente en la otra mejilla haciéndole un raspón muy visible y haciéndole sangrar de la boca, luego le golpeó la barbilla y por último, amarrandose a su cuello como si una serpiente estuviera constriñendo a su presa, lo llevó al suelo, haciendo a este impactar de cara contra la roca del mismo.
Con la raíz dificultando el respirar, Lenard observó a Connor aproximarsele una lentitud burlesca.
—Te advertí que mejor te rindieras —sonrió Connor pisando la cabeza de Lenard contra el suelo, abriéndole así una herida en la frente—, te lo repito, Lenard, los fuertes dominan a los débiles sin importar lo que estos hagan.
—Tienes razón... —admitió Lenard, quien gracias a la ayuda de Connor pudo ladear su cabeza al este jalar de ella con su pie— Pero se te olvida una cosa...
En aquel momento, Lenard se apoyó sobre sus codos y cargó fuego en sus manos.
—Los que son todavía más fuertes... —continuó.
Tan rápido vio las intenciones de su rival, Connor también cargó una bruma color violeta en sus manos y apuntó con esta a Lenard, y al mismo tiempo ambos lanzaron sus ataques en dirección al otro.
Las llamas impactaron contra aquel humo morado, y antes que se produjera la explosión, Lenard pudo observar cómo parte del ataque de Connor logró impactarle en el pecho milisegundos antes de volverse a formar el escudo de agua de hace un momento.
Sus oídos lo torturaron al recibir de lleno el fuerte sonido de la explosión del área, misma que se iluminó de sobremanera y no permitía ver absolutamente nada al frente suyo hasta retomada la iluminación normal del área, cosa que llegó más tarde que temprano y dejó observar el panorama: solo humo y lenguas de fuego encendidas sobre el suelo acompañaban a Connor, no había ningún rastro de Connor más que ceniza que volaba cerca de la barrera o reposaba sobre el suelo.