Con el ojo casi cerrado y el aire quemando los poros de la mitad de su piel, Sebástian caminó por los pasillos junto a aquella señora que lo tomaba de la muñeca. A pesar de oír que el elemento de aquella mujer era eléctrico, el gélido tacto de su palma sobre sí le hizo pensar que perfectamente podría haber tenido poderes de hielo.
Antes que tarde, ambos llegaron hasta lo que a Sebástian le pareció la enfermería de la escuela, pero a diferencia de otras que hubiera visto antes, esta tenía más material del que normalmente disponen las demás instituciones: por ahí vió una máquina de rayos equis, radiografías, un par de camas para la estancia de algún estudiante, y varias otras cosas que si bien no sustituyen un cuarto de hospital y su equipo, tampoco tenía algo que envidiarle.
La profesora, de baja estatura, corto cabello entre lacio y ondulado y una piel que Sebástian asoció con que algo padecía relacionado al frío de su palma, le indicó sentarse en lo que llegaba el profesor Brandon, quien a su vez le contó era el enfermero de la Ee.
Dicho y hecho, por la puerta se asomó el colocho castaño y sus espinillas en las mejillas y con una bolsa negra en manos, quien al verle quedó helado, dando un peso en el estómago de Sebástian al no saber el estado en el que se encontraba (aunque no creía de igual forma que fuera algo que ya no hubiera pasado antes si se trataba de Ryan).
—¿Sebástian? Soy Brandon Romero, estoy al tanto de lo que ocurrió y voy a tratarte, primero voy a ver si los golpes de aquel chico no provocaron alguna fractura en tu cara, ponte frente a aquella cosa de allá —señaló a un artilugio frente a un soporte acolchado.
Sebástian acató las órdenes, apoyando con algo de dolor el mentón sobre la felpa mientras Brandon observaba las imágenes.
—Vaya morado el que tienes, chico.
—He pasado peores.
—Para alguien que dice no ser un elemental es una hazaña haber resistido la tunda que te dieron hace rato sin desmayarte o quedar inconsciente, ¿no lo crees?
—¿Qué tiene que ver eso? Además repito que no soy un elemental, y en el caso de Ryan ya estoy acostumbrado a estas cosas.
—Biológicamente los elementales tenemos mayores atributos que la gente común, más energía, fuerza, resistencia y todo lo que permita a nuestro organismo soportar la energía de nuestras habilidades y utilizarla. Esas dos chicas no estoy tan seguro de cuanto golpe recibieron, pero estaban casi intactas del encuentro, solo son morados menores y raspones lo que tienen, a diferencia tuya que tienes una ligera fractura en el pómulo, pero no te preocupes, no está tan grave, solo vas a necesitar cuanto mucho hasta mañana para recuperarte, permíteme.
Tomando suavemente la parte de la cara de Sebástian sin daños, de sus palmas brotó un polen verdoso que se impregnó en las magulladuras de Sebástian. Al principio ardió como si el infierno hubiera estallado, pero luego de unos segundos el dolor aminoró considerablemente.
—Se quedará aquí hasta el día de mañana, ¿entendió?
—¿Qué me hizo? —inquirió Sebástian.
—Usé mi elemento para sanarle, el polen que le eché va a actuar tanto fuera como por dentro del área donde se untó y va a mejorar su estado, pero dele tiempo, por lo mientras y viendo que se quedará aquí le he traído esto —dijo sacando la bolsa negra que había traído.
De la bolsa sacó un par de camisetas blancas con la inscripción "Ee" en dónde se encuentra el pectoral izquierdo, además de unos pantalones de color azul oscuro y traje de ejercicio con las mismas características para los días que tocara alguna clase que lo requiriera.
—Es tu uniforme —explicó el hombre—, al traer al elemental tenemos anotado su talla de ropa para mandarle a hacer su vestimenta, además que ya han traído seguramente tus cosas de tu casa.
—¿Cómo que mis cosas de mi casa?
—Además de las prendas también se les da a los estudiantes una habitación donde dormir, y para hacerlo más ameno hay personas que se encargan de ir y traer cosas como la cama, ropas normales y muebles de la habitación del elemental, así que el día de mañana irías a tu habitación y verás que ahí está todo.
Y sin decir una sola palabra más, Brandon dejó a Sebástian solo en el cuarto, quien solo se limitó a observar por la ventanilla y observar más puertas que, ahora a sabiendas, comprendió que allí se alojaban los alumnos como si de cuartos de hotel se trataran.
Las horas pasaron con rapidez al pasar la mayor parte de este mirando su teléfono, aprovechando primero a tomarse una foto de su cara, la cual pensó que en épocas de octubre sería un buen disfraz de cierto enemigo de Batman, además de ver en una aplicación de mapas su ubicación solo para darse cuenta que esta fallaba al tratar de localizar el dispositivo geográficamente.
A eso del medio día, la puerta se abrió nuevamente, y la figura de Wyatt y Luna cruzaron por el umbral, esta última cargando con un plato de comida.
—¿Cómo están?
—¿Nos dices eso a nosotros?, ¡¿Cómo estás tú?! —se sentó Wyatt a su lado.
—Pues he estado peor —sonrió—, y creo que ya no estoy tan por el traste a como estaba antes.
—Pues tienes algo golpeada la cara —comentó Luna acercandole el plato que, ya de cerca, Sebástian pudo ver que contenía arroz y dos tasajos de carne—, pero a como te vi antes que la profesora Hanna te trajera estás con mejor aspecto. Te trajimos el almuerzo por cierto, ojalá hubieras estado con nosotros en el comedor, la gente quería verte.
—¡Todos saben lo que hiciste en el recreo! —explicó Wyatt— a pesar de decir que no posees un elemento te lanzaste contra Ryan para proteger a aquella chica, tienes mis respetos amigo.
—Emmm, ¿Gracias? —se ruborizó Sebástian—... Oye... ¡Y si todos estaban viendo, ¿Por qué no ayudaron?!
—Los de alrededor estaban impactados por la escena, Seb —dijo Luna—, pero en lo que tengo entendido mientras me interponía entre tú y Ryan, Wyatt hacía rato se había ido a buscar a los profesores.