or las calles de Mexico, en horas de entrada tanto del trabajo como de las escuelas, algunas personas volteaban a mirar extrañadas a Sebástian y a Azariel caminando tan tranquilas por las calles hacia un destino que Sebástian desconocía, y el hecho de haber personas alrededor de ambos le impedía hacerle al peliazul preguntas sobre los elementales, pues intuía que de estos quererse mostrar al mundo ya lo hubieran hecho hace ya mucho en lugar de aparecerse tan de pronto en las casas de la gente y decirles información que aunque interesante, era bastante escasa.
Azariel dobló en dirección a lo que a Sebástian le pareció un prado bastante espacioso, sintiendo en aquel momento una presión en el pecho que, solo de ser necesario, le hizo aproximar su mano al bolsillo donde cargaba el cuchillo que su mamá le había dado. Azariel indicó que el destino de ambos quedaba casi al final de aquel pastizal, cosa que alarmó todavía más a Sebástian al notar que aquel sería un lugar perfecto para desaparecer y que no se sepa qué fue de él, al menos la ubicación aún activa en su teléfono le tranquilizaba un poco.
—¿Y qué onda con esos elementales? —preguntó Sebástian al notar que ya no había personas que pudieran escucharlos, manteniendo proximidad con el filo al pensar lo peor con aquella soledad.
—¿Qué le gustaría saber?
—¿Desde hace cuanto existen? ¿Cuantos son? ¿Por qué nadie sabe nada de ustedes? ¿Qué es eso de Enemeia que dijo?
—Bien, respondiendo una por una, los elementales existen desde hace casi cuatrocientos años, aproximadamente a eso del año 1624 se tiene registro de personas que controlaban las artes de la naturaleza; no existe un número exacto de elementales que hoy día viven, pero sí se sabe que la media es de entre veinte y treinta nacimientos de elementales alrededor del mundo cada año; nadie sabe de nosotros por dos razones principales: la primera es porque una vez se intentó la convivencia entre humanos y elementales allá por el año de 1687, y todo acabó con nuestra población muerta en hogueras en las famosas "quemas de brujas", así que se mantuvo el secreto por miedo a ser ejecutados, y actualmente nos mantenemos en secreto por razones similares, las personas se asustarían de nosotros y lo más probable es que termine en lo mismo, con nuestra gente siendo exterminada por miedo a nuestros poderes —contaba mirando una sección chamuscada de pasto—, y Enemeia es adonde vamos ahora, espere un momento, y aunque comprendo su preocupación, agradecería aleje su mano de el cuchillo, se va a lastimar con él antes que cualquier otra cosa.
Sebástian obedeció con la sangre helada y un sudor recorriendole la espalda, pues aunque Azariel parecía alguien sin malas intenciones, sí dejaba de pronto información al aire. Además, al pensarlo bien si de por si no podía luchar contra otro humano como lo era Ryan o los otros dos sujetos que lo acompañan, menos podría hacer algo contra un adulto que para mayor inri tenía poderes.
Por pensar en la inmortalidad del cangrejo, Sebástian no notó que Azariel se había agachado y, poniendo su palma sobre el pasto quemado, empezó a hacer lo que parecía un garabato mientras dejaba salir algo de agua de su mano, haciendo que la tierra se abriera y despidiera un haz de luz circular que se agrandó frente a ellos.
—Esta es una de las entradas a Enemeia —explicó al ver a Sebástian perplejo—, vas a sentirte mareado al cruzarlo, pero no es nada de lo que debas preocuparte. Vamos, entremos.
Con las emociones cruzadas, Sebástian cruzó por el umbral y, luego de sentir sus intestinos retorcerse y querer vomitar, Azariel pasó a traves del mismo. "te vas a acostumbrar" fue lo que el peliazul le dijo al verlo en aquel estado.
Con un sabor ácido en su boca, Sebástian levantó la mirada para poder divisar el terreno de aquella tal "Enemeia": frente a ambos había un camino de piedra, y cada lado había un centenar de árboles de leña negra con manchas de color blanco, algunos teniendo lo que parecían linternas en su leña para cuando fuera de noche en aquél sitio, pues en aquel instante el trayecto estaba iluminado enteramente por el sol a traves del enorme espacio que dejaba el camino tal que los arboles y sus hojas no tapaban la luz de las mañanas. Sebástian comprendió que aquello por muy obvias razones no era Enemeia, sino que el sendero iba a encaminarlos hasta allá.
—¿Qué son los elementos, señor? —siguió inquiriendo para comenzar a caminar junto a Azariel por el camino.
—En términos simples, son habilidades que te permiten controlar alguna cosa venida de la naturaleza —respondió este tras unos segundos—, yo por ejemplo y a como ya se habrá dado cuenta tengo control del agua.
—¿Y no se siente un poco solo teniendo una habilidad así? O sea, no creo que haya nadie igual con quien hablar sobre sus poderes, otro elemental que controle el agua...
—¿Qué le hace pensar que no hay otro? —soltó Azariel mirando a Sebástian.
—¿Qué? Es que en las series y películas es solo una sola persona la que existe que puede controlar un elemento, no conozco alguna donde, poniendo de ejemplo de su poder, dos tengan el elemento agua.
—Mi elemento es el agua, pero eso no significa que yo sea el único que tiene esa habilidad, sería imposible tomando en cuenta o que le he dicho sobre los veinte a treinta nacimientos, no hay tantos elementos para que cada uno sea único. De hecho, hace poco mi compañero también trayendo alumnos elementales como usted llevó a la Ee a una estudiante que controla el agua, así que no son únicos, también son poseídos por otras personas.
—¿Y cuantos elementos existen? —continuó entrevistandolo mientras doblaron el camino.
—Diez: Agua, hielo, electricidad, fuego, planta, hierro, roca, tierra, ácido y sombrío.
Sebástian se quedó un momento analizando esas dos últimas, ¿ácido? ¿el corrosivo? ¿y cómo así que sombrío? nunca había oído hablar de ese tipo, de hecho de ninguno de esos.